OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Los ataúdes que no se ven"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre las consecuencias que puede tener a nivel mundial la escalada de tensión por parte de Rusia y su amenaza de usar armas nucleares.

Carlos Alsina

Madrid | 22.09.2022 08:37

Hay algo que no sabemos, y es cuántas cajas de madera se han utilizado ya. Cajas con los cuerpos inertes, y mutilados, de los jóvenes rusos muertos en la guerra.

Jóvenes rusos obligados a asumir la obsesión de un autócrata

Hay una realidad que no hemos visto, porque la censura es parte de la propaganda del régimen: los féretros que siguen llegando, cada día, desde el frente ucraniano hasta hogares en los pueblos y las aldeas de Rusia. Hay un dato que el gobierno ruso mantiene en secreto: cuántos han sido ya esos féretros; cuántos muertos suma ya esta guerra, con cuántas vidas ha terminado ya Putin, no de ucranianos que defienden su patria sino de jóvenes rusos obligados a asumir como propia la obsesión de un autócrata.

Cuántos muertos.

Cuántos de esos trescientos mil jóvenes volverán a casa en una caja de madera. Sin que Putin siquiera parpadee

La única vez que un medio oficial atribuyó, por error, un dato al ministerio de Defensa ruso eran nueve mil los soldados rusos caídos. Fue hace ya muchos meses, cuando la guerra llevaba cien días. Hoy estamos en el día doscientos once.

El gobierno de Ucrania sostiene que son cuarenta mil los militares rusos muertos. La CIA habla de quince mil. La mayoría de ellos tendrían las mismas edades que estos trescientos mil jóvenes que desde ayer saben que van a ser enviados, de manera inmediata, al frente. Cuántos de esos trescientos mil volverán a casa en una caja. Sin que Putin siquiera parpadee.

"Putin quiere ahogar Ucrania en la sangre de soldados rusos"

A Zelenski le salió ayer una frase desgarradoramente redonda, por lo dura y por lo cierta: ‘Putin quiere ahogar Ucrania en la sangre de soldados rusos’. Porque la sangre la ponen, en efecto, estos jóvenes reclutados. El zar sólo pone la obstinación, la chulería, la soberbia. La indiferencia por el destrozo que le está haciendo no sólo a la sociedad ucraniana, sino al pueblo ruso.

Nada genera más incertidumbre que un caudillo frustrado y empecinado, es decir, recalcitrante, que tiene en su mano usar armas nucleares. Si hasta ayer el mayor obstáculo al que se enfrentaban los planes económicos de todos los gobiernos era la incerteza sobre la duración, y el curso, de la guerra en Ucrania, después de lo de Putin de ayer el obstáculo alcanza una dimensión equivalente al ego del zar Vladimiro I.

Nada genera más incertidumbre que un caudillo frustrado y empecinado que tiene en su mano usar armas nucleares

Para quienes vivimos aquí, en un país mediano de la Unión Europea y de la OTAN, el mal cuerpo que produce escuchar a Putin tiene que ver con el riesgo a que esta guerra que hoy está localizada, ceñida al territorio de Ucrania, derive en guerra mundial con armamento atómico de por medio. No es una preocupación cualquiera.

"La paz mundial está hoy en peligro"

Y antes que eso, con el riesgo inmediato de que el recrudecimiento de la guerra agrave la crisis energética -crisis de precios- y todos los problemas que hoy tenemos acaben siendo más hondos y más duraderos. Borrell, que viene siendo como el heraldo de las peores augurios, escribió ayer que la paz mundial está, hoy, en peligro.

España, que es nación de la OTAN aunque a la cuarta parte de sus ministros la alianza les produzca urticaria, reafirma, por boca del presidente Sánchez su compromiso con Ucrania para plantarle cara a la nueva arremetida rusa.

Sigue poco receptivo el ruso a los llamamientos de Belarra y Echenique para que declare un alto el fuego

A la otra parte del Gobierno, la cuarta parte, hay que agradecerle esta mañana que nos haga entender a los ciudadanos cosas tan complejas como ésta que explicó ayer Belarra donde Julia Otero.

Acabáramos. Menos mal que hay alguien que lo dice, eh. Movilizar trescientos mil soldados, redoblar la producción de armamento y amagar con usar armas nucleares contribuye a la escalada bélica. No es que contribuya, es que Putin ha diseñado y ejecutado una escalada, tal como diseñó y ejecutó una invasión, tal como tiene diseñado, y ejecuta, el sacrificio de miles de jóvenes rusos en Ucrania.

Sigue poco receptivo el ruso a los llamamientos de Belarra y Echenique para que declare un alto el fuego.

Escrivá ayer estuvo ingenioso

El ministro Escrivá estuvo ayer ingenioso. Cuando le preguntó la prensa en el Congreso qué ventajas le ve a centralizar impuestos.

Es riguroso el ministro: de su boca no salió la palabra "centralización", salió de la mía. Él se limitó a hacerla suya. Ayer estuvo ingenioso pero cobardón. Si uno tiene un criterio, ha de defenderlo sin miedo a llamarlo por su nombre. Aunque a la Moncloa le lleven los demonios por hablar con demasiada franqueza.

Esto también es verdad. Ya lo dijimos ayer. Que el Gobierno claro que está por la centralización, lo que quiere es que se le llame así. La ministra Montero, al negarlo, terminó de confirmarlo.

Ayer estuvo ingenioso pero cobardón. Si uno tiene un criterio, ha de defenderlo sin miedo a llamarlo por su nombre

Hoy los gobiernos autonómico tienen la potestad legal de bonificar el 100 % el impuesto de patrimonio. Lo que el Gobierno quiere es arrebatarles esa potestad fijando un mínimo de obligado cumplimiento. Achicar el margen de decisión de un gobierno autonómico se llama centralizar la decisión, imponérsela o dársela hecha.

Al Gobierno le molesta que se compita a la baja con este impuesto

Al Gobierno no le incomoda que las regiones compitan fiscalmente, le incomoda que compitan a la baja y sólo en este impuesto. Imagine que todos los gobiernos autonómicos, de todo signo, deciden mañana emular a Zapatero y suprimen todos el famoso impuesto. Más armonización no cabe: todos iguales, sin el impuesto. ¿Se declararía satisfecho el gobierno ante semejante armonía? Por supuesto que no.

No es la competición, es la eliminación de impuestos. O de este impuesto. Porque también compiten los gobiernos regionales en los tipos que aplican al tramo autonómico del IRPF y a nadie le ha parecido nunca que sea un problema.

No, el Gobierno no pide esfuerzos. El Gobierno impone que se le pague más dinero a Hacienda. No es voluntario, ministra

La ministra se ha puesto, por cierto, el sombrero de exploradora para encontrar el camino que conduzca a obligar a quienes tengan lo que llama grandes fortunas a pagar más impuestos. Bueno, ella, dice pedirles un esfuerzo.

Explorar, qué verbo tan curioso para el noble trabajo de echar cuentas y ver de quien puedes sacar recursos. No, el Gobierno no pide esfuerzos. El Gobierno impone que se le pague más dinero a Hacienda. No es voluntario, ministra. Lo próximo es concretar qué se considera gran fortuna y de cuánto va a ser el palo.