CON JAVIER CANCHO

Víctor Hugo, una historia del siglo XIX

Hubo un tiempo en el que cuando se moría un escritor admirado, en algún caso, se le hacía hasta un funeral de Estado. Al de Víctor Hugo asistieron dos millones de personas.

Javier Cancho

Madrid | 30.05.2019 11:19 (Publicado 30.05.2019 11:14)

Con las palabras importantes sucede que van perdiendo lustre según se abusa de su significado. Se usan interesadamente, manoseándolas. Y sucede que conceptos fundamentales han terminado siendo fachadas sin nada detrás. Palabras escaparate. Y como reacción a esa decadencia, el autor de Los Miserables puso empeño en rescatar los significados de algunas palabras como libertad, igualdad o fraternidad.

Víctor Hugo murió un mes de mayo de 1885. Fue novelista, poeta, dramaturgo y sostuvo un compromiso intelectual con la política. En el transcurrir del XIX fue pionero en el mensaje de paz y unidad para Europa, llegando a proponer ya por entonces la oportunidad de una moneda única. Su visión del continente difería mucho de la deriva que condujo a dos guerras europeas que terminarían siendo mundiales. Antes de aquello, Víctor Hugo planteó construir lo que él llamaba los Estados Unidos de Europa.

Su vida tuvo instantes muy dolorosos. Su hijo murió con tres años. Y poco después, su hija adolescente se ahogaba en el Sena.

El fallecimiento de la joven le dejó masacrado. Durante años no fue capaz de escribir ni una sola palabra porque en las que pensaba sólo había aroma mortecino, su mente transitaba por el territorio donde las palabras son pocas y tienen eco. Una vez le preguntaron a Víctor Hugo si temía el último día del Universo. Y él respondió: "¿El fin del mundo? Eso ya ha pasado muchas veces".

Oscar Wilde llegó a París dos años antes de la muerte de Víctor Hugo. En París, se toleraban mejor que en Londres las entonces llamadas faltas de conducta. Wilde fue un homosexual tan valiente como hostigado. Fue un punky en tiempos del puritanismo. Víctor Hugo también trataba de cambiar el mundo. Y una noche -cambiado el mundo- en casa del francés, Oscar Wilde disertaba con elocuencia, y todos le escuchaban, con una sola excepción: Víctor Hugo se había dormido junto a la chimenea.

Menos afecto que Wilde sentía por Víctor Hugo…monsieur Baudelaire. Baudelaire elogiaba en sus columnas al autor de Los miserables; pero, en privado arremetía contra él. En una carta, de enero de 1860, Baudelaire escribía que por una ley fatal, un genio siempre es un idiota. En otra carta que Baudelaire remitió a su madre describía a Víctor Hugo como un inepto emocional.

Baudelaire no acudió al funeral de Víctor Hugo porque se murió antes que él, se murió persuadido de que hacemos el mal porque sufrimos. Baudelaire sufrió hasta el punto de decir que sólo se está vivo cuando se estaba borracho de absenta. El deseo de Víctor Hugo era ser enterrado en el ataúd de un mendigo. Y así fue , aunque la República de Francia honró su muerte con un funeral de Estado, enterrándole como héroe nacional en el Panteón de París. Esta historia continuará.