El asunto es bien conocido. El Barça lo sufrió y el Madrid consiguió librarse del castigo. En cada caso se trata de un desvarío en la aplicación de la norma. Con el objetivo de evitar el tráfico de jóvenes futbolistas, la FIFA fiscaliza y penaliza a los clubes que más y mejor protegen a los chavales que llegan a sus canteras. No tiene sentido alguno y el Real Madrid consiguió demostrarlo con ejemplos tan flagrantes como el de los hijos de Zidane, incluidos en la denuncia de la FIFA.
¿Dónde iban a jugar los hijos de Zidane si su padre entrenaba en Madrid? Al Barça llegaban mucho niños de fuera, atraídos por el ejemplo de Messi, que llegó con 14 años a su escuela de la Masía, y en el Atlético sucede algo parecido. Pero la FIFA entiende que eso es un delito que una familia decida trasladarse a vivir a un país que le ofrece un trabajo mejor a sus padres y una escuela de fútbol al niño que sueña ser futbolista. ¿Dónde está el supuesto delito?
Por esos imaginarios delitos, la FIFA sancionó al Barça con un año sin poder hacer fichajes, con otro al Madrid, que recurrió y se lo rebajaron a medio año, y esta tarde sabremos si el Atlético ha sido igual de convincente. De mantenerse la sanción, no podría fichar este verano, lo que tendría consecuencias muy graves en la confección de la plantilla. Si Griezmann se marchara al Manchester United, el Atleti no podría contratar a nadie para sustituirlo y eso vería disminuidas sus aspiraciones para la próxima temporada.
Así que la final del Atlético se juega hoy, tres días antes que la de Cardiff. El rival es poderoso, imprevisible y algo turbio. El consejo es tocar mucha madera.