LA BRÚJULA

El monólogo de las ocho: "¿Qué sanción cabe para Irene Montero? ¿O las sanciones son para la oposición?"

ondacero.es

Madrid | 30.11.2022 19:59

En los parámetros. No sé si esto entra dentro de la categoría de violencia política.

Miren, esto de ampliar el campo semántico de la violencia política hasta que quepa en él los insultos por desagradables que sean o las acusaciones por graves que sean, siempre fue una exageración. Fue la forma que tuvo Podemos y su entorno de convertir a Irene Montero en una víctima y una mártir cuando estaba acorralada políticamente por el fiasco de la ley del sólo sí es sí.

La violencia política la conoce bien este país, porque aquí ha operado el último residuo terrorista de Europa hasta mismamente antes de ayer. Y de baja intensidad, aquí se produjeron señalamientos, escraches, manifestaciones violentas… vean las imágenes del escrache que sufrió Cristina Cifuentes, con unos individuos rodeándola y gritándole a centímetros de su cara para una mejor comprensión de lo que es violencia política.

Pero si relajamos, como quería Podemos, el rigor con el que se define la violencia política. Por desagradable que sean los términos en los que se produjeron, ¿no será siempre menos grave una acusación de nepotismo como la que tuvo que encajar Irene Montero, que propagar la idea de que todo un grupo político promueve la cultura de violación? Es que de las acusaciones más graves que se puede verte sobre alguien… claro que la banalización insoportable de las violaciones también demuestra que Podemos no se toma demasiado en serio su propia propaganda. Digamos que la violación se ha abaratado bastante desde que Irene Montero es ministra, tanto penalmente como conceptualmente.

Ha sido una jornada muy tensa en el Congreso. Irene Montero se ha enfrentado a la impugnación verbal de la oposición, que la acusa de haber urdido una ley que beneficia penalmente a los delincuentes sexuales. Le ha recordado que más de 40 condenados en firme han visto reducidas sus penas por la ley del sí es sí, que más de una decena han sido excarcelados y que ella todavía ni siquiera se ha planteado asumir su error. Es más, sigue en huida hacia adelante. Primero acusó a los periodistas de publicar propaganda machista, luego señaló a los jueces por dictar sentencias patriarcales, difamó a Pablo Motos y unos cuantos más en un anuncio y ahora difama al PP, al que atribuye la promoción de una cultura de la violación.

Irene Montero no aprobó sola la ley del sí es sí. Fueron más de 200 diputados. No los del PP. Desde luego a los del PP no pueden acusarles de beneficiar penalmente a los violadores porque votaron en contra de esta ley.

La ministra no aprobó la ley del sí es sí sola, pero sí está sola en su huida hacia adelante. No solo porque todos los grupos que votaron la ley han ofrecido sus votos para corregirla. Hoy en el Congreso sus socios del PSOE no aplaudieron sus injurias contra el PP y, luego, en el pasillo se distanciaron de su retórica incendiaria. Lo ha hecho la ministra de Justicia Pilar Llop. Y también lo ha hecho, de manera incluso más rotundo, por cuanto la señala directamente a ella, a Irene Montero, el portavoz parlamentario del PSOE Patxi López.

Este episodio abre luego un debate interesante. Porque en el Congreso se le ha quitado la palabra a una diputada de Vox por llamarle filoetarras a los diputados de Bildu. Que en fin. Se ha retirado del diario de sesiones la constatación de que el padre de Pablo Iglesias pertenecía al FRAP, grupo terrorista. ¿Y esto? ¿Qué sanción cabe para Irene Montero? ¿O es que las sanciones solo son para la oposición? Conste que yo creo que todo, absolutamente todo, debe permanecer en el diario de sesiones, aunque solo sea como marca para los historiadores del futuro. Hasta aquí llegó la riada.

Las otra cita parlamentaria del día ha sido la comparecencia de Fernando Grande Marlaska, para dar explicaciones sobre las responsabilidades de Interior en la tragedia de Melilla, en la que murieron 23 inmigrantes que trataban de entrar en España. Recientes investigaciones señalaron que alguno de esa veintena de inmigrantes murió en suelo español y fue luego arrastrado a suelo marroquí. Pero el ministro insiste.

Ninguno murió en territorio soberano de España. Y esas investigaciones son especulaciones de medios de comunicación.