La capital de Tailandia es Bangkok y allí se encuentran muchos de los grandes templos y palacios del país. Pero en la larga historia de estado, uno de los pocos en todo el mundo que nunca ha sido colonia de un poder europeo, se han sucedido muchas dinastías que han gobernado distintos reinos desde diferentes capitales. El viaje desde Bangkok hasta Chiang Mai, pasando por Ayutthaya y Sukothai, es la gran ruta cultural tailandesa a través de los monumentos más importantes de su historia. En cada etapa nos iremos remontando en el tiempo, y así el viaje es tanto un recorrido físico por medio país como una inmersión en el arte, la historia y la cultura de Tailandia.
Bangkok a fondo
Bangkok es una ciudad repleta de atractivos, que al unirse crean un conjunto único. Aquí se pasa de navegar por el río Chao Phraya a tomar una copa o cenar en los bares y restaurantes en las azoteas de los rascacielos, de disfrutar en un spa a perder la cabeza en los centros comerciales, y de alojarse en algunos de los mejores hoteles urbanos del mundo a sumergirse en el ambiente de los templos budistas. En busca de la historia de Bangkok hay que ir a Ratanakosin, la capital creada por Rama I en 1782 en una isla formada por el río y un canal. Llegar hasta allí, viajando en barco por el río, en cualquiera de esos autobuses o taxis acuáticos que surcan continuamente sus aguas, es ya parte de la experiencia.
En Ratanakosin se encuentra el Palacio Real. Ahí está el palacio y los templos más importantes de Bangkok. Si entramos en el recinto del Palacio Real y las estancias y templos adyacentes nos asomamos a la cultura y la historia de Tailandia con una gran carga de asombro. Porque en este conjunto tan vistoso como irreal se camina entre templos protegidos por campanillas, pasamos al pie de figuras gigantescas de caras monstruosas y miramos cara a cara a demonios que sujetan cúpulas doradas. El palacio en sí no es lo que nos resulta más atractivo sino lo que está a su alrededor. Como Wat Fra Jeo, el templo real, conocido por todos como el templo del Buda Esmeralda porque guarda la que es la imagen más venerada del país, un talismán que asegura el poder mágico del rey y simboliza la independencia y la buena fortuna de los tailandeses. Este templo es el lugar más sagrado del país. En las pinturas murales de algunas dependencias del templo vemos escenas del Ramakien, la epopeya nacional.
El buda reclinado
Hay una imagen muy conocida de Bangkok que es la de un Buda gigantesco reclinado. Se trata de Wat Po, el templo más antiguo, anterior incluso a la creación de la capital, y famoso sobre todo por esa imagen de Buda de 46 metros de la que hablabas, la más grande de Tailandia. Este templo albergó lo que podemos llamar la primera universidad tailandesa y todavía es un importante centro de medicina tradicional, sobre todo de masaje tailandés. Hay que aprovechar la visita y darse un masaje en sus instalaciones. No es el lugar más elegante de la ciudad pero probablemente sea de los más baratos para lo bueno que es. Y además es pura historia.
Al otro lado de la calle, en Lak Muang, se encuentra la piedra fundacional de la ciudad y el hogar de sus espíritus invisibles. Como éstos, al parecer, tienen la facultad de garantizar la salud de los niños y los deseos de los fieles, entre ellos los de hacer ganar en los sorteos de lotería, es uno de los templos más activos, siempre repleto de fieles que elevan oraciones y ofrendas. También es uno de los mejores lugares para contemplar el espectáculo de las danzas clásicas, que son costeadas por los fieles que buscan alguna ayuda de los espíritus. Allí, entre música y ofrendas, apenas se siente el bullicio de la vida moderna de la gran capital. Y en este templo que marca el kilómetro 0 de las carreteras tailandesas se inicia la gran ruta cultural hacia Chiang Mai que supone un baño en la historia de este país.
Recorriendo Thonburi
La anterior capital de Tailandia fue Thonburi, y para llegar a ella no hay que irse muy lejos ya que basta con cruzar el río. Thonburi fue una capital fugaz, unos 50 años, la que se creó tras la conquista birmana de Ayutthaya. Aquí hay que ir a Wat Arun, el Templo del Amanecer, que surge a orillas del río. Ya vemos que su estructura es completamente diferente a los templos que hemos visto en la otra orilla del río. Este tiene influencias hinduistas, y por tanto es una representación del monte Meru, el centro del mundo. Hemos visto que Bangkok y Thonburi aparecen en la historia hace menos de 300 años. Hasta mediados del siglo XVIII la ahora inmensa y moderna capital tailandesa era sólo un pequeño puesto comercial, una especie de puerto de la capital real, Ayutthaya, que se encontraba a unos 75 kilómetros río arriba, remontando el Chao Phraya.
