CON DIEGO FORTEA

Historias de la radio: Gomaespuma y el bolígrafo de oro

Como cada lunes, Diego Fortea nos cuenta en 'Historias de la radio' algunas anécdotas vividas dentro de este medio por los trabajadores de la radio; desde locutores, técnicos de sonido, guionistas, redactores e incluso el personal de seguridad o de limpieza.

Diego Fortea

Madrid | 18.10.2021 11:55 (Publicado 18.10.2021 11:46)

Ya estábamos tardando en sacar alguna historia de estos dos lechones... Juan Luis Cano y Guillermo Fesser. Los Gomaespuma.

El dúo cuenta que, cuando estaban en M80 Radio, empezaron a sacar el programa por todo el mundo. Hicieron especiales en Sydney, Jordania, islas Galápagos... y en Calcuta, donde fueron el 4 de mayo del año 2000, a inaugurar la primera escuela de la Fundación Gomaespuma. Y aquí la primicia primiciosa: Antes de partir, los jefes de la SER les confiaron a la pareja de presentadores un obsequio para que entregasen en mano a la autoridad a la que iban a entrevistar aquella mañana: el regalo era, ni más ni menos, que un bolígrafo de auténtico oro macizo para el ministro de Obras Públicas de Bengala.

Bueno, durante su estancia en la capital de este estadio indio, el equipo contaba en todo momento con un asistente y traductor que se llamaba Milón, un ser imprescindible en esta anécdota. Bien, pues aquella madrugada, ya a punto de salir del hotel, le dijo Guillermo a Milón: “Milón, ¿Has cogido el bolígrafo?”Y Milón: “Sí, sí…”

Después salieron hacia el Palacio donde iban a realizar el especial, que según cuenta Juan Luis aquello parecía sacado de ‘El jovencito Frankenstein’, un lugar monumental, ostentoso... frío y oscuro... Les recibieron y por fin se sentaron con el ministro, al que sólo pudieron hacerle una pregunta, ya que su respuesta se alargó tres cuartos de hora... Y cuando ya iban a despedirse, Guillermo le dijo en su perfecto inglés “Bueno, Ministro, antes de irnos queríamos hacerle este regalo en nombre de España y la Cadena SER... Milón, el bolígrafo, por favor...”

“¿Milón?” Milón en ese momento se quedó mirando a Juan Luis, diciéndole por lo bajo: “¿Qué dice?” Y Juan Luis: “¡Tío, el bolígrafo, el bolígrafo!” Mientras tanto, Guillermo seguía mirando al Ministro y con la mano extendida a Milón, esperando el bolígrafo de oro. “¡Milón, joder, el bolígrafo!”

Claro, entonces fue Milón y le dio... un bic azul. Pues el que llevaba encima, el muchacho. Estaba chuperreteado y mordido, por cierto. ¿Y qué hizo Guillermo, una vez se vio con eso en la mano, delante del Ministro, que no dejaba de mirarlo con expectación porque aguardaba ansioso su regalo? ¿Echar marcha atrás? No, no, no... huida hacia delante. Le dijo...

“Tenga, señor ministro. Quédese con este y ya le daremos el bueno”.