Diez años. Han tenido que pasar diez años. Para que el gobierno de España, hoy presidido por Pedro Sánchez, haga lo que el Parlamento le instó a hacer hace diez años, presidido entonces por Mariano Rajoy.
Diez años después el gobierno reconoce la existencia del Estado palestino
Diez años después, el gobierno cumple con la encomienda que le hizo el Congreso, con la abrumadora mayoría de trescientos diecinueve diputados -sólo uno votó en contra-, de reconocer ya la existencia del Estado palestino. Aún no estaba Podemos ni Yolanda Díaz en aquel Congreso.
Una década separa -o une- el día en que Trinidad Jiménez, grupo socialista, y Beatriz Salmones, grupo popular (oposición y gobierno) pusieron voz al acuerdo que habían alcanzado… con este otro día de 2024 en que el presidente Sánchez le puso fecha al cumplimiento del mandato.
Lo que hace diez años se celebró como un consenso entre los dos partidos mayoritarios del país hoy se presenta como el consenso entre los partidos del gobierno
Lo que hace diez años se celebró como un consenso entre los dos partidos mayoritarios del país hoy se presenta como el consenso entre los partidos del gobierno (está claro que ahí hemos rebajado las expectativas). Y lo que hace diez años se celebró como una contribución de España a la negociación entre Israel y Palestina, reconociendo, como dijo aquella proposición, los derechos de ambos pueblos, hoy genera un debate más artificial que sincero. Porque en el fondo último del asunto, que es respaldar que han de coexistir dos estados soberanos -dos, que no uno- ‘from the river to the sea’, desde el Jordán hasta la orilla del Mediterráneo, siguen estando de acuerdo el PSOE y el PP, los gobiernos de la Unión Europea, el Reino Unido y Estados Unidos.
Reparo por reconocer a Palestina como Estado en este preciso momento
El reparo que una parte de esos gobiernos, y una parte de los partidos políticos españoles, le ponen al reconocimiento de Palestina como estado es el momento elegido. Porque siendo cierto que Sánchez lo hace en respuesta a la operación militar de Israel en Gaza y en la idea de que sirva como presión a Netanyahu para ponerle fin a esa operación y sentarse a negociar con la Autoridad Palestina, ocurre que la intervención militar israelí fue, a su vez, la respuesta a los atetados de Hamás y el secuestro, que aún se prolonga, de más de cien personas.
El reparo es que pueda interpretarse que un paso como éste, que supone un avance para la causa palestina, es el fruto de la acción terrorista de una organización armada palestina. Ayer dijo el presidente que Hamás rechaza la solución de los estados -es verdad, Hamás aspira a exterminar el estado israelí con los israelíes dentro- pero lo cierto es que ha celebrado el anuncio español. Celebrado por Hamás y condenado por Israel. Habrá que añadir cuanto antes que también se ha felicitado la Autoridad Nacional Palestina, que nada tiene ni de terrorista ni de complaciente con los asesinatos y los secuestros.
No es verdad que los gobiernos de España, Irlanda y Noruega sean cómplices del terrorismo antisemita
No es verdad que los gobiernos de España, Irlanda y Noruega sean cómplices del terrorismo antisemita. No es verdad que estén tomando partido por Hamás y en contra de los israelíes. Y no es verdad que reconocer el Estado Palestino, o aplaudir la iniciativa, equivalga a aplaudir a Hamás, lo que hace y lo que representa.
El gobierno de Israel está en su derecho a discrepar, criticar y responder como le parezca oportuno -acorde- al paso que han dado estos tres gobiernos. A lo que no tiene derecho es a tachar de filoterrorista o antisemita a todo el que comparta el paso que se ha dado. Ya incurrió la embajada israelí en la distorsión de imputar afinidad con el terrorismo a dos ministras españolas en octubre, acusación, por cierto, que no fue respondida por Sánchez con la llamada a consultas de nuestro embajador en Tel Aviv. Fue Israel quien retiró a su embajadora en Madrid en noviembre y quien ahora la retira de nuevo.
A lo que no tiene derecho el gobierno de Israel es a tachar de filoterrorista o antisemita a todo el que comparta el paso que se ha dado
En 2014, cuando el Congreso instó a reconocer Palestina, el gobierno de Israel había completado una intervención militar en Gaza alegando que Hamás persistía en el lanzamiento de cohetes; Naciones Unidas había condenado los crímenes de guerra del ejército israelí y Estados Unidos intentaba frenar a Netanyahu y sentarle a negociar con la Autoridad Nacional Palestina.
La historia nunca se repite pero a veces lo parece. El mismo día que el Parlamento español respaldó el reconocimiento del Estado palestino se produjo un atentado en una sinagoga de Jerusalén en el que fueron asesinados cuatro rabinos.
Anunciada ahora la decisión, llegan las consecuencias
¿Cuáles serán las consecuencias? Hay una que no se va a producir: Israel no va a parar la toma de Gaza para sentarse a negociar los dos Estados. Hay otra que el gobierno desearía que se produjera pero tampoco parece probable: el efecto arrastre que lleve a los gobiernos que aún no lo han hecho a reconocer, también ellos, el estado palestino.
Y hay una tercera que está en manos de Netanyahu, que afecta a España: castigarnos haciendo algo que complique alguno de los problemas territoriales que tenemos aquí. Secreto no es ni la cultivada relación que tiene el independentismo catalán con el Estado de Israel ni la provechosa relación que mantienen hoy Israel y Marruecos desde la plena normalización de sus relaciones en 2020.
Esperar y ver.
Sánchez acude a que el Congreso se dé por enterado de lo que ha decidido
El presidente Sánchez invocó ayer, para defender su decisión, la voluntad mayoritaria de los españoles. Es caprichoso el presidente con esto de la mayoría social. Primero, porque si algo caracteriza su política exterior es que desdeña la opinión de las Cortes, que es donde está representada la sociedad.
No acude a proponer o a debatir, acude a que el Congreso se dé por enterado de lo que ha decidido, sea sobre Palestina, sea sobre Ucrania, sea sobre el Sáhara. Y segundo, porque tiene acreditado que, para otras cosas, la voluntad de la mayoría social le es perfectamente indiferente: dentro de una semana se aprobará la amnistía, no hacen falta más ejemplos. Con el rechazo de la mayoría social como el propio gobierno tiene admitido. La voluntad popular como coartada cuando conviene. A sabiendas de que, aquí, todas las decisiones las toma el mismo.
La voluntad popular como coartada cuando conviene. A sabiendas de que, aquí, todas las decisiones las toma el mismo
Es Sánchez quien retira a nuestra embajadora en Buenos Aires por el ataque de Milei a Begoña Gómez. Es Sánchez quien instruye a sus ministros para identificar al PP con el presidente argentino y con la violencia política. Es la costumbre de decidirlo todo él solo lo que explica la incomodidad del presidente cuando su voluntad no es suficiente para que las cosas salgan como él quiere. Por ejemplo, las leyes que requieren de una mayoría parlamentaria que no siempre tiene. Por ejemplo, los cambios que requieren de mayorías reforzadas que requieren del apoyo del principal grupo parlamentario de la cámara.
El elemento familiar es lo que lleva al presidente a tomar decisiones de política exterior
Varios grupos le afearon ayer al presidente que retire nuestra embajadora en Buenos Airesmientras mantiene al embajador en Moscú o la embajadora en Tel Aviv. Interpretan que llamar corrupta a la esposa del presidente es más grave que haber atribuido a dos ministras la condición de afines al terrorismo (como hizo el gobierno israelí) o haber imputado a España, y a la Unión Europea, colaboración con el nazismo ucraniano, que es como Putin describe a Zelenski.
La constatación de que el elemento personal, o familiar, es lo que lleva al presidente a tomar decisiones de política exterior que involucran al Estado; y que la ausencia de factor personal, en Gaza o en Ucrania, es lo que le lleva a no ver necesidad de tomarlas.
Si esto mismo lo hubiera dicho hace un mes, le habrían sobrado tres folios y medio de su carta de San Pedro a los corintios.