Ayutthaya, la capital de un reino
Ayutthaya fue la capital de un reino que, en buena medida, coincide con la Tailandia actual. Ahora viajamos un poco más en el pasado, a una época, entre los siglos XV y XVIII, en la que lo que ahora es una modesta capital provincial era una de las ciudades más ricas, pobladas y poderosas del mundo. Podría tener el doble de población del Londres contemporáneo y atraía a comerciantes de todos los orígenes. Las crónicas de la época cuentan que los viajeros sabían que se acercaban a Ayutthaya porque los reflejos de los templos y palacios dorados eran visibles a varios kilómetros de distancia. El corazón de esta ciudad era una isla formada por la confluencia de tres ríos y varios canales y que estaba rodeada por una muralla de 12 kilómetros de circunferencia. Esta edad de oro terminó en 1767 con la conquista birmana.
De esta ciudad quedan, sobre todo, los templos, muchos de ellos en ruinas y otros que conservan la esencia de sus estructuras desnudas de ladrillo, sin los oropeles de antaño. Ahora es como un cementerio de templos que evoca la grandeza de tiempos pasados. Incluso en los más alejados, los que hora están perdidos entre campos de cultivo, reside la esencia del alma budista. Porque aún guardan estatuas de Buda adornadas con cintas de colores y guirnaldas de flores, donde siempre hay ofrendas, donde siempre hay alguien que barre y limpia para que el lugar esté impoluto. También hay muchos templos que no están en ruinas y muestran la vida intensa que siempre hay en Tailandia en estos lugares, con visitas de fieles, ofrendas, lecciones de los monjes sobre diferentes temas. Y también vemos a monjes y fieles pegar en las imágenes de Buda panes de oro en un gesto de veneración que ha permanecido inmutable durante siglos.
Wat Phra Mahathat tiene una imagen icónica: una cabeza de Buda entre las raíces de un árbol. El nombre Mahathat, que significa Gran Reliquia, indica que el templo fue construido para guardar reliquias del propio Buda, y esa imagen, la de la cabeza de piedra de Buda rodeada por una higuera de Bengala es una sugestiva unión de arte y naturaleza. La cabeza se va elevando imperceptiblemente a medida que crece el árbol y poco a poco se va hundiendo. El camino hacia atrás en la historia continúa 350 kilómetros más al norte. Sukhothai fue la capital de un imperio anterior que se extendía por lo que ahora es Tailandia pero también Myanmar y Laos. En los templos vuelven a aparecer las estatuas de Buda, algunas gigantescas y otras mínimas, siempre elegantes, con formas sinuosas que materializan una sensibilidad religiosa y un refinado gusto estético. Aquí también se camina entre chedis apoyados sobre ejércitos de elefantes, canales que rodean altares y palacios que en otro tiempo cobijaron reinas. Lugares de meditación y, también, de fiestas. Hay que decir que tanto Ayutthaya como Sukkhothai están en la lista del patrimonio mundial de la Unesco.
Viaje a Chiang Mai
Tenemos que recorrer unos 300 kilómetros hacia el norte para llegar a Chiang Mai, la segunda ciudad más poblada de Tailandia. Chiang Mai fue la capital del reino lanna entre finales del siglo XIII y mediados del XVI. Es una urbe moderna que, como todo el país, se ha desarrollado muchísimo en los últimos lustros. Pero la parte antigua, un cuadrado delimitado por canales, conserva todavía su antigua esencia. Al caminar por sus calles se descubren retazos de la antigua arquitectura, con sus casas de madera, sus patios sombreados por grandes árboles tropicales y, sobre todo, los grandes templos, muchos de los cuales son florecientes centros religiosos. Pero hay que salir de Chiang Mai y peregrinar al cercano templo de Doi Suthep, sobre una colina y al que se puede subir por una escalinata de 300 escalones flanqueada por dos dioses-serpientes, ofrece una vista extensa sobre las montañas más altas de Tailandia. Es el templo más sagrado del norte de Tailandia y desde donde las vistas son majestuosas. Más allá de esas montañas se extiende el Triángulo de Oro, donde habitan las tribus montañesas que ofrecen otra faceta de la riqueza cultural de Tailandia.