La situación de parálisis es tal que el comité federal de los socialistas se va a convertir este próximo sábado en la reunión más determinante de los últimos tiempos. No se recuerda ninguna ocasión anterior en la que el presidente de un partido dependa de la decisión de la ejecutiva de su rival histórico.
En medio, Pablo Iglesias quiere poner fecha a la negociación y dice sentir vergüenza por Felipe Gonzalez –de alguna forma tenía que devolverle su calificativo de leninista 3.0- y Albert Rivera pide que se ponga en marcha el reloj de una vez, o sea, que alguien intente la investidura o que se aparte. Ya saben que mientras no se convoque ese pleno para nombrar presidente estamos en tiempo muerto.
Si España fuera un reloj de arena, estaría tumbado, con arena a ambos lados pero con un cuello estrecho por el que no pasa ni un grano.
Quédense con la imagen. A ver quién y qué pone el reloj de pie. Volveremos sobre este asunto en el gabinete.