Hasta ahora, las campañas eran cada cuatro años y por eso jugaban con ventaja. Los candidatos y sus jefes de campaña. Porque a los ciudadanos, de cuatro en cuatro años, se nos olvidan seguramente las cosas. Pero ahora las campañas son cada cuatro meses y lo tenemos todo demasiado reciente para que nos vengan con historias.
Lo de los debates. Qué debates les apetece hacer y de qué debates huyen. Campaña sobre campaña, siempre acabamos en lo mismo. Campaña sobre campaña y en esta campaña, sólo uno. El cuarteto aspirante se medirá una noche —-todos contra todos— y sólo una. Rajoy ya ha hecho saber (no pongan cara de sorpresa porque no la ha habido) que sólo debatirá una vez. Y gracias. Como diría el ministro Catalá, los ciudadanos tenemos que estar agracecidos a este gobierno por todas las cosas buenas que nos ha dado. El ministro en campaña e innovando: vótenme por agradedicimiento.
De bien nacidos es ser agradecidos, éste podría ser el nuevo lema electoral del señor ministro.
Tendremos, en fin, un debate entre cuatro. Y gracias.
Aquel que hace cinco meses sólo consideraba razonable el cara a cara entre PP y PSOE ahora sólo acepta que estén los cuatro. Y aquel que hasta hace dos días no había mencionado siquiera la posibilidad de hacer un cara a cara exige ahora que ese mano a mano también se haga. Para ser el PP y el PSOE, de eso presumen, tan coherentes, tan razonables, tan previsibles, están dando un recital de argumentos de quita y pon inenerrable. Esto es de traca.
Diciembre de 2015: Rajoy sobre los debates a cuatro. El único que interesa a los españoles es el que se ha hecho siempre. PP-PSOE. A cuatro es un lío, no hay quien debata. Que vaya Soraya. Cinco meses después, Rajoy, por persona interpuesta que es Moragas, hace saber que el único debate que interesa, el sensato razonable de sentido común y lo que ustedes quiera, es el de cuatro.
En diciembre se trataba de ningunear a Rivera, el rival joven y aseado al que temía realmente el PP. Ahora, que Rivera ya no les parece que sea para tanto, a quien buscan diluir es a Pedro Sánchez. Y para hacerlo, en un ejercicio de descaro impropio de alguien serio, se saca Pablo Casado el argumento de las encuestas de la manga.
El nuevo criterio son las encuestas. Enterrado el de la representación parlamentaria. Oír para creer cómo de elásticos son aquí los criterios. Tengo estos, pero si no me vienen bien los cambio.
Hace cinco meses los otros tres aspirantes aceptaban todos los debates —o eso decían porque en la universidad Sánchez nunca estuvo—, donde fuera y con quien fuera. Ahora ya no. Ahora si no va Rajoy, bendita coartada, ya no quieren. A los estudiantes de la asociacion Demos, si nadie lo remedia, les van a dar los tres (Sánchez, Iglesias y Rivera) largas. Y más largas. Y más largas.
Otra campaña electoral y otra vez con los mismos hábitos de siempre. Debatir o no según la conveniencia electoral de cada uno. Caricaturizar al adversario, reducirlo a tres clichés y satanizarlo. Aunque a la vuelta de las urnas todo lo dicho quede en papel mojado. Hasta cuando, tácticos y estrategas, abusarán de nuestra paciencia, como diría parafraseando a Cicerón la princesa de Asturias (de Humanidades) Mary Beard.
Hasta cuándo creerán necesario hacer ver que están todos seguros de ganar las elecciones y de estar gobenando en otoño. De verdad que no hace falta. De verdad que no, Cesar Luena. Esto de “quien será presidente el 26 de junio”. Nadie sabe quién será presidente después de estas elecciones, ahora menos que nunca. Carece de sentido hacerse el Rappel a estas alturas.
Sobre todo porque tenemos demasiado reciente la campaña anterior. Aquel Sánchez que un día dijo que no ganar las elecciones sería un fracaso, que luego las perdió y dijo que había sido un éxito. Los mismos que dicen “ganaremos” luego hacen saber que, en realidad, nunca vieron posible la victoria y por eso es muy meritorio el resultado que saquen sea el que sea.
Que estamos todos ya muy escarmentados, de verdad, de estas frases huecas. Harían bien en tenerlo presente Luena y todos los Luenas de los demás partidos que confunden insuflar moral a la tropa con predicar cosas que ellos mismos no se creen.
Hasta ahora las campañas eran cada cuatro años. Pero ahora son cada cuatro meses. Y se les ve el cartón. Canta, demasiado, tanto cuento.