Albania tiene una extensión ligeramente inferior a Galicia. En unos días podremos recorrer y conocer bastantes lugares pero con toda seguridad tendremos que dejar muchos para otra ocasión. Todo depende también de los intereses de cada uno, si queremos pasar mucho tiempo en la playa o si nos gustan las excursiones por la montaña, si nos interesa el patrimonio histórico, la fiesta nocturna o conocer la sociedad actual que ha vivido unos importantes cambios políticos de las últimas décadas.
Albania, es el nuevo destino de moda
Aunque se puede llegar a Albania por tierra y por mar, vamos a suponer que viajemos en avión, y la primera parada debe ser lógicamente Tirana. Podemos apostar que sea la capital europea que más ha cambiado en las últimas décadas, tanto por la construcción de nuevos edificios en pleno centro como por los cambios en la forma de vida de sus habitantes. En mi primer viaje a Albania, en los años 80, Tirana era prácticamente una ciudad peatonal por la sencilla razón de que apenas había coches. En la plaza Skanderberg, que hace honor al héroe nacional y sus alrededores se agrupan los principales monumentos, museos, edificios oficiales y los nuevos rascacielos que incluyen algunos hoteles de cadenas muy conocidas. Pero Tirana, más que una ciudad con cosas que ver es un lugar con cosas que experimentar, cómo comprar en el bazar o disfrutar de la intensa vida nocturna.
Si queremos montaña y naturaleza una de las mejores opciones es ir hacia el norte. El itinerario empieza en Shkodra, una de las capitales culturales de Albania. Shkodra es una ciudad de bulevares y cafés históricos, pero también del imponente castillo de Rozafa. El lago del mismo nombre queda a la vista, igual que las estribaciones de los Alpes albaneses. Allí pervive el alma profunda de este pueblo, y hay un itinerario excepcional y sorprendente. La idea es remontar el río Drina hasta Koman y allí embarcar en un viaje épico en el lago Koman. Este lago en realidad es un embalse muy largo y estrecho, pero permite navegar estas aguas por parajes que nos pueden recordar los fiordos noruegos. Pero no al nivel del mar sino en las montañas. La navegación termina en Fierzé, desde donde uno se adentra en el parque nacional del valle de Valbone y si seguimos, hasta el parque nacional de Theth. Aquí hay gargantas profundas, lagos y esos bosques ancestrales que están incluidos en la lista del patrimonio mundial de la Unesco. Hay infinidad de excursiones y caminatas por las montañas, algunas bastante exigentes. Pero el recorrido en barco por el lago Koman si puede estar en un itinerario de un viaje de un par de semanas en Albania.
En Albania no puede faltar un recorrido por la costa. El punto más cercano a Tirana es Durres, situada al fondo de un puerto natural donde han anclado los barcos desde hace casi tres mil años. Es la romana Dyrrachium, el punto de partida de la via Egnatia, que unía el Adriático con Bizancio. De alguna manera era la continuación de la Vía Apia que iba desde la capital del imperio romano hasta la otra orilla del Adriático y por tanto Durres era un punto estratégico en la ruta que unía las dos romas, es decir Roma y Constantinopla. Aquí ya hay playa, pero probablemente sea mejor iniciar aquí un viaje hacia el sur, hacia la llamada Riviera albanesa, aunque con alguna parada en el camino.
El viaje por la ribera albanesa incluye un desvío hacia el interior
El destino es Berat, una de las ciudades históricas mejor conservadas del país. Junto al de Girokastra, su casco histórico está declarado patrimonio mundial por la Unesco. Su conjunto de casas centenarias blancas con tejados de piedra derramándose desde por la pendiente desde la ciudadela de la cumbre es una de las imágenes más atractivas de Albania. Es la ciudad mejor conservada del país, de manera más homogénea, y es el lugar para admirar la arquitectura otomana con influjo albanés. Aquí hay lugares de culto de musulmanes y cristianos, pero también de sufíes. Es un verdadero museo de arquitectura habitada todavía en buena medida por los vecinos de siempre. Y si bajamos hacia la costa, antes del chapuzón tan deseado debemos hacer una parada en Apolonia. Son los restos arqueológicos de una ciudad fundada por colonos griegos. Los romanos la ocuparon y estuvo muy relacionada con la vía Egnatia. Conserva en buen estado el Bouleterion, donde se reunía el consejo de la ciudad.
Al sur de Vlora la carretera trepa hasta las alturas antes de un descenso vertiginoso hacia el mar. Las vistas son espectaculares desde las alturas sobre todo el litoral que se extiende hacia el horizonte. Aquí hay que saber elegir la playa de nuestros sueños. Si nos gusta el bullicio y la fiesta es fácil, pero si queremos playas recónditas y solitarias, en verano va a ser más difícil. Dhermi e Himaré son las dos mejores bases para explorar este tramo de costa. En muchos lugares la construcción sin control ha destrozado muchos lugares idílicos, pero todavía hay mucho por descubrir y disfrutar. Viajar en coche alquilado es la mejor manera de explorar casi todo el país, y la costa no es una excepción. En Sarande ya estamos frente a la isla griega de Corfú. Hay que seguir todavía un poco más, hasta Butrinto. Por un lado es un parque arqueológico, pero al estar dentro de un parque nacional el paisaje circundante está protegido. El recinto se encuentra sobre una península que se adentra en un lago, y el juego entre historia y paisaje, ya sea vegetación frondosa o el horizonte acuático es fascinante. Butrinto fue otra colonia griega, pero su larga historia hace que tenga un santuario al dios Asclepio, termas romanas, basílicas paleocristianas y torres venecianas. El recinto también está en la lista de la Unesco del patrimonio mundial. Desde aquí podemos pasar fácilmente a Grecia o regresar a Tirana por el interior y nos queda mucho todavía por conocer.
Girokaster, la primera etapa de esta incursión hacia el interior desde Sarande, no puede ser más espectacular. Es la otra ciudad tradicional con un casco histórico bien conservado. Con Berat está incluida en la lista Unesco por la inmensa cantidad de edificios de la época otomana bien conservados y restaurados. La ciudad gozó de la protección especial de Enver Hoxha, el principal líder de la Albania comunista, por ser su lugar de nacimiento. Fue declarada ciudad museo y aquí la arquitectura otomana tiene un aire que recuerda a la cercana Grecia. Girokaster también es la ciudad natal de Ismael Kadaré, el gran escritor albanés, premio Príncipe de Asturias de las letras en 2009. Y si queda tiempo hay que acercarse hasta el lago Ohrid, en busca de la herencia cultural y natural que forma el cuarto espacio patrimonio de la humanidad de la Unesco. Vemos que a pesar de las reducidas dimensiones de este país hay mucho que ver. Diez o doce días dan para mucho pero seguro que hay que elegir.
Tengo que recomendar Las tierras altas de Albania, de Edith Durham, publicado por La línea del horizonte, de gran valor etnográfico, escrito hace un siglo. De literatura albanesa, la apuesta segura será leer alguna obra de Ismael Kadaré, eterno candidato al premio Nobel y que está publicado fundamentalmente en Alianza Editorial. Como guía de viaje podemos recomendar la de Lonely Planet, que publica Geoplaneta y que acaba de sacar una edición nueva en enero de 2024.