EL BLOG DE ALSINA

Ay, Europa. Cuántos disgustos nos estás dando

Les voy a decir una cosa.

A falta de final española, o hemi-española, de la Champions, nos queda la Liga Europa, que ahí hay habrá equipo español seguro.

ondacero.es

Madrid | 26.04.2012 20:26

Europa League Promo semifinales
Falcao, Soldado y llorente | Onda Cero

A partir de las nueve, los portugueses del Sporting visitan San Mamés y el Atlético de Madrid, Mestalla. En cada estadio cae uno y pasa otro. El nueve de mayo, la final. Tanto hablar del Madrid y del Barça y, al final, nuestra honra en Europa van a tener que salvarla los otros.

Ay, Europa. Cuántos disgustos nos estás dando, Europa. Dices: por culpa de la Merkel, que es quien manda. Bueno, Europa es bastante más que una señora, aunque es verdad que la señora marca la pauta. Con el europeísmo aquel tan entusiasta del que hizo bandera la España de comienzos de siglo, y ahora nos toca digerir que formar parte del club tiene el severo inconveniente de que hay que cumplir sus reglas. Y que las reglas las decide la mayoría, es decir, que si queremos que se cambien tendremos que persuadir a los demás de que una modificación de la terapia es buena para todos, y no una forma de eludir nuestras obligaciones (nos duele que desconfíen de nosotros, pero no podemos negar que, en efecto, desconfían).

Desde España miramos ahora a Mario Monti, a Elio di Rupo, a Mario Draghi, como si tuvieran en su mano el freno que detenga la política de ajustes y nos devuelva a aquellos tiempos en que, a las recesiones, se respondía aumentando el gasto público para reanimar la actividad económica. Y a François Hollande, naturalmente, en la Europa periférica se extiende la Hollande-manía, la beatificación del nuevo líder sin carisma que nos salvará del infierno que nos ha impuesto Alemania.

Hay un debate abierto en Europa entre austeridad y estímulo público (en realidad lleva abierto dos años) porque las políticas de recorte no han conducido a la recuperación, sino a una nueva recesión; ahora bien, también es cierto que esas políticas de estímulo se aplicaron antes, en 2009 y, si bien mitigaron los efectos de la primera recesión, dispararon el desfase entre ingresos y gastos y desembocaron en la crisis del euro. La economía no es una ciencia exacta y las políticas económicas, menos. Que Europa revise la receta de la austeridad –y está por ver que lo haga- no significa que, a reglón seguido, vayan a darnos carta blanca para deshacer los ajustes que el gobierno ha emprendido.

Hoy, en todo caso, en España el debate en los medios es otro. Aparcamos, por un día, la controversia de los ajustes para hablar de Nanclares, que es una prisión alavesa que da nombre al programa de reinserción de etarras que puso en marcha el gobierno anterior con el respaldo del quien es gobierno ahora. El objetivo de aquel programa -como de todas las medidas penitenciarias que en estos años han afectado a los reclusos etarras- era cuartear el otrora monolítico colectivo de presos, la filial carcelaria de la banda.

Lo que ahora hace el gobierno, siguiendo el camino que inició el anterior, es reactivar la vía Nanclares rebajando las exigencias para acogerse a ella. Es decir, que el recluso etarra que manifieste su rechazo a la violencia y su ruptura con la banda, sólo con eso, ya pueda acogerse. No se le exigirá pedir perdón a sus víctimas en esta primera fase que no lleva aparejada ni terceros grados ni permisos carcelarios, pero sí el traslado al País Vasco. Nadie ha dicho que vayan a perdonarse las penas -ni siquiera que vayan a rebajarse-.

Será después, estando allí (en Nanclares, en Basauri, en San Sebastián) y participando del programa de reinserción, donde puedan acceder a la segunda fase, la de los beneficios penitenciarios, y en ese caso sí deberán cumplir el requisito de pedir perdón a las víctimas y colaborar con las autoridades. Para el acercamiento, no hará falta perdón; para obtener el tercer grado, sí. Éste es el resumen.

Antonio Basagoiti dijo en marzo que si ETA desaparece, no será necesaria la dispersión de presos. Que es una forma de animar a la banda a que acelere su acta de cierre definitivo, pero que viene a recordar algo que todos sabemos: la dispersión ha sido una herramienta más, y eficaz, de las muchas que ha utilizado el Estado para debilitar a la banda y acabar ganando el pulso que durante cuarenta años nos han planteado. Si ETA va extinguiéndose, las medidas excepcionales (que existen porque existe ETA), irán también desapareciendo. Algunas cosas pueden constatarse, medio año después de aquel comunicado en el que los terroristas anunciaron que dejaban de matarnos y un año después de que el Tribunal Constitucional consintiera que Bildu (la coalición organizada en torno a la izquierda abertzale) concurriera a las elecciones municipales, antesala de la presentación, a su vez, de Amaiur a las elecciones generales.

· Primero, ETA no ha vuelto a actuar. No se ha disuelto, no ha entregado las armas -sigue existiendo como tal organización- pero está inactiva. Quienes pensaron que aquel comunicado era una simple maniobra relacionada con la campaña electoral han podido celebrar que no fuera así, el cese de actividad no ha tenido marcha atrás.

· Segundo, la presencia de Amaiur en el Congreso está pasando, salvo para su parroquia más fiel, sin pena ni gloria. Quienes temían que el Congreso se convirtiera en una caja de resonancia diaria de su relato falsificado de la historia y su obsesión por equiparar a las víctimas con quienes las matan han podido celebrar que eso tampoco ha ocurrido. Cuando el debate es sobre los asuntos que ahora nos ocupan, cómo cuadrar las cuentas, cómo persuadir a Europa de que afloje en sus exigencias, los discursos de Amaiur aportan –e importan- poco.

· Tercero, la doctrina Parot sigue vigente. El aval, reciente, del Tribunal Constitucional, permite que se sigan acumulando las penas para que los terroristas con delitos de sangre estén cuarenta años en la cárcel. Cuarenta años (también conviene tenerlo claro) que aunque sean cuarenta alguna vez terminan, porque no existe, en nuestro ordenamiento, la cadena perpetua.

· Ycuarto, en la política penitenciaria no ha habido cambios. Los reclusos etarras han podido acogerse a los programas de reinserción cumpliendo los requisitos que fija la ley y manifestando su ruptura con la banda. No es impunidad, aunque a los ojos de las víctimas (no es tan difícil entenderlo) nunca será justicia.

Si algo ha quedado claro en la última legislatura, una vez que el gobierno aparcó la vía de la negociación para concentrar sus esfuerzos en la actuación policial y el control de los planes de ETA a través del servicio nacional de inteligencia, es que -a diferencia de otras épocas- la información que maneja el gobierno (éste y el anterior) sobre la situación interna de la banda y alrededores es una información abundante y precisa. Amaiur hizo llegar al actual gobierno, con el que tiene una interlocución no permanente ni íntima pero sí fluída, su convicción (casi casi “compromiso” aunque no figure en ningún papel) de que habrá anuncio de disolución de ETA y algo parecido a un reconocimiento (asunción) del dolor que han causado. Está por ver, obviamente -y si alguna vez se produce vendrá envuelto en la farfolla habitual de esta gente-, pero el curso de los acontecimientos hace pensar al gobierno que es creíble el mensaje que Amaiur transmite. Mueve ficha para acelerar el proceso en la confianza de que la banda tiene las horas contadas.