CON JAVIER CANCHO

#HistoriaD: La gran brecha

Javier Cancho explica la gran brecha de género en la historia de la medicina por la cual durante milenios los cuerpos y mentes de las mujeres han sido malinterpretados y mal diagnostigados.

Javier Cancho

Madrid | 18.10.2022 12:38

Al principio, los intentos curativos venían a ser una mezcla de magia y botánica. Buscando en los orígenes, hay que fijarse en los antiguos pueblos de Sumeria, que tenían un talento extraordinario para la invención. Los sumerios inventaron desde el arado hasta la irrigación, pasando por los 60 minutos de la hora o los fundamentos de los códigos legales; incluso inventaron la cerveza, que consideraron la clave para un corazón alegre y un hígado satisfecho.

De los sumerios son los inventos más constituyentes de la humanidad. Estoy hablando de la rueda, de la ciudad o de la escritura. En la escritura cuneiforme, en las antiquísimas tablillas mesopotámicas ya se describían las plantas por sus propiedades terapéuticas.

A diferencia de otras medicinas de la Antigüedad, la medicina china se basaba en la filosofía más que en la religión.

En lo que hubo coincidencia, en los principios y después, en Oriente y Occidente, fue en la gran brecha femenina. Hipócrates, el fundador de la medicina moderna, creía que las mujeres estaban controladas por sus úteros. El padre de la ginecología, James Marion Sims, a mediados del XIX, experimentó con mujeres negras esclavizadas. Y el muy animal lo hizo sin anestesia, convencido de que las negras sentían menos dolor que las mujeres blancas.

La Historia de la Medicina es tan científica como social y cultural. Se ha acreditado toda una letanía de maneras en las que los cuerpos y las mentes de las mujeres han sido malinterpretados y mal diagnosticados. En nombre de la medicina, durante milenios la mujer ha sido mal tratada.

Pensemos en los juicios de brujas, o en los albores de la histeria, o en los mitos modernos sobre la menstruación. Durante la mayor parte del tiempo se consideró a las mujeres como narradoras poco fiables de sus propios cuerpos. Se tenía la convicción de que el hombre conocía mucho mejor lo femenino.

Hoy, la mayoría sigue usando la palabra hombre para referirse al conjunto de los seres humanos. También, el patrón de referencia en la medicina sigue siendo el hombre, a pesar de que no sea el modelo válido para ambos sexos en todas las circunstancias médicas.

Sigue pasando hoy, hay muchos ensayos clínicos que utilizan sobre todo muestras masculinas. Después -de los resultados- se infieren conclusiones generalizadas sin considerar que las mujeres tienen diferente variabilidad hormonal propia del ciclo menstrual. Las hormonas interactúan de manera distinta con el fármaco y pueden tener efectos secundarios diferentes.

Los datos dicen que en España son seis años los que transcurren desde que una enferma crónica tiene los primeros síntomas hasta que es diagnosticada. Seis años. Mientras que en los hombres el tiempo que pasa hasta el diagnóstico es la mitad.

La Historia pasada permanece en el presente. A día de hoy, el mayor retraso en el diagnóstico se detecta en las mujeres de entre 30 y 59 años, coincide con la concentración para ellas de actividades y responsabilidades laborales y familiares. Son 30 años en los que se les presta menor atención y cuidado. Y a pesar de todo ello, ellas siguen viviendo más. Quizá, habría que replantearse quién es el el sexo débil.