OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Sánchez por Gaza"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre las preguntas que debería responder Sánchez en cuanto al reconocimiento del Estado palestino.

Carlos Alsina

Madrid | 11.04.2024 09:04

Día de Santa Gabarra. Ya lo sé, para los aficionados del Athletic Club de Bilbao -y bilbaínos en general- lo único que importa hoy es ver navegar la Gabarra por la ría. La fiesta popular va a hacer historia. Ni mítines, ni campaña electoral, ni encuesta del CIS, ni ná. Aquí lo que mueve pasiones es ¡el fútbol!

Se ha dado cuenta Ione Belarra, en otro tiempo ministra albacea de Pablo Iglesias. Mira cómo se la tiró ayer a sus antiguos camaradas del Consejo de Ministros.

Ahí, como diciendo. En su nuevo papel de oposición, según y en qué, al gobierno que ayudó a aupar, Belarra, en una sola frase, pone en duda que sea progresista, sugiere que anda pasteleando con los constructores y cuestiona la capacidad de los ministros trasnochadores para estar frescos en un debate parlamentario. En Sumar, partido recién fundado y que aún existe, han respirado aliviados porque todos los ministros eran socialistas. Dices: por una vez Podemos no se ha desquitado de Yolanda Díaz porque ella en el palco del Bernabéu no ha sido vista.

A las nueve estará aquí uno de esos ministros, por cierto, el señor Albares. Pero no hablaremos de fútbol, sino del Estado Palestino que España, por decisión del presidente Sánchez, se dispone a reconocer esta misma primavera.

Bienvenido sea siempre el humor, cueste lo que cueste

Antes de eso, por cierto, reconozcamos la decidida apuesta de los consejeros de Radio Televisión Española ideológicamente próximos al gobierno y, en este caso, también a Podemos por el humor como género político. Bienvenido sea siempre el humor, cueste lo que cueste, digamos, que es lo que han demostrado con encomiable convicción estos consejeros, cueste lo que cueste o al precio que sea.

El humor que hay que reconocerles no es el de Broncano sino el suyo propio. El notable sentido del humor que demuestran al entender que el servicio público del que hacen bandera consiste en pagar catorce millones de euros anuales por un programa de entretenimiento (a una empresa privada) y meterle tijera a la duración del Telediario; pudiendo dedicar un rato más a la broma, para qué andar luciendo los recursos informativos, extraordinarios, de que dispone Radio Televisión Española. Nosotros, consejeros progresistas de la Corporación, declaramos que sirve más al público Broncano que nuestros servicios informativos; si hay que elegir, más minutos para lo primero y menos para lo segundo’. ¿Hay o no hay humor en la televisión pública? (En la cúpula de la televisión pública).

Feijóo también quiso demostrar ayer que tiene sentido del humor. Sabiendo de la querencia del presidente Sánchez por El Hormiguero le dedicó esta frase.

Sobrevive no a trancas y barrancas sino a Trancas y a Barrancas, o sea, a las hormigas. Con lo bien que dijo habérselo pasado el presidente la última vez que fue donde Pablo Motos.

Incluso en aquello, en lo que están de acuerdo, se esfuerzan en que no parezca que lo están. Los dos principales grupos de las Cortes, PP y PSOE, hicieron causa común ya hace diez años para promover el reconocimiento del Estado Palestino como realidad jurídica que trascendiera a lo que hoy son Cisjornadia y Gaza y elevara a la Autoridad Nacional Palestina, interlocutora de nuestro gobierno, a la condición de representante de ese Estado. Diez años han pasado de aquella resolución parlamentaria que, como tantas otras cosas relativas a Oriente Próximo, acabó durmiendo el sueño de los justos. O en este caso, de los injustos.

El interés de Sánchez por el Estado palestino

Sánchez cumplirá pronto seis años en el gobierno y habrá de admitir que hasta que Hamás no ejecutó sus atentados de octubre y Netanyahu respondió declarándole la guerra a todos los habitantes de Gaza su interés por Oriente Próximo y por la solución de los dos estados era limitado. Pero los acontecimientos cambian y, a menudo, un conflicto de la gravedad y el enconamiento de éste aceleran procesos políticos que estaban estancados. Lo relevante no si el presidente gusta de imaginarse como un gran líder planetario ---qué gobernante no ha pasado por ahí--- o tiene tan alto concepto de sí mismo que se cree capaz de pacificar Oriente Medio, lo relevante es qué posibilidades ciertas existen de que el paso que está promoviendo ---reconocer oficialmente no sólo España, sino la Unión Europea la existencia, y la justicia de que exista, un Estado Palestino---, qué camino es el correcto para llegar a ese objetivo y qué beneficios traería consigo. Beneficios, obstáculos y posibles contraindicaciones. Diagnosticarlos y exponer con cierto detalle cuál es la hoja de ruta escogida es lo que cabe esperar de un debate parlamentario de mínima altura sobre política exterior. Que es justo lo que ayer no llegó a haber.

Lo primero sería explicar por qué ahora sí es posible, y deseable, lo que hasta ahora no se consideró.

Escuchar al presidente elegir como argumento la existencia de una mayoría social que demanda algo es paradójico, sabiendo que fue él quien cambió la posición de España respecto del Sáhara Occidental de espaldas (y en contra) de la mayoría social y que ha aprobado una ley de amnistía que de sobra sabe que tampoco tiene mayoría social que la respalde. Esto de escoger caprichosamente cuándo la mayoría debe pesar y cuándo no, dependiendo de si coincide o no contigo, es ligeramente ventajista. Tiene razón Sánchez en que la opinión mayoritaria, en las encuestas y en el Congreso ---incluyendo al PP--- es favorable a reconocerle a Palestina la condición de Estado. Tiene razón en que un contexto como el actual, que hay gobiernos que ven como el menos oportuno para abrir un debate como éste, puede ser visto también como todo lo contrario, una oportunidad para acelerar. Y tiene razón en que el PP debería ahondar un poco más en sus razones para decir que reconocimiento, sí, pero no ahora.

el PP debería ahondar un poco más en sus razones para decir que reconocimiento, sí, pero no ahora.

Hacer preguntas está bien ---no seré yo quien lo niegue, que me dedico a hacerlas--- pero de un aspirante a gobernar lo que se esperan son respuestas. Qué fronteras piensa Feijóo que debería tener el Estado palestino, qué población debe incluir, qué régimen de gobierno le parece exigible, ¿condicionaría el reconocimiento a que fuera un Estado sin fuerza militar? Si el PP aboga por el reconocimiento, pero con España acompaña de sus socios europeos, ¿se anima a intentar convencer a sus colegas conservadores de otros países del acierto de avanzar en ese camino?

Que Sánchez lo supedite todo al cálculo de lo que puede convenirle o perjudicarle a él y que se vea como un líder internacional capaz de cambiar el curso de la historia no significa que tenga que estar equivocado siempre en todo.