EL BLOG DE ALSINA

No se ha comprado una fusta para no gastar

Les voy a decir una cosa.

No se ha comprado una fusta para no gastar. Pero si el ministro Montoro se hubiera presentado esta tarde vestido de cuero, botas altas, la porra en la mano y esposas de pega, ninguno se hubiera sorprendido porque todos ellos saben a lo que iban.

ondacero.es

Madrid | 06.03.2012 20:30

Cristóbal Montoro, en el Consejo de Política Fiscal y Financiera
Cristóbal Montoro, en el Consejo de Política Fiscal y Financiera | Agencia EFE

No era un baile de disfraces, no, no podía serlo porque aquí las máscaras hace tiempo que cayeron y las telarañas que hay en la caja no hay ya quien las camufle. Era el consejo de política fiscal y financiera, la visita al dentista que cada cierto tiempo les toca hacer a los consejeros de Hacienda de los gobiernos autonómicos para que el gobierno central les cante las cuarenta. O para cantárselas mutuamente, porque el gobierno tira de la orejas a los gobiernos autonómicos por no cuadrar sus cuentas ni de casualidad y los gobiernos autonómicos le reprochan al central que hiciera en su día unas previsiones de ingresos vía impuestos que han resultado ser el cuento de la lechera.

Es verdad que este reproche por el pésimo diagnóstico de lo que se venía encima se lo hacen los gobiernos regionales al gobierno anterior, que fue el último que pactó con las comunidades un nuevo sistema de financiación, el sudoku de Pedro Solbes,¿se acuerdan? Ustedes igual no pero él les aseguro que sí. Y Elena Salgado también, porque fue ella quien heredó aquel bacalao y remató la faena. Dos años y medio antes de abandonar el gobierno para enchufarse a la empresa privada. El modelo de financiación, que los gobiernos autonómicos consideran insuficiente, lo pactó el gobierno Zapatero, es verdad.

Pero como ahora el gobierno es de Rajoy, le toca a éste ver cómo se las ingenia para que las regiones puedan seguir pagando los servicios públicos que prestan -capítulos tan abultados como sanidad y educación- en un contexto de segunda recesión y caída segura de los ingresos. El modelo de financiación que está en vigor se alumbró en el año 2009. Un año después se decidió que el tope de déficit público en que podían incurrir las comunidades sería del 1,3 para 2011 y 2012. Como hoy ha recordado el secretario de Estado Beteta, esto está firmado.

Y es verdad que lo está. Pero en 2011 ya hemos visto para lo que ha servido: tenía que haber sido un 1,3 y acabó siendo casi un 3 %. A Zapatero le metieron presión los presidentes autonómicos hace un año para que revisara el modelo financiero y él respondió que no se puede estar modificando el sistema cada año en función de las circunstancias; ya se sabe lo que le pasaba siempre al anterior presidente: tendía la mano a las autonomías y éstas, insaciables, le intentaban arrancar los brazos. Bueno, así lo veía el gobierno central de antes y un poco así lo ve también el gobierno central de ahora. Se ha extendido entre buena parte de los ministros y ex ministros la idea ésta de que el gran agujero de la administración española son las autonomías,  las que ahora ven como un monstruo que parimos en la transición y que va a terminar por engullirnos a todos. Normal que los presidentes autonómicos se revuelvan y digan: oiga, que me he hecho cargo de la sanidad, la educación, las infraestructuras, y que el Parlamento nacional aprueba leyes que luego he de aplicar yo, como la dependencia, necesitaré más dinero para poder hacerlo. O como dice el presidente de Cantabria, que los años de abundancia y barra libre de gasto son historia porque ahora se dedican a “gestionar la miseria”.

A todos ellos están haciendo sus números para este 2012 desde que el gobierno anunció, la semana pasada, a cuánto asciende el máximo de déficit que les va a permitir a final de año, el 1,5 que Rajoy presenta como una concesión generosa dado que lo que tenían firmado, hasta ahora, era de dos décimas menos. “Dos décimas y ni una más”, les dice el gobierno a los presidentes autonómicos cuando éstos van a la Moncloa con cara de “no me hagas esto, Mariano, no me hagas esto”. Ponen cara de angustia, amagan con hacer pucheros, pero no consiguen -al menos en la versión oficial- que el gobierno se ablande y les consienta gastar un poco más ingresando un poco menos. “Flexibilidad, ninguna”, dice Montoro embutido en su pantalón de cuero, en plan castigador. “El equilibrio cuesta y aquí es donde vais a empezar a sufrir, con sudor”. Hoy recibió a los consejeros autonómicos en el ministerio con cara de tío Gilito pero en pobre:

-   Éste es el cinturón, a ver, id cogiendo uno cada uno. Todos son de la misma talla, eh. Eso es, el 1,5. Os los vais poniendo y luego hablamos.

Y entonces un consejero decía, agobiado:

-   Ay, Cristóbal, que mi gobierno no entra en este cinturón tan pequeño.

-   Pues adelgaza, guapo -saltaban los altos cargos del ministerio- adelgaza como estamos haciendo todos.

Hasta ahora también tenían cinturón, pero era, digamos, elástico. Y ahora dice el gobierno que “a pasar por el aro”. Cuidado, Zapatero hace un año dijo que él se iba a encargar de que las comunidades autónomas cumplieran con el 1,3, pero luego se le complicó todo al presidente y acabó tirando la toalla del gobierno y de su propio partido.

Ahora le corresponde a Rajoy, no anunciarlo sino cumplirlo. Porque ha osado desobedecer a Bruselas fijando él un objetivo de déficit y sólo faltaría que el nuevo tampoco se cumpliera. Por eso el presidente ha encomendado a Montoro que esta tarde hiciera de Merkel. Tú haz de Merkel, Montoro”, que significa: ladra, Cristóbal, ladra a la oveja que se desvíe del sendero; pégale un buen berrido para que vuelva al redil y no bale, o sea, se calle. Montoro, que como titular de Hacienda pasa por ser el ministro come marrones pero que se ha reinventado a sí mismo como bombero con manguera que riega de liquidez a autonomías, ayuntamientos y proveedores, llegó a la reunión de esta tarde sabiendo que eran dos las ovejas -perdón, los consejeros- que asumirían el papel de díscolos, ¿verdad?, de discrepantes o insumisos. Ataca, Cristóbal, ataca.

A saber: el señor Mas-Collel, jefe de la Hacienda catalana, y la señora Martínez Aguayo, consejera andaluza. Cuyos gobiernos respectivos vienen diciendo que la severidad del gobierno es excesiva. El catalán dice que no es justo, ni proporcionado ni serio. Y el andaluz, que está mal repartido el peso del recorte porque las comunidades autónomas tendrán que hacer mayor sacrificio que la administración  general del Estado. Ataca, Cristóbal, ataca. El gobierno responde que ya ha puesto en manos de las regiones más ingresos al subir el IRPF y al aumentarles el plazo para devolver los anticipos que hizo el Estado. “No os quejéis, que podía haber sido peor”, es el mensaje que les traslada. El resto de los consejeros ha hecho menos ruido (o ningún ruido) porque son casi todos del PP y no conviene quedar ante la familia como verso suelto.