Traigo un manual urgente para quienes se vean tentados a comentar la elección del próximo Papa sin tener, digámoslo así, demasiada experiencia vaticanista.
Tres datos que pueden dar mucho juego mañana: en este cónclave habrá cardenales de 71 países (casi el doble de nacionalidades que la última vez) y con cada vez más representantes de Asia y África, continentes donde sigue creciendo la Iglesia. En el Cónclave de 2013 más de la mitad de los cardenales eran europeos (ahora el 38%). ¿Volveremos a tener un Papa europeo? ¿O asiático o africano?
Otra dato interesante: ocho de cada 10 cardenales son 'novatos' (no es un término muy técnico, pero como fueron designados por el Papa Francisco, este es su primer Cónclave). Y como la mayoría no se conocían entre sí, cómo no imaginar a sus excelencias llevando estos días un cartelito con su nombre en la solapa, como en los congresos de dentistas.
Lo digo con sumo respeto, a cardenales y dentistas. Un cónclave tiene estos contrastes. Lo divino y lo humano. Hay crónicas que inciden en lo grandioso y espiritual del rito, esperando al Espíritu Santo bajo los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, y otras llaman ‘speed dating teológico’ a tanta reunión para conocerse a contrarreloj, o cuentan algo tan mundano como que un cardenal agotó el minibar y las habitaciones las sortea el camarlengo.
Hablando de sorteos. Seguramente la manera más pagana de comentar el cónclave sea desde las casas de apuestas. 20 millones de dólares van ya en juego. Ajustando la inflación, 50 veces más que en 2013. Aunque las apuestas vaticanas también son tradición. Las casas bancarias romanas ya aceptaban apuestas de papables en 1503.
El favorito en las apuestas es el italiano Pietro Parolin, con una probabilidad de uno a cuatro. Le siguen Luis Tagle, el filipino, y Peter Tuckson, de Ghana. Aunque los mercados reservan un 6% de probabilidad para que el ganador sea una sorpresa.
El nuevo Papa necesita 89 votos. Nadie sabe aún quién saldrá al balcón de la Plaza De San Pedro del cónclave más diverso de la historia.
¿Moraleja?
En cuanto el cónclave arranca, todos pendientes de la fumata blanca.