El Blog de Alsina

La cumbre ‘refinitiva’ antes de que termine el mundo

Les voy a decir una cosa.

No es una cumbre europea más. Es la última. La última del año y la última oportunidad para dejar Europa arreglada antes de que termine el mundo. La cumbre refinitiva (incapaz, a estas alturas, de despertar pasiones en nadie, ni siquiera en Van Rompuy, que pasa por ser un hombre apasionado en su disimulo) ha comenzado esta tarde en Bruselas, con los habituales del reparto:

ondacero.es

Madrid | 13.12.2012 20:10

Rajoy, en la cumbre europea de Bruselas
Rajoy, en la cumbre europea de Bruselas | EFE

Merkel la generala, Hollande el desinflado, Cameron el distante, Monti el tecnócratapolitiquísimoRajoy el enigmático (así le describió The Economist, el enigmático primer ministro, y con esa etiqueta se queda). Son veintisiete los jefes de gobierno que hoy se juntan, pero éstos son los que más conocemos aquí, ¿verdad?, junto con Samarás el griego y el portugués Passos Coelho. No hace falta estar allí para intuir que en las conversaciones informales que han ido manteniendo antes de la cena de lo que más habrán hablado no ni de la supervisión bancaria, ni de los rescates, ni (por supuesto) de lo bien que sigue reprimiendo a su población Bachar el Assad en Siria. Ni siquiera de los asuntos pendientes que dejaron en otras cumbres, como los eurobonos (¿se acuerdan de la lata que dimos con los eurobonos y luego nunca más se supo?), como el ambicioso plan de crecimiento que iba a permitir generar empleo o como el reparto de los fondos europeos hasta 2020, que es donde se quedaron en el último Consejo, hace tres semanas.

De lo que habrán estado hablando todos ellos, entre asombros y guasas, es...de Berlusconi, del pavor que le produce a la señora Merkel la simple idea de tener que volver a sentarse algún día en una cumbre de éstas con Berlusconi a su vera. Monti, en reuniones como ésta, es donde más disfruta y donde más luce, por su pasado como comisario y porque se siente arropado entre tanto primer ministro al que sólo pensar en Berlusconi le produce urticaria. A Rajoy, en estas reuniones, tampoco es que se le vea pasárselo como un enano, pero al menos se aleja, por un día, de un país en estado de protesta, su país, España. Las asociaciones de jueces y fiscales preparan ya la huelga que pretenden convocar para enero; los sindicatos de la sanidad y la educación mantienen vivas sus movilizaciones contra los recortes (hoy ha habido manifestaciones de la plataforma por la escuela pública en diversas ciudades); la oposición se une para recurrir ante el Constitucional la no revalorización de las pensiones; y los enfermos crónicos se escandalizan porque les vayan a cobrar cinco euros por el traslado en ambulancia al hospital para recibir tratamiento. Ana Mato, ministra casi siempre silente, confirmó hoy de viva voz que el copago llega también al traslado en ambulancia. Dices: si tengo una urgencia ¿me cobrarán por llamar una ambulancia, como si fuera un taxi? No, los casos de urgencia son los que se salvan de pagar el billete. El resto, lo que se llama traslado “no urgente”, tendrá que pasar por caja. Por ejemplo, si te llevaron en ambulancia a urgencias (ese viaje no lo pagas) y ahora te han de llevar en ambulancia de regreso a casa (éste sí paga). O, por ejemplo, los viajes que han de realizar periódicamente los enfermos crónicos para someterse al tratamiento, que éste es el colectivo más afectado por la medida porque es el que más utiliza la ambulancia y no por capricho, como sabemos. ¿Cinco euros por ir y volver del hospital? No, cinco por ir y cinco por volver, se consideran dos traslados. La fórmula es la misma que se aplicó cuando nos subieron el copago de las medicinas en las farmacias: en función de la renta se establecen unos topes máximos mensuales. Quien ingrese menos de 100.000 euros al año tendrá un tope de 20 euros al mes. Si hace tres traslados, paga quince euros. Si hace cuatro, veinte. Si hace cinco, también veinte. Veinte es el máximo, pero hay que pagar los veinte. Quienes ganen más de 100.000 al año tendrán tope de sesenta y los que estén por debajo de 18.000 euros, diez euros máximo. La mayoría de la población está entre 18.000 y 100.000, es decir que, para la mayoría, el tope es de veinte. Si haces más de cuatro viajes en ambulancia pagas cinco por cada viaje y luego ya te devolverán lo que sobre. Quedan exentos de pagar los parados sin prestación y las personas que viven de una pensión no contributiva o que perciban rentas de integración social, es decir, aquellos españoles que tienen que apañarse con ingresos muy muy mínimos (y que si encima tienen que pagar cinco euros por la ambulancia enferman del susto). El mensaje que transmite el gobierno (y los gobiernos autonómicos, que hacen suya la medida) es el que ya conocemos porque es un mensaje comodín que sirve lo mismo para el copago que para las tasas judiciales, el IVA de las peluquerías o el IRPF de los autónomos: no hay dinero para sostener los servicios públicos y de algún lado hay que sacarlo. ¿De dónde? De dónde va a ser, de donde sale el dinero que manejan los Estados: el bolsillo, claro, de los ciudadanos. El famoso bolsillo menguante que, entre las bajadas de salarios, las subidas de impuestos que ya existían, la aparición de impuestos nuevos, los precios, las tasas y las retasas, está cada vez más flácido. “Gobernar es repartir dolor”, como dice Gallardón. Repartir dolor y sacar dinero. Al menos esta vez se han abstenido de decir que la de la ambulancia es una tasa disuasoria y pedagógica. Para enseñar a la gente que no hay que gastar ambulancia porque sí, ¿verdad? Como hay tantos ciudadanos que abusan de la ambulancia, todo el día llamándola sólo para darse un garbeo por el barrio (encienda las luces, que así es más animado). Disuasoria no es. O sea, confiemos en que no sea. En que nadie que necesite un traslado en ambulancia se vaya a pie hasta el hospital para no tener que pagar los cinco euros.

No queda otra, es el estribillo del gobierno. Esto es lo único que se podía hacer. Con las pensiones el argumento ha sido el mismo: íbamos a haber revalorizado pero... salió el IPC de noviembre y vimos que no era posible. Los datos lo impidieron. A Fátima Báñez le ha tocado defender esa posición hoy en el Congreso con la mayoría de los diputados haciéndola suya más por disciplina que por convicción. La mayoría de los diputados, claro, es del PP (mayoría absoluta, por eso Rajoy relativiza tanto las movilizaciones de protesta: en el Parlamento sus decretos siempre son convalidados). Porque todos los demás diputados, los que no son de la mayoría gubernamental, han hecho piña hoy para llevar el decreto de las pensiones (el rechazo a ese decreto) hasta la más alta instancia, el Tribunal Constitucional (que, como no espabile, va a estar resolviendo recursos atrasados hasta el día del juicio final). Todos los grupos de la oposición firman el recurso contra el decreto. Bueno, todos menos Amaiur, porque el PSOE y UPyD han dicho que ellos con Amaiur no quieren firmar ni autógrafos. Y como a Amaiur la han dejado fuera, ERC se ha quedado también fuera a hacerle compañía. De manera que, al final, ha sido piña pero no ha sido plena. Luego lo escuchamos.

A Julio Garma y Alex Otero, españoles ambos, que han conseguido salir en el Wall Street Journal como ejemplos de jóvenes españoles que han encontrado en la web un medio para difundir su creación, en concreto esta serie-web de animación que se llama “Freaklances” (las penurias del pobre Fausto) y que este diario tan influyente elige como punto de partida para su crónica sobre cómo los jóvenes españoles ahogan sus penas (o las convierten en historias divertidas) en Internet. “Freaklances”, “Malviviendo” o “Treintañeros”.

 

Nuevas tendencias para una actividad de siempre, narrar.

 

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