OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El dinero para comprar los votos, ¿de dónde salía?"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre los últimos casos de corrupción relacionados con la compra de votos por correo en Melilla y Mojácar, escándalos que afectan a los partidos Coalición por Melilla y PSOE a cuatro días de las elecciones municipales y autonómicas.

Carlos Alsina

Madrid | 25.05.2023 08:31

El día en el que el mundo recuerda, Simply the best, a Tina Turner, la mujer que inició su carrera musical a la sombra de un hombre, Ike Turner, al que sobrevivió -a él y a su maltrato conyugal- y al que sobrepasó, arrolló, en éxito, en popularidad y en reconocimiento de la industria musical.

La muerte de Tina Turner, diez años después de abandonar el escenario, retirada en Suiza, es noticia de portada en los medios de todo el mundo. Y no es para menos porque, en el caso remoto de que hubiera alguien en el planeta que no supiera quién era Tina Turner, seguro que escucha ‘Private dancer’ o el ‘No necesitamos otro héroe’ de Mad Max y, como poco, le suenan. Reina del rock es el lugar común que más se repite hoy en los titulares. Y reinar, es verdad que reinó, a la altura de Patti Smith o de Janis Joplin.

La corrupción aterriza como elemento principal a cuatro días de las elecciones

Por aquí, por las Españas, y a cuarenta y ocho horas de que los partidos plieguen los carteles y aparquen la furgoneta electoral -mañana se acaba la campaña-, la corrupción aterriza como elemento principal de estos dos días que quedan. Corrupción es, por supuesto, comprar votos por correo. Y corrupción es emplear dinero negro, obtenido no se sabe cómo, para poder pagar esa compra. Y eso vale para Melilla y para Mojácar, las dos ciudades en las que está abierta una investigación sobre compra de votos por correo y sobre la procedencia de ese dinero.

Que al PSOE se le ha abierto un agujero en Mojácar está fuera de discusión

Que al PSOE se le ha abierto un agujero en Mojácar está fuera de discusión. Que a cuatro días de unas elecciones te detengan al número dos de la lista -¡el dos!- es un desastre del que ya no te recuperas. No tuvo suerte el ministro Bolaños, que acudió la semana pasada disciplinadamente a Mojácar a decir estas cosas que se dicen, como si uno se las creyera, en los actos de partido.

El candidato ya no da entrevistas

Sólo hay algo peor que que te detengan al número dos de la lista, y es que te detengan al número uno. El número uno es el candidato a alcalde, Manolo Zamora. Convertido, por obra y gracia (para él, desgracia) de esta investigación judicial en el primer candidato en la historia que en lugar de hablar, y hablar, y hablar, se queda mudo.

El alcalde de Mojácar, el primer candidato en la historia que en lugar de hablar, y hablar, y hablar, se queda mudo

El candidato ya no da entrevistas. Prefiere emitir un comunicado. En el que dice que está consternado y que en ningún momento ha tenido conocimiento de que su equipo estuviera cometiendo irregularidad alguna.

Sólo faltaba, digo yo, que sabiéndolo hubiera dejado hacer, sólo faltaba. Lo que ya no te quita nadie es el papelón de no haber olido lo que estaban urdiendo tus compañeros de lista. Pero es un comunicado raro, porque la detención de su número dos y su número cinco no le merece ni media línea y, sin embargo, dedica dos párrafos a los presuntos delitos cometidos por la candidatura del PP en el uso del censo. El problema para el alcalde, claro, es que a quien le han detenido a personas muy principales de su lista es a él, no al PP. Y que la lista ya no hay quien la cambie, por mucho que suspendas de militancia o que garantices que no recogerán su acta.

Por el momento nada vincula lo de Mojácar con lo de Melilla

No se conocen detalles de los hechos que han llevado a la detención de los dos candidatos socialistas, ni cuál es el origen de la investigación judicial, es decir, si parte de una denuncia por compra de votos o se han encontrado los investigadores de la Guardia Civil con este caso de corrupción mientras investigaban otras cosas, que podría ser. Pero tal como ocurre en Melilla, si hay candidatos del PSOE comprando votos por correo, lo siguiente es aclarar con qué dinero los estaban comprando.

No consta, con lo que hoy se sabe, que exista vínculo alguno entre lo de Melilla y lo de Mojácar. Aunque González Pons, del PP, debe de tener más información que el resto porque ayer proclamó que es una misma trama.

Repito que, en este momento, no hay nada que vincule lo de Mojácar con lo de Melilla. Donde ha salido, por cierto, el responsable del PP, Imbroda, a desmentir que uno de los detenidos, Heredia, tenga relación alguna con su partido. Porque las sospechas que aparecían en los medios apuntaban a este individuo como afín a los populares.

La corrupción sin fin

En Melilla el pez más gordo de los detenidos era consejero del gobierno autonómico, este Al Lal al que ayer destituyó el presidente de la ciudad autónoma (uno de los últimos supervivientes de Ciudadanos, Eduardo de Castro).

Que te detengan por corrupción a un consejero, por más que sea de otro partido, tampoco es un reconocimiento a tu trayectoria. Porque éste es un gobierno formado por Coalición por Melilla, 8 concejales, el PSOE, 4, y Ciudadanos, 1. Dices: para un sitio en el que Ciudadanos consiguió una presidencia fruto de sus pactos, y mira cómo acaba.

Cuesta creer que el líder de su partido, el histórico Mustafá Aberchán, con currículum ya en esto de comprar votos, no estuviera al tanto

Porque al consejero se le investiga por la compra de hasta diez mil votos en compañía de otros. Cuesta creer que el líder de su partido, el histórico Mustafá Aberchán, con currículum ya en esto de comprar votos, no estuviera al tanto. Y sobre todo, cuesta creer que el tal Al Lal dispusiera de un millón y medio de euros en negro para hacer los pagos.

La sospecha de que se ha utilizado la administración, las adjudicaciones de contratos públicos, para cobrar comisiones a los beneficiados y pagar, con esas comisiones, el voto por correo es una sospecha sólida.

Y viene a ser el colmo de la corrupción, rizar el rizo: manipulo contratos públicos para cobrar dinero negro con el que intento asegurarme seguir controlando la adjudicación de contratos para poder seguir comprando voluntades eternamente. La corrupción sin fin.