LA PRIMERA DE LA MAÑANA

Marta García Aller: "Si el fiscal general no dimite, el daño a la institución no hay quien lo evite"

Marta García Aller reflexiona sobre la imputación del fiscal general del Estado y la defensa de los diferentes miembros del Gobierno.

Marta García Aller

Madrid |

Un fiscal en el banquillo es como un martes en fin de semana. No puede ser. No puede estar ahí. O deja de ser martes o no es fin de semana. Las dos cosas no pueden ser a la vez. Pues con el fiscal general pasa lo mismo. ¿Cómo va el jefe de la Fiscalía a sentarse en el banquillo? O fiscal o acusado, ¿no? Pues no.

El Fiscal General del Estado, procesado por la Justicia. El que persigue el delito, en el sitio del delincuente. Y quiere seguir siendo fiscal. No uno cualquiera, el jefe de los fiscales, Álvaro García Ortiz.

Y Bolaños ha salido a defenderle. El ministro de Justicia ejerciendo de abogado defensor del fiscal general. El Gobierno le defiende como a un ministro más, lo que no sé si en el juicio servirá como argumento de la defensa o de la acusación, teniendo en cuenta que el juez lo acusa precisamente de seguir indicaciones de Moncloa.

El juez Hurtado afirma que indiciariamente la orden de la filtración de la que se acusa al fiscal general partió de Presidencia del Gobierno. El Gobierno insiste en su inocencia. La del fiscal general y la suya, convertidas en una misma cosa.

No es bueno para la institución que García Ortiz siga siendo fiscal general, por supuesto, pero tampoco para él. Un acusado tiene derecho a mentir para defenderse. Un fiscal general, no.

Porque un fiscal es un defensor de la legalidad y el interés público, y vela por la aplicación de la ley. Y debe ser, además, imparcial. ¿Pero cómo de imparcial va a ser el fiscal general en su propio juicio? ¿Y el fiscal al que le toque ir contra su jefe en el banquillo?

Que un fiscal general sea imputado y continúe en su cargo es tan inverosímil como un martes en fin de semana. El caso es que hoy es martes. Y el fiscal general está al borde del banquillo. Un martes no puede dejar de serlo. Un fiscal general, sí.

¿Moraleja?

Si el fiscal general no dimite, el daño a la institución no hay quien lo evite