OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Sánchez se reencuentra con su público"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre el acto de Pedro Sánchez en el Liceo donde presentará el proyecto 'Reencuentro: un proyecto de futuro para toda España'.

Carlos Alsina

Madrid | 21.06.2021 08:48

Que nadie duerma. Nessum dorma. Nadie duerma porque hoy debuta sobre el escenario del Liceo un nuevo tenor.

En la cabeza del Presidente suena así. O sueña así. En la cabeza del Presidente y de su equipo de letristas y coreógrafos es así como debería resultar el acto de este mediodía. En el Liceo. Icono de la cultura catalana. Los trescientos invitados puestos en pie cuando él pronuncie las palabras convivencia, diálogo, reencuentro. Indultos. La viva imagen de la sociedad catalana abrazando al artífice de la concordia redescubierta.

"Pedro Sánchez comprobará que las butacas reservadas a la sociedad independentista permanecen desdeñosamente vacías"

El problema que va a tener hoy el Presidente es que la sociedad catalana que estará representada en el Liceo será la que ya está reencontrada. Media entrada sólo en el teatro. Cuando el tenor, eficaz en su interpretación de este nuevo papel que se ha asignado ---reconstructor de puentes por la gracia de dios y de su persona--- levante la vista y contemple la platea comprobará que las butacas que él había reservado a la sociedad independentista permanecen desdeñosamente vacías.

Los prebostes de este sector del público le han hecho al Presidente una muy maleducada butifarra. No sólo han rechazado su invitación al estreno Pere Aragonés, esperanza blanca del reencuentro, los catorce miembros de su Gobierno,Laura Borrás, presidenta del Parlamento que ejerce de presidenta del rodillo y las asociaciones independentistas, sino que algunas de ellas han contraprogramado a Pedro Sánchez organizándole protestas callejeras nada espontáneas. Rufián, el mejor amigo del PSOE en el Congreso, contraprograma también con la presentación de una iniciativa para que se apruebe una ley de amnistía. Le acompañará la portavoz de su partido, Vilalta, que el viernes despachó lo de Sánchez diciendo que no cabe.

El presidente Sánchez tiene ocasión este mediodía de explicarnos todo lo que aún no ha explicado. Cuándo y por qué llegó a la conclusión de que no hay más camino que el indulto

Puesta en escena operística. Joaquim Torra, a quien el Presidente también invitó, le ha respondido tuiteramente que él no asiste jamás a actos de propaganda del paternalismo colonial español. Y Puigdemont, el líder de la revuelta del 17 que permanece sin juzgar, desafía a Pedro Sánchez a comparecer en el Parlamento catalán. Quiere verle en el Parlament, contándole al rodillo indepe su plan para la convivencia. Y enfrentándose a la agria recepción que, sin duda, le dispensarían los diputados de Junts per Cataluña.

El Presidente tiene ocasión este mediodía, como contamos el viernes, de explicar todo aquello que a día de hoy aún no ha explicado. Cuándo y por qué llegó a la conclusión de que su dianóstico de la campaña electoral del 19, y el camino que según él conduciría a la convivencia (diálogo, sí, pero con cumplimiento íntegro de la pena) era todo un gran error. Cuándo y por qué llegó a la conclusión el Presidente de que no hay más camino que el indulto.

Ya que tiene dicho que la medida le hará bien al conjunto de los españoles; ya que tiene dicho que comprende los reparos y la desconfianza; ya que ha antepuesto la actuación en el Liceo a la comparecencia en las Cortes para dar cuenta de su plan para Cataluña, hoy es el día para aparcar los lemas y entrar, por fin, al fondo del asunto.

Sabiendo que esto que las crónicas llaman la sociedad civil presente en el Liceo será, en el mejor de los casos, una sociedad coja. Faltan asociaciones constitucionalistas a las que la Moncloa no ha invitado. Y faltan, sobre todo, los ciudadanos que aplaudieron la arremetida de 2017 porque quienes aplaudieron la ruptura no quieren dejarse ver en un acto que se titule reencuentro y que haya organizado el Estado.

Quienes aplaudieron la ruptura en 2017 no quieren dejarse ver en un acto que se titule reencuentro y que haya organizado el Estado

En la acostumbrada filtración dominical a los diarios afines, el Gobierno hizo saber ayer que los nueve indultos que se aprueban mañana llevan, cada uno de ellos, un informe largo de treinta folios ---no vaya a parecer que no se ha reflexionado al respecto---. Treinta folios que se resumen en una frase: ‘fomentar la convivencia en Cataluña’. Es decir, y sin sorpresa alguna: lo de la utilidad pública que, como venimos explicando desde que el ministro Campo abrió este melón, es el único camino que le sirve al Gobierno para argumentar que se indulte en contra del criterio de la fiscalía y del Tribunal Supremo y sin que pueda alegar que los condenados hayan asumido la gravedad de lo que hicieron y su carácter delictivo. En ausencia de informe favorable del tribunal que condenó, el Gobierno sólo puede indultar parcialmente y justificarlo no en el comportamiento de los condenados sino en lo que espera que traiga consigo la decisión política. O sea, en que sirva al objetivo último de apaciguar los ánimos de los ciudadanos independentistas.

El ministro Ábalos, reconvertido en la voz dominical del Gobierno para los indultos, se preguntaba ayerqué necesidad hay de que nadie se arrepienta de nada. Está bien que Ábalos se pregunte quién pide que haya arrepentimiento. Pues usted, ministro, lo pedía usted hasta que Sánchez decidió que había que dejar de pedirlo. Lo pedían usted y Adriana Lastra cuando Iceta sugirió los indultos en 2017, debe de ser que entonces eran muy derechas los dos. Eso, o que no tienen criterio propio.

"El dictamen del Consejo de Europa será un revés para el Tribunal Supremo, la Fiscalía y para el Estado"

Habrá de expresar hoy el Gobierno criterio sobre la resolución del Consejo de Europa. Se vota hoy y se aprueba, salvo sorpresa, en la Asamblea de esta entidad. Parafraseando a Chesterton, hoy el periodismo consiste en decirle qué ha hecho el Consejo de Europa a personas que no sabían que existía el Consejo de Europa. Y que nunca le han prestado, por tanto, la menor atención a sus resoluciones. El Consejo de Europa no es la Unión Europea ni ninguno de sus órganos. Es una institución integrada por diputados y senadores de cuarenta y siete países que tiene su sede en Estrasburgo.

Hoy el pleno de esa Asamblea hará suyo el informe que ha preparado un diputado de Letonia, Boriss Cilevics, el letón, sobre la sentencia del procés. El diputado estuvo en España el año pasado, hablando con gente, y en su informe se percibe que fue más receptivo, o más partidario, de lo que le expusieron las organizaciones independentistas que el Gobierno y la fiscalía. Asume el letón que en España no se persigue a nadie por su ideología, y que los condenados, en efecto, delinquieron, pero él opina (opina él) que las penas son muy duras y que la sedición no quedó acreditada en el juicio (él opina). Por eso entiende (él entiende) que deberían ser excarcelados ya los condenados y reformado el código penal para aminorar las penas. Hoy lo que va a suceder es que sus opiniones personales pasarán a ser recomendación oficial del Consejo de Europa al Estado. Y aunque casi nadie sepa qué es el Consejo de Europa ni le importe, el dictamen ---justo es admitirlo--- será un revés para el Tribunal Supremo, para la Fiscalía y para el Estado.