CON JAVIER CANCHO

Historia de la catedral de Winchester

¿Ha escuchado alguna vez la aventura de William Walker?Mister Walker fue el hombre que salvó una catedral del derrumbe…y lo hizo buceando

Javier Cancho

Madrid | 01.10.2019 09:21

La catedral de Winchester, en Inglaterra, tiene la nave de mayor longitud de todos los templos góticos. Estamos hablando de un lugar que empezó a construirse hace casi mil años. Estamos contando la historia de la catedral que estuvo a punto de sucumbir poco después de que hubiera comenzado el siglo XX. Fue en 1906 cuando el arqueólogo John Crook advirtió de que ese edificio estaba a punto de desplomarse estrepitosamente. Podría desvanecerse en cualquier momento, insistió.

Resulta que uno de los templos más representativos de toda Inglaterra se había construido en tierra pantanosa, en el condado de Hampshire, se había levantado utilizando piedra caliza y madera. Mucha madera que se estaba descomponiendo sobre un terreno que fue una ciénaga.

Un ingeniero civil llamado Francis Fox resolvió que la única forma de salvar la catedral era sustituir la madera putrefacta por una sólida capa de hormigón. Fox contrató decenas de trabajadores que se pusieron a excavar una trinchera perimetral rodeando toda la catedral. Sin embargo, el agua pantanosa anegaba aquellas zanjas de inmediato. La situación se puso muy comprometida.

Uno de los enclaves más inspiradores, se sienta o no la religiosidad, un templo milenario presentaba un riesgo inminente de venirse abajo sin que apareciera una estrategia, una posibilidad de encontrar una solución razonable: había que cambiar unos cimientos por otros. Llegados a este punto de la historia es donde comienza la peripecia de un hombre llamado William Walker.

Fue después de que una mañana el ingeniero Francis Fox se presentara en el arzobispado junto al arquitecto Thomas Graham Jackson. Y juntos comunicaran que hacía falta un buzo. Un submarinista…añadieron, ante la cara de incredulidad del arzobispo. El arquitecto y el ingeniero consideraban que la única forma de lograr sustituir los podridos cimientos de madera por otros de hormigón y era acceder atravesando el terreno pantanoso. Y fue así como durante seis años William Walker se sumergiría cinco días a la semana durante seis horas bajo la catedral de Winchester, en una oscuridad casi total y usando sus manos para moverse a través del fango.

Unas veces tren, algunas incluso en bicicleta, William Walker recorría 91 kilómetros desde su casa de Londres hasta Winchester. Pasaba con su familia los fines de semana, mientras de lunes a viernes se sumergía en las entrañas inundadas de una catedral.

Fueron seis años de esfuerzo, con seis horas de inmersión diaria, cinco días a la semana. Viviendo en un traje de buzo con escafandra de principios del siglo XX. Rellenando con bloques de hormigón y ladrillos los cimientos de una catedral milenaria. Cuando acabó el muro de contención, tras aquellos seis largos años de trabajo, entonces y sólo entonces el agua pudo ser bombeada permitiendo la entrada del equipo de albañiles que apuntalaron los cimientos de la catedral de Winchester que había colocado un tipo llamado William Walker.