Es demasiada casualidad que el criterio por el que se reparten los inmigrantes que desbordan Canarias y Ceuta excluya de la debida solidaridad al País Vasco y a Cataluña. Es demasiada causalidad que justo estas dos comunidades tengan sendos nacionalismos reacios a la acogida de inmigrantes, que reclaman una política migratoria propia y cuyo apoyo es necesario para sostener a este gobierno.
Es que el PSOE tiene un detector algo averiado de ultras. Funciona a la perfección para aquellos que no les apoyan y ya veremos que no tienen ningún problema en identificarlos en el aquelarre que ha organizado Santiago Abascal en Madrid este fin de semana y del que en seguida le hablamos. Bien está, porque ahí se juntarán esa internacional radical en la que ni siquiera entra Meloni, porque es más de inspiración húngara.
Pero cuando las políticas antiinmigración las enarbolan sus socios, entonces en lugar de ostracismo y cordón sanitario merecen transacción y cesión. A Junts ya le concedieron en privilegio la posibilidad de transferir a Cataluña las políticas de inmigración. Veremos si es posible ejecutar el compromiso, pero estudiar cómo hacerlo lo están estudiando. Carles Puigdemont no quiere ser menos esencialista que la Alianza Catalana de Silvia Orriols, que con su discurso xenófobo le está arrebatando buena parte de su base.
Pero es que ahora nos han querido vender a Bildu como un partido progresista, cuando son herederos del proyecto etnicista de ETA. Precisamente Bildu está ultimando su III Congreso sin grietas, sin fisuras, es decir, sin que nadie discuta el liderazgo del político más longevo de España, con perdón. Desde ayer la militancia de EH Bildu vota telemáticamente a la única candidatura presentada para la dirección. Sí, la de Arnaldo Otegi, que también reivindica que el País Vasco tenga su propia política de inmigración
Hay 4.400 menores inmigrantes que en la actualidad saturan las capacidades de acogida de Canarias y Ceuta. Esos menores serán repartidos por el resto de las comunidades en función de las capacidades de cada uno para acogerlos, pero casualmente los criterios fijados eximen al País Vasco y Cataluña. Y si no supiéramos que una de las exigencias de Carles Puigdemont es tener una política propia de inmigración...
El PP ha tachado el plan de mezquino y ruin. Esto decía Borja Semper en Radio Nacional, pero no crean que ha sido el único al que la exención vasca y catalana le ha despertado suspicacias. También un socialista, Emiliano García Page.
Como les digo la dirección del PSOE será menos complaciente con la xuntanza que ha organizado Vox en Madrid. Vox está en permanente crisis interna por las formas autoritarias con la que su dirección purga o fuerza la salida de todo cuanto sobresale. Ayer mismo purgó a su tercer cargo en una semana. La portavoz en el ayuntamiento de Palencia, que acusa a la dirección de ser una picadora de carne. Como dice nuestro José Peláez, aquí al que asoma la cabeza y pide un poco de debate interno van y le dan bambú.
En cualquier caso, Vox está muy entusiasmado con su acto de este fin de semana. Reúne a todo el universo de la derecha radical en Madrid. Con la ausencia de Meloni, porque ya sabemos que Vox cuando tuvo que decantarse en Europa eligió la compañía húngara de Orban antes que la de la italiana. Están enardecidos por el triunfo de Trump y por la frenética actividad ejecutiva del presidente de Estados Unidos, cuyas política causan enorme regocijo y son una fuente de inspiración por mucho que los intereses nacionales de cada uno de sus países puedan verse seriamente perjudicadas por la guerra arancelaria que plantea Trump. Que esta es la triste paradoja de los nacionalistas europeos, que tienen que resolver el dilema entre sus afectos trumpistas y su cacareado patriotismo.
De todo lo que está ocurriendo, quizás esto no sea lo más llamativo, pero no siempre lo más importante es lo más sensacional. El Tribunal Constitucional se está convirtiendo en un instrumento del Gobierno para anular al Supremo y eso pervierte todo el sistema judicial español, porque el Constitucional es un órgano de garantías que no pertenece al Poder Judicial y está actuando como una prolongación del poder ejecutivo para maniatar al Poder Judicial.
La última decisión de la que informaba hoy El Mundo da una medida del envite. Cándido Conde Pumpido ha decidido participar en la deliberación y fallo de los recursos de amparo presentados por los líderes del procés contra la interpretación que hizo el Tribunal Supremo de la Ley de Amnistía, pese a haberse abstenido hace cuatro años de intervenir en "todas las incidencias" enmarcadas en la causa del 1-O. Es decir, que Cándido Conde Pumpido vulnera la doctrina de Cándido Conde Pumpido para actuar contra el Supremo al servicio del Gobierno.
No es de extrañar que toda la estrategia de defensa del Fiscal General del Estado en el caso por la vulneración de secretos del novio de Ayuso sea encomendarse al Constitucional para que anule la causa que ahora mismo se sigue en el Supremo.
