Informe de Vulnerabilidad de Cruz Roja Española

Vivir en la calle a pesar de tener empleo, la pesadilla de los trabajadores pobres

Según datos de Cruz Roja Española, la mitad de las personas sin hogar tienen empleo y de ellos la mitad en ocupación total. Pero no es suficiente como para poder sufragar los gastos de una vivienda.

Belén Gómez del Pino

Madrid | 28.11.2023 13:16

Foto: Nick Fewings/Unsplash. Audio: Belén Gómez del Pino

"Entre la vida de muchas de las personas que hoy no tienen hogar y la nuestra hubo un momento en que no existieron grandes diferencias". La frase es de la directora general de Cruz Roja Española y muestra la realidad de los trabajadores pobres: un porcentaje significativo de quienes viven en la calle estaban en una situación normalizada en cuanto a vivienda y empleo antes de alcanzar la exclusión residencial. Y más aún, el 44,8% de las personas sin hogar mantienen su trabajo, un 22,4% en ocupación total y un 16,8% en economía sumergida. "Lo que hasta ahora era un mecanismo de inclusión social, el empleo -explica Cruz Roja- ha dejado de serlo por la pérdida de calidad en el trabajo".

Crece el número de mujeres viviendo en la calle

El estudio realizado por Cruz Roja sobre las personas a las que atienden desmonta mitos respecto al sinhogarismo: El 53% de quienes viven en la calle han nacido en España y aunque sigue siendo un problema mayoritariamente masculino (el 82% de quienes no tienen hogar son varones), la cifra de mujeres en situación de calle alcanza ya al 18%. Otro de los estereotipos desmontados se refiere al alcoholismo: el porcentaje de consumo entre las personas sin hogar es incluso ligeramente inferior al de la población general: 34,3% frente al 35,1%.

Si nos fijamos en el perfil de personas sin hogar vemos que el grupo mayoritario es de personas de entre 45 y 64 años, aunque un 18,5% tienen menos de 30 años. Tanto hombres como mujeres suelen vivir solos, sin pareja, y la mayoría sin hijos, aunque los tengan. Por razones climáticas, de seguridad o de comodidad, el 5,4% de quienes viven en la calle cambia de lugar para dormir como mínimo una vez a la semana, aunque la movilidad, en general, es bastante baja: la gran mayoría, el 88%, duermen siempre