Les habla un reincidente. Tercera ola, enero de 2021; y séptima, julio de 2022. Le habla un contagiado de covid que no aparece en ninguna estadística. No hemos cumplido los sesenta, ya sabe usted. No tenemos otras enfermedades. No somos población de riesgo. Pero contagiados, estamos. Con síntomas. Algunos, tan patentes como esta voz de desguace. Estamos infectados, y fastidiados, teletrabajamos ---los que tenemos ocupaciones teletrabajables--- a medio gas y cuando el cuerpo lo permite. Pero no existimos en el registro oficial. Ni en el discurso oficial. Había que pasar página y la página fue pasada.
La nueva normalidad era esto. Que llegue la séptima ola y nadie sepa, en realidad, a cuánta gente le afecta.
La nueva normalidad era esto. Que llegue la séptima ola y nadie sepa, en realidad, a cuánta gente le afecta. Te resignas al contagio, estás hecho unos zorros tres o cuatro días, te duran los síntomas tres o cuatro más ---porque en las nuevas variantes el proceso se alarga--- y vas comprobando hasta qué punto tu situación es corriente en cuanto vas teniendo noticia de otros contagiados ---y otros, y otros--- en tu entorno laboral o personal. Luego hablas con los médicos de primaria y te confirman que la séptima ola está pegando fuerte. Aunque no aparezca en ningún registro. Porque registro total ya no hay. Se quitó porque éramos pioneros, se nos dijo, en el cambio de sistema de vigilancia. Abríamos camino en Europa. Hoy Francia, Italia, el Reino Unido siguen dando información de la incidencia en todos los grupos de edad. España, no.
Aquí, sólo mayores de sesenta años. Y mire cuál es la tendencia, hoy, con todo el verano aún por delante. Hace un mes la incidencia acumulada estaba en seiscientos casos por cien mil (antes de la ómicron esto habría sido escenario de alto riesgo). Hace un mes estaba en seiscientos. Hace diez días ya subía a ochocientos. El viernes pasado –-último dato oficial-- llegó a los mil. Mil casos por cien mil. Hay regiones en mil seiscientos. Puede que usted, a su alrededor, también haya notado que los contagios aumentan. Y puede que se esté preguntando si está al caer el regreso a la mascarilla obligatoria en los espacios cerrados. Hay organizaciones de médicos y enfermeras que ya lo piden. Hay gobiernos autonómicos que ya lo aconsejan para la población de mayor edad. Hace un mes, las personas hospitalizadas eran seis mil. Hoy son diez mil. Y subiendo. Los números ---los pocos que conocemos--- están empeorando rápido.
Los números, los pocos que conocemos, están empeorando rápido
Pero bueno, para compensar tenemos el paro de junio. Los cuarenta mil parados menos. Y el récord de contratos indefinidos, porque ahora ya temporales casi no se pueden hacer y en los indefinidos se incluyen los fijos discontinuos, que cuando no están activos cobran el paro pero no figuran como parados. Desde hace catorce años no estaba tan bajo el número de parados, y eso que sigue en dos millones ochocientos ochenta mil. ¿Qué le parecen a usted los datos, presidente?
Lástima que el propio Gobierno se encargara de eclipsar los datos de empleo
Ahí, ahí, sencillo, como es usted. Lástima que el propio Gobierno se encargara de eclipsar los datos de empleo, e incluso esta noticia que se regaló a sí mismo el presidente, según la cual él va a hacer fijos a sesenta y siete mil empleados de la sanidad pública, él, aunque quienes les hagan los contratos sean los gobiernos autonómicos y aunque quien sacó tarjeta roja a la administración española fuera la Comisión Europea, tarjeta roja por la tasa de interinidad que arrastra nuestro sector público desde hace décadas y que hace que la famosa precariedad laboral haya sido más acusada en el público que en el privado, es decir, allí donde ejercía de empresario el poder político.
Lástima, digo, que el Gobierno se haya pegado un tiro en el pie a sí mismo eligiendo el día de ayer para la enésima bronca entre ministros. O en rigor, y esta vez, entre ministras. Sale Belarra y carga contra el aumento del presupuesto de Defensa. Aprovecha para criticar a los socios socialistas porque, una vez más, la izquierda verdadera son ellas, Podemos.
Lástima que el Gobierno se haya pegado un tiro en el pie a sí mismo
Cada vez más gente, se lo dicen a ella. Margarita Robles replica que el aumento en Defensa genera empleo, y que se lo diga a Yolanda Díaz. Yo Yolanda recoge el balón y lo despedaza: mientes, Margarita, y tú lo sabes. Parece una telenovela, pero es el Gobierno de España.
La vicepresidenta segunda tachando de mentirosa a la ministra de Defensa. ¿Qué le parecen las patadas que se dan sus ministras, presidente?
Los mil millones con los que hacer ver a la OTAN que la conversión de Sánchez a la doctrina del rearme es firme
Sí que lo son. Pero hay más. Porque el Gobierno informó anoche a El País, por el conducto habitual, de que hoy mismo, ¡hoy mismo!, aprobará el consejo de ministros un crédito de mil millones para el ministerio de Defensa. Los mil millones que pedía Robles. Los mil millones con los que hacer ver a la OTAN ---nueva niña de los ojos de Pedro--- que la conversión del presidente a la doctrina del rearme es firme, tan firme, al menos, como sus otras conversiones. Y ocurrió que el gobierno había informado a El País pero no había informado ¡al gobierno! Al minigobierno yolandista, ¿a qué no, Yolanda Díaz?
Primero tachó a la ministra de Defensa de mentirosa. Después reprocha falta de respeto democrático, ahí es nada, a su jefe el presidente. ¿Entiende usted ahora porque cada vez más gente, como diría Belarra, empieza a pensar que esta coalición está cargándose de argumentos para el momento en que rompan la alianza y hagan camino electoral cada uno por su cuenta? ¿Entiende por que da igual las veces que repita Sánchez que España está como nunca y que por supuesto no adelantará las elecciones generales… cada vez más gente lo ponga en duda? Ah, falta una pieza más en el puzzle de hoy. Es Nadia Calviño. La vicepresidenta que dedicó el otoño del 21 y los primeros meses del 22 a intentar convencernos a todos de que la inflación pasaría pronto, y sin causar daños, y que nuestro PIB de este año sería la envidia de Europa. Esto que dijo ayer no suena ya ni remotamente parecido a todo aquello.
Inflación más elevada. ¡Y la tenemos ya en el 10%! Trimestres complejos. Hasta dónde llegará la complejidad. Menos mal que ha dicho Escrivá que él no ve posible que España termine el año en recesión. Si el ministro no lo ve, estamos salvados.