OPINIÓN EN LA BRÚJULA

La carta de Ónega a José María Calleja: "Fue un símbolo de honestidad, de coherencia y creo que también de lealtad"

Un día más, un triste día más, tengo que decir aquello de que nada me gustaría más que empezar mi carta diciendo: buenas noches, José Mari Calleja. Y un triste día más tengo que empezar diciendo: adiós, José Mari Calleja.

Fernando Ónega

Madrid |

El puñetero virus ha terminado llevándote a ti también. Tuve noticia de cuando ingresaste en el hospital, pero yo te veía fuerte en “La Mañana de la Uno”.

Te veía como siempre te he visto: con lágrimas en los ojos cuando recordabas lo que tú llamaste Euskadi de la diáspora, los vascos condenados al exilio, como te condenaron a ti; con dureza implacable cuando se hablaba de la dictadura; con ironía contagiosa al comentar hechos políticos de hoy; irascible ante la violencia machista y las injusticias; irrebatible cuando te ponías a razonar.

Te has ido, Calleja, sin haber pasado la frontera de los 65 años, quizá porque siempre has combatido todas las fronteras; especialmente las mentales. Nos dejas un montón de libros que retratan apasionadamente la historia de medio siglo de este país, que tú has sufrido, pero también disfrutado, en primera persona.

Quizá seas el personaje de la vida civil que más has llorado a las víctimas del terrorismo. He llegado a pensar que las conocías a todas. Algún día quise preguntarte si eras consciente de lo que significaba José María Calleja en este oficio de comentar historias e interpretar hechos y personas, pero no me atreví porque me daba miedo tu respuesta.

Hoy te lo tengo que decir, como si se lo contase a mis hijos: Calleja fue el rostro de las noticias en la televisión vasca que se negó a llamar muertes a las que eran asesinatos; Calleja fue la valentía que caracteriza a los rebeldes y la rebeldía que caracteriza a los valientes; Calleja fue el eterno amenazado, condenado a vivir con escolta y con la nostalgia de lo que era su tierra buscada y prometida; Calleja fue un símbolo de honestidad, de coherencia y creo que también de lealtad.

Y Calleja fue eso que llamamos buena gente. Todo eso has sido, Jose Mari, esa es tu huella. Ese es el orgullo que pueden sentir y pueden lucir tus hijos. ¿Cómo no vamos a sentir tu vacío tus compañeros de oficio? Este virus maldito nos está dejando una enorme sensación de impotencia y de soledad.