OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Presentar el engaño como virtud"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la falta de palabra de los políticos y, en concreto, de la candidata del PP en Extremadura, María Guardiola, que justificó su pacto con Vox invocando el interés general de los extremeños.

Carlos Alsina

Madrid | 03.07.2023 08:33

A veinte días de las urnas, cuatro para que empiece la campaña electoral que empezó en marzo, los líderes de los partidos han entrado en bucle. Le dan a la rueda del hámster y repiten allí donde van el repertorio ya sobradamente conocido. Tan sobradamente que empieza ser perfectamente prescindible:

· A estas alturas ya sabemos que Yolanda Díaz no va a explicar nunca por qué ha defenestrado a Irene Montero porque ella sólo quiere hablar de propuestas, lo mismo reducirnos a todos la jornada laboral que obsequiar a los jóvenes con veinte mil euros al cumplir los dieciocho años, da igual que el joven pertenezca una familia que llega asfixiada a fin de mes o pertenezca a la saga Botín, porque lo de las ayudas públicas en función de la renta se ve que sólo era progresista cuando pillaron al vicepresidente de Ayuso acogido al bono térmico, no en esto de la herencia universal porque los jóvenes, al parecer, tienen todos el mismo nivel de renta.

· A estas alturas ya sabemos que Abascal va a dedicar lo que queda de campañaa lo que ha dedicado los tres últimos meses, reivindicarse como el líder valeroso que mete en vereda a la derechita tibia y socialdemócrata. El que pone precio a las investiduras y antes que programas de gobierno amarra sillones. El comprador de moqueta que lo mismo coloca sectarios en las presidencias de los parlamentos autonómicos que se hace con las consejerías de Agricultura y Medio Rural para combatir desde ellas el consenso sobre el cambio climático.

Sánchez atribuye su mal fario demoscópico a la conjura jodeo-mediática

· A estas alturas ya sabemos que Sánchez atribuye su mal fario demoscópico a la conjura jodeo-mediática. Y que no entiende que poniéndose él mismo un notable como gobernante, los encuestados le estén enseñando la puerta de salida. Panda de desinformados, estos varios millones de españoles suscritos a los bulos, las intoxicaciones y las exageraciones sobre el Falcon. Trumpistas que no le perdonan que haya antepuesto siempre el bienestar del país a sus propios intereses. Y que la economía vaya como una moto, tal como dice su vicepresidenta primera y en contra de lo que dice su vicepresidenta segunda.

Feijóo insiste en demostrar que él no es Sánchez

· Y a estas alturas ya sabemos que Feijóo lo fía todo a abrirle los ojos a los votantes para que comprueben que él ni se llama Pedro ni juega al baloncesto ni miente. O sea, que él no es Sánchez. Tantas dudas tiene aún sobre si los españoles aciertan a distinguirlos que ayer se marcó un vídeo de diez minutos en el que sale todo el tiempo caminando, como Emilio Aragón en aquel programa en que seguía una línea blanca, mientras cuenta al espectador su vida e insiste mucho -para demostrar que él no es Sánchez- en cómo se llama.

Está claro, ¿no? ¿Resumen del vídeo?

Ganar el poder perdiendo el crédito

Que ya, que ya. Sabíamos quién no es y ahora sabemos quién es. Otra cosa es que el valor de su palabra esté sometido al examen inapelable del tiempo y de las conveniencias que vienen. Proclamó Feijóo el viernes que sin palabra no hay política. Y lo hizo el mismo día que su candidata en Extremadura se comía sus palabras, y su palabra, para presentar ante los extremeños su feliz casamiento con el señor de Vox.

Sin palabra no hay política, pero en Extremadura la palabra de una política ha quedado calcinada antes incluso de estrenarse como gobernante. O gobernanta. Ganar el poder perdiendo el crédito. A ver con qué cara le recrimina ahora a Sánchez cualquier dirigente del PP, incluido Feijóo, que haya incumplido el noventa por ciento de los compromisos que adquirió en 2019. Empezando por la promesa de que no metería en su gobierno ministros que consideraran a Junqueras un preso político para meter cinco la mañana siguiente a la jornada electoral.

Proclamó Feijóo el viernes que sin palabra no hay política. Y lo hizo el mismo día que su candidata en Extremadura se comía sus palabras para presentar su feliz casamiento con Vox

María Sin Palabra Guardiola aún quiso justificar su incumplimiento invocando el interés general de los extremeños, qué ocurrente.

No, si también se la juzgará como presidenta de la Junta. Pero es que aún no es presidenta. Y sí es incumplidora. Devaluar tu propia palabra proclamando lo poco que vale para ti misma tu palabra es una novedad política interesante. Pero aún peor es confirmar ante los ciudadanos que aquello que presentaste como una declaración de principios sobre Vox no era más que un calentón fruto del enfado. Qué pregunta tan pertinente le hicieron el viernes y qué respuesta.

Como estaba frustrada porque Vox no pasaba por el aro dijo que era un partido que deshumaniza al inmigrante y relativiza la violencia machista. Como ya se le ha pasado el enfado porque ha sido ella la que ha pasado por el aro, ya no tiene esa opinión sobre Vox. Aunque Vox no se haya movido un milímetro de donde estaba. Vivir para ver. Y para oir.

Aquello que presentaste como una declaración de principios sobre Vox no era más que un calentón fruto del enfado

Cuánto opinador que se lanza ahora a condenar la falta de palabra de Guardiola no levantó jamás la voz ante la falta de palabra de Sánchez. Cuántos que ahora censuran a Guardiola por decir una cosa y hacer justo la contraria han justificado, uno tras otro, estos cuatro años, los bandazos de un presidente cuyo único principio motor es la utilidad. Lo que ahora conviene y lo que no.

Aún pretenden convertir el engaño en virtud

Entrañable comprobar cómo las disquisiciones sobre qué es mentir y qué es cambiar de opinión, amigo Zapatero, se han evaporado al hablar del PP extremeño. La doble vara de medir de quienes militan en una de las partes.

Hace trece días María Guardiola era un ovni en la política española... anteponía la palabra dada a sus votantes, y los principios, a las conveniencias postelectorales. El ovni se estrelló y hoy es parte del paisaje. Del paisaje y de la fauna. De políticos que lejos de sentirse abrumados al ser cazados en su inconsecuencia -no lo llamen mentir que el presidente se enfada- aún son capaces de colgarse la medalla de haber cambiado de opinión por el bien de los ciudadanos. Aún pretenden convertir el engaño en virtud.