Ha llovido mucho desde entonces. Cuando a Chaves se lo trajo a rastras Zapatero a Madrid inventándole un cargo perfectamente innecesario —-vicepresidente tercero, lo más parecido que tuvo el gobierno de España a una reina madre—-, el sistema bypass que utilizaba la Junta para eludir controles oficiales en la siembra de los EREs llevaba funcionando ya ocho años sin que nadie en esa administración autonómica moviera un dedo para poner las cosas en orden.
Salió Chaves, se quedó Griñán, la juez Alaya se puso a detener gente —-y a imputar gente, y a imputar más gente—- y ya saben a dónde hemos llegado: Griñán es senador imputado; Chaves es diputado imputado; y en Andalucía quien gobierna, la Junta y el partido, es Susana. El juez Barreiro le preguntará en un par de horas a Chaves las mismas cosas que le preguntó la semana pasada a Griñán: quésabía usted, que si estaba usted al tanto, que si lo pudo evitar, que si nadie leyólos informes de los interventores. Y es posible que Chaves responda lo que respondió Griñán: que, en efecto, hubo un gran fraude —-cómo negarlo a estas alturas, señoría, fraude hubo—pero no hubo un gran plan, no fue una extracción de dinero público planificada. Y fue cosa de Guerrero, señoría, Francisco Javier Guerrero, con Lanzas y los otros conseguidos.
Y es posible —probable incluso— que el juez comparta el criterio del aforado Chaves y lo exonere de cualquier penalidad permitiendo, de manera indirecta, que prosiga su apacible vida política de diputado, diputado-mueble del Congreso.
Mientras estén Chaves y Griñán, Podemos dice que no apoyará la investidura de Susana. Eso es lo que dice, pero a la vez está cambiando ya papeles —propuestas para el consenso, lo llaman—- para ver qué se puede hacer, por si al final Chaves y Griñán tampoco fueran tan importantes o por si, en caso de necesidad, Susana, en un repente, sacara la katana.
Es conocido que la lideresa hace camino por su cuenta y no reconoce ya no jefes ni mentores. Tampoco a Felipe, que una cosa es hacerse sentir bien poniendo cara de arrobo cuando cuenta sus batallas y otra atender a cada instrucción que emite como si aún mandara. González, aun reverdecido, sigue siendo un jarrón chino sobre todo para Susana. Él predicó el domingo el apoyo a Pedro Sánchez: “Estad con Pedro”,dijo Felipe, “mientras Pedro esté”. Mensaje que fue, de inmediato, descodificado por los pedristas como “Sánchez es nuestro candidato a la Moncloa, quieta parada Susana y ríndete Chacón”. Tiene sentido interpretar que fue algo así lo que vino a decir Felipe, tal como tiene sentido subrayar que ni la niña de Felipe, Chacón, ni la madre de Andalucía, Susana, han hecho acuse de recibo. De Carme no hay todavía noticias, pero no parece que esté en su ánimo apartarse de nuevo de unas primarias, por más que su carrera reciente haya consistido básicamente en eso, en apartarse.
De Díaz sí ha habido noticias. Para aclarar, a la manera susanista, que si Pedro confía en que le deje hoy el camino expedito para la candidatura a la Moncloa… Pedro lo lleva claro. Al secretario general de su partido, faltaría más (cultura de partido) lo apoya con fervor —-apoyar al secretario general consiste en bien poca cosa: no pegarle patadas en el bajo viente, no agujerearle la espalda con puñales, no azuzar a los depurados para que muerdan (ataca, Tomás, ataca)—-. Con Pedro estoy mientras Pedro esté, pero eso de que Pedro va a ser el candidato… eso ni por Felipe. Ha vuelto a recurrir Susana a este bonito cuento que dice que ella no debe pronunciarse sobre ese asunto —-las primarias—- porque debe mantenerse neutral. Elogio de la neutralidad en boca de quien nunca lo ha sido. Ni tiene, por cierto, por qué serlo. La secretaria general del PSOE andaluz tiene derecho a decir quién prefiere como candidato o candidata. Qué menos que decirlo de viva voz si va a estar trabajando, entre bastidores, para que gane el cartel quien ella quiere. En un arrebato de sí misma alcanzó a decir Susana ayer que ella tiene que dar libertad a los militantes para que decidan lo que les parezca conveniente. A ver una cosita, que parece importante: uno no puede dar aquello de lo que no es dueño. Los militantes, sólo faltaría, tienen la libertad de votar a quien quieran sin necesidad de que nadie se la dé. Porque la libertad es suya. En eso consiste una urna. Al cargo orgánico le cabe, si le apetece, expresar su propio criterio. Pero sólo eso. Y pretender que porque el dirigente diga “Pedro”o diga “Carme”los militantes van a sentirse obligados a decir lo mismo, cual coro disciplinado, es tener en muy poca consideración al militante y su capacidad para pensar y decidir por si mismo. Es un militante, no un loro.
En Barcelona, ayer, y por cierto —qué brillante página de nuestra historia—- la pareja a palos que forman Rajoy y Artur Mas —ahí te la cuelo, ahí te la clavo—- tuvo a bien solemnizar, ante tropecientos ministos de Exteriores, un par de obviedades que estos aplaudieron de buen grado porque nadie más habituado que ellos a solemnizar la nada. Dos aportaciones agudísimas a la comprensión de nuestra geoestrategia política en boca de nuestros dos dirigentes. Una, que “Barcelona es una ciudad española”, acabáramos. Dos, que Cataluña tiene firmes vínculos con Europa. Tan firmes tan firmes, asómbrese el continente entero, que es que ¡ES Europa! Quién lo habría pensado. Cuánto esfuerzo de los redactores de discursos presidenciales desperdiciado en tan poca cosa.
Se volcó tanto Artur Mas en convencer al personal de que el cordón umbilical de Cataluña con Europa (la terminología anatómica es suya) se remonta al imperio carolingio que algún asesor debió pensar que se había equivocado de cumbre. No era la de ayer —-créanme que no lo era—- una cumbre de la Union Europea con Cataluña, no, era una reunión informal (esto es lo que más se notó en los discursos) de la Unión Europea con los países vecinos de la orilla sur del Mediterráneo. O sea, que si había que subrayar algún entendimiento no era el de Artur Mas con Carlomagno sino el de nosotros, Europa, con los países de la otra orilla, aquella por la que cruzaron los árabes para extender el emirato de Córdoba hasta la mismísima marca hispánica. Lo bien que nos llevamos, president, los carolingios con el moro Muza.