Con permiso de Rubiales, y de su desmoronamiento a cámara lenta… Tres semanas le ha llevado asumir que lo suyo no tiene vuelta atrás, tanto repetir el "no dimitiré" para acabar dimitiendo, en inglés y en entrevista con Piers Morgan.
Con permiso de Rubiales y su renuncia (que él dice que es para defender su dignidad, no porque haya entendido que debió marcharse a su casa hace meses, mucho antes de lo de Jenni), la gran historia de las últimas horas sigue escribiéndose desgraciadamente en Marruecos. Dos días después de que la tierra temblara.
Cinco minutos y la historia de miles de familias cambió para siempre en Marruecos
El sonido de las excavadoras acompaña a los vecinos de los pueblos que tienen la suerte, entre comillas, de contar con maquinaria pesada para apartar trozos de forjado, pedazos de paredes, escombros de barro de casas que no aguantaron. Excavadoras, equipos de bomberos, militares afanados en ganarle la partida al tiempo y desenterrar personas aún con vida entre piedras y polvo.
Las manos doloridas, muchas ensangrentadas; la urgencia de apartarlo todo; y por dentro, el duelo
El sonido cambia cuanto más se aleja uno de Marrakech. Y cuanto más asciende hacia la montaña. A falta de grandes máquinas, y de profesionales del rescate, son los vecinos los que se han organizado en la misión agotadora de apartar maderos y piedras allí donde saben que había alguien que aún no ha sido encontrado. Las manos doloridas, muchas ensangrentadas; la urgencia de apartarlo todo; y por dentro, el duelo. De aquellos que ya se abrieron camino entre cascotes buscando a sus familiares y alcanzaron a recuperar sólo sus cuerpos.
Historias que hoy inundan los diarios. Madres que han visto desenterrar a todos sus hijos -éramos cuatro y ninguno queda-, hijos que se han quedado sin padres y que aguardan, sentados al raso, sobre una alfombra, que alguien les diga qué hacer ahora. Cinco minutos y la historia de miles de familias cambió para siempre.
Sigue estando ausente el rey Mohamed
Estaremos enseguida en Marruecos para contar las distintas historias que allí se siguen escribiendo. La del rescate, a la desesperada. La del turismo, en desbandada. La del rey Mohamed, invisible. Que no estuviera en Marruecos cuando se produjo el terremoto no ha sorprendido a nadie porque casi nunca está en Marruecos. Que tardara casi un día en darse por enterado, tampoco. El gobierno, a semejanza de quien dirige el país, estuvo lento. Estuvo, y a juicio de muchos afectados, lo sigue estando.
Once de septiembre. Es probable que éste sea el día de cada año que más aniversarios acumula. La matanza de las Torres Gemelas que ejecutó Bin Laden hace veintidós años. El golpe de Estado de Pinochet (y otros) en Chile hace cincuenta: la sede de la presidencia, el palacio de La Moneda, bombardeado; y el presidente Allende, muerto. Allende, referencia, aún hoy, de la izquierda latinoamericana y europea.
Los independentistas celebran la Diada con un empequeñecido Aragonés
Y once de septiembre en España. Aquí también tenemos aniversario. Trescientos nueve años de la derrota de la Generalitat de Cataluña en la guerra de sucesión que enfrentó al archiduque Carlos con Felipe V. Más que a ellos, a sus partidarios. Estaba en el bando perdedor la Generalidad de entonces, abandonada por los británicos y a última hora, por el propio Carlos.
Ahora está el otro Carlos, Carles, decidido a vencer a Felipe V y darle la vuelta a la historia. Al archiduque ya no va a poder hacerle rey de España porque no está el hombre en condiciones. Pero a Sánchez sí le ve en situación de acabar aceptando que sólo los catalanes decidan trescientos años después dónde empieza y dónde termina España.
Está el de Waterloo tan crecido, gracias a la llave que ha puesto en sus manos el PSOE, que es fácil confundirse y pensar que el presidente de la Generalitat es él
Está el de Waterloo tan crecido, gracias a la llave que ha puesto en sus manos el PSOE, que es fácil confundirse y pensar que el presidente de la Generalitat es él. Empequeñecido Pere Aragonés. Diluido como interino o accidente en el camino que lleva a Puigdemont de regreso a la Casa de los Canónigos (en catalán, els canonges).
Anoche se asomó Aragonés a la pantalla de TV3, la propia, para hablar, una vez más, sólo como president de los independentistas. Y para reclamar su cuota en la consecución de la probable amnistía. ‘Estamos forzando al gobierno’, dijo.
Forzando al gobierno a dar pasos decisivos. Todo lo que nos decían que era imposible resulta que no lo es. Tiene razón. No en que sea él quien va a conseguir que Sánchez trague con lo que hasta anteayer le parecía inadmisible (es Junts, no Esquerra, quien disfruta hoy del cortejo pretty woman del PSOE y Sumar: háganme más la pelota, dice Puigdemont, y se la hacen). Pero tiene razón Aragonés en que abrió camino Esquerra con los indultos y el vaciamiento del Código Penal, y demostró que los principios del actual presidente en funciones son perfectamente moldeables.
Abrió camino Esquerra con los indultos y el vaciamiento del Código Penal, y demostró que los principios del actual presidente en funciones son perfectamente moldeables
Hay manifestación por la Gran Vía de Barcelona, a la hora de siempre (1714) y organizada por los de siempre: la ANC, asociación guardiana de las esencias indepes que ha pretendido tutelar los últimos once años a los partidos que, a diferencia de ella, sí se presentan a las elecciones. Han elegido para la marcha un lema medieval, como corresponde. Vía fora, a la calle, a la calle.
Puigdemont botifler, la prueba de que se ha amansado
La ANC es el independentismo de verdad, el irreductible, no estos blandos de Junqueras y compañía que se venden por un plato de indultejos. Dicen las crónicas que este año son los de Junts los que temen que los silben por entreguistas, por flaquear en la lucha por conquistar la independencia. A ver, nada haría más feliz al gobierno central que ver a manifestantes malencarados gritando ‘Puigdemont botifler’.
Así podría decir que ésta es la prueba de que Puigdemont se ha amansado y ya no es el que era. Que éste es uno de los salmos responsoriales de la nueva temporada de la Moncloa. Es Puigdemont quien afloja y se suma a la vía del diálogo, ¡alabado sea! (Alabado sea Sánchez, que es quien ha conseguido que capitule, qué maravilla). Qué majete Puigdemont, que se ha abierto a negociar gracias a que el PSOE se quedó corto de votos en las elecciones generales. Ya sólo falta que abandone la unilateralidad para que esté justificada una amnistía o lo que él quiera.
Ésta es la segunda parte del salmo: si Puigdemont abandona la uni-la-te-ra-li-dad, ¿cómo no vamos a amnistiarle, criatura). Paréntesis: en su parte de la victoria del martes pasado si algo dijo claro Puigdemont es que Junts nunca, jamás, abandonará la unilateralidad.
En campaña el salmo era 'amnistía, de entrada no'
Los dirigentes del PSOE han dejado pasar la oportunidad, en sus mini mítines del fin de semana, de explicar si siguen pensando que es obligado que Puigdemont responda ante el juez por lo que hizo o ya no lo creen. En julio decían que sí. En la campaña electoral decían todos que sí.
¿Jugamos a imaginar qué habría pasado si cualquier ministro, Bolaños por ejemplo, hubiera dicho en campaña: a Puigdemont no hay que juzgarlo, dejémosle impune por el bien de todos? La que se habría montado. No, en campaña el salmo era ‘amnistía, de entrada no’. Y Puigdemont al juzgado, sólo faltaba. Ahora, sin embargo, el barco vira de nuevo. Dices: ¡nos engañaban en campaña! No, es que cambian de opinión. Por interés, claro, porque sin Puigdemont no hay presidente Sánchez.
Habrá investidura pagando el precio que toque
Hay que agradecerle a Adrián Barbón, el presidente de Asturias, la claridad con que lo expuso el viernes en este programa. Si exonerar a Puigdemont sirve para que el PSOE siga gobernando, él lo da por bueno.
E investidura habrá pagando el precio que toque. O eso debe de pensar Nadia Calviño, que aprovechado su presencia en la cumbre del G20 para hacer labor evangelizadora. Ha dicho la vicepresidenta que los otros gobernantes le preguntaban por la investidura de Sánchez. Y que ella les ha tranquilizado diciéndoles que, por supuesto, va a seguir siendo presidente.
Después de explicarnos, hace dos meses, que todos los gobernantes europeos son de izquierdas y por eso todos estaban preocupados por si gobernaba Feijóo, ahora les toca a los del G20. A quién le puede caber duda de que la señora Meloni, por ejemplo, que es del G20, está deseandito que Sánchez siga en el gobierno. Querida Giorgia. O al japonés, que es más de derechas que el grifo del agua fría. El mundo en vilo ante la investidura de Pedro.