OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "No me vayan por ahí"

Carlos Alsina reflexiona en 'Más de uno' sobre el nuevo marco que utiliza el Gobierno para limentar la idea de que la derecha en España conspira contra la democracia y el orden constitucional, por lo que hay que expulsarla.

Carlos Alsina

Madrid | 19.12.2022 08:49

Quién estuviera en el Ave cuando el Constitucional diga cómo queda el asunto. Si es que hoy lo dice.

A la una y media partirá de la estación madrileña de Chamartín el tren que inaugura la alta velocidad entre Murcia y Madrid. Dos horas y tres cuartos de viaje. Treinta años después del Ave de Sevilla.

Se reúne el Constitucional

El nuevo servicio, en realidad, empieza mañana. Pero en la víspera, como es tradición, las autoridades políticas e institucionales tienen a bien hacer de conejillo de indias y verificar ellas que todo está en su sitio. De tal manera que estarán juntos el rey Felipe, árbitro y moderador de las instituciones de nuestro país; el presidente del Gobierno, Pedro Riesgoso Sánchez, amante de los riesgos; el presidente de la Región de Murcia, López Miras, que es del PP; y el presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, que es del PSOE (porque el Ave para en Orihuela y Elche).

Todos juntos mientras el Tribunal Constitucional está reunido para decidir lo que el jueves dejó sin decidir, que es si admite el recurso que ha presentado Feijóo contra el procedimiento seguido en el Congreso para cambiar la forma de elegir magistrados del propio Tribunal. Y que incluye el cambio de normas en el Consejo General del Poder Judicial, todo tramitado como una enmienda a la modificación del Código Penal, que nada tiene que ver ni con el C-G-P-J ni con el T-C.

Incluso quienes secundan a Sánchez en su objetivo de consumar la renovación de magistrados admiten que el procedimiento elegido es una chapuza, un atajo y una irregularidad

Mencionemos una mañana más que incluso quienes secundan a Sánchez en su objetivo último de cambiar la norma para consumar ya la renovación de magistrados que lleva pendiente desde septiembre admiten que el procedimiento elegido por el presidente es, como poco, una chapuza, a todas luces un atajo y, en el peor de los casos, una irregularidad que el Constitucional, en algún momento, acabará reprobando.

Hoy la batalla se limita a que lo haga ya, que es lo que quiere el PP, o se demore la deliberación para que la tramitación parlamentaria pueda consumarse en el Senado y entrar en vigor a primeros de año, que es lo que el Gobierno prefiere. Poco ha querido hablar el Ejecutivo de las razones para su urgencia. Ya escuchamos el viernes aquí que cuando le preguntaron a Sánchez por las prisas en lugar de dar argumentos bucó el burladero.

La tremenda amenaza sobre la soberanía popular

Se ajusta al reglamento. Así lo entendió la presidenta del Congreso, Batet, si no habría obrado de otro modo. Bien es verdad que ella no debió detectar la tremenda amenaza que sobre la soberanía popular se cernía el jueves, por haber convocado el Constitucional un pleno, porque no se le escuchó decir ni media. Estaban sus compañeros de partido denunciando complots, asonadas, golpes equiparables al de Tejero, y ella no sintió la necesidad de advertir de nada de ello. Igual es porque no comparte la reacción hiperbólica que ordenó, desde la Moncloa, el presidente víctima.

El presidente de un país europeo señala al presidente del Tribunal Constitucional como conspirador contra el Parlamento

El Constitucional dejó para hoy su primera decisión: admitir el recurso del PP o rechazarlo. Sólo por haber convocado el pleno ya le cayó la mundial al presidente Trevijano, incluido por Sánchez en el complot de la derecha contra el Parlamento, no es poca cosa. Y lo dijo el presidente en Bruselas, donde no debieron de reparar mucho en lo que decía porque frecuente no parece que sea que el presidente del gobierno de un país europeo señale al presidente del Tribunal Constitucional como conspirador contra el Parlamento.

No me vaya por donde no debe

Este fin de semana se hizo el ministro Bolaños un Patxi López. ¿Se acuerda usted de lo de Patxi? Decirle a los tribunales oiga, no me vayan por ahí.

Eso es: no me vayan. La versión Bolaños del no me vayan es ésta.

No quiere ni pensarlo. Las consecuencias. Terribles consecuencias. No quiere imaginarlas pero va, e imagina. Gravísimo todo. Y todo perfectamente evitable con que el Constitucional haga caso al Gobierno y no me vaya por donde no debe.

El Gobierno (o una parte del Gobierno, el núcleo duro de la Moncloa) está tan absorbido por el pulso que mantiene con los vocales atrincherados del C-G-P-J que ya le da igual sembrar la inquietud entre sus gobernados.

Conspiración para tumbar la democracia

Un ministro diciendo ‘no quiero ni imaginar lo que pasaría’. Hombre, su obligación es saber lo que pasaría. Que, en el peor de los casos para el Gobierno, sería tener que volver a tramitar su reforma legal por la vía lenta y armarse de paciencia. Presentar eso como un asalto al Parlamento es una elección que es libre de hacer. Pero será él quien tenga que medir las consecuencias de describir España como un estado en el que los órganos institucionales conspiran para tumbar la democracia.

La historia de cómo hemos llegado hasta aquí la hemos contado ya unas cuantas veces. Sánchez se ha propuesto que empiecen a ejercer como nuevos magistrados del Constitucional los cuatro que toca renovar ahora (o que tocaba renovar en septiembre) sin más demora. El obstáculo es el Consejo General del Poder Judicial, los vocales que hasta ahora se han resistido a elegir los dos magistrados que les tocan.

Alimentar la idea de que la derecha en España conspira contra la democracia. Equiparar derecha con golpista

De modo que el presidente ha recurrido a la herramienta que ya empleó en casos anteriores: cambiar las normas para sortear los obstáculos, a sabiendas de que la mayoría parlamentaria, el frente amplio que gobierna el país, está con él no sólo para meter en vereda a los vocales irreductibles o a los magistrados de derechas, sino para alimentar la idea de que la derecha en España conspira contra la democracia. Equiparar derecha con golpista. Lo del diputado Sicilia, la semana pasada, fue un aperitivo.

Podemos, defensor de la Constitución frente a la derecha

Podemos va abriendo camino. El sábado presumió de haber arrastrado al PSOE y a la progresía mediática a donde ya estaban ellos, que es situar a la derecha -todas las derechas de España- fuera del marco legal. La derecha como sinónimo de conspiración contra la Constitución y la Democracia.

Podemos erigido en defensor de la Constitución frente a medio país, quién nos ha visto y quién nos ve. Los mismos que repudiaban el régimen del 78, que se llama así porque está basado, precisamente, en la Constitución que Podemos repudiaba.

Podemos erigido en defensor de la Constitución frente a medio país. Los mismos que repudiaban el régimen del 78

Y Sánchez predicando que la Constitución la alumbró el PSOE mientras la derecha estaba a otra cosa. Fraga debió de ser socialista en aquel tiempo. Y Cisneros y Herrero de Miñón, de izquierdas. Como para presumir, presidente, de memoria democrática.

La derecha está fuera de la Constitución

Éste es el nuevo salmo reponsorial que va sumando voces para el coro: La derecha está fuera de la Constitución. La derecha conspira contra el orden constitucional. Luego hay que sacar a la derecha del debate democrático. Expulsarla.

El cordón sanitario en versión extendida. Ya no es sólo a Vox. El cordón ya sobrevuela al PP, a los jueces y fiscales conservadores, a los medios de comunicación críticos y, por qué no, a los votantes que eligen partidos de derechas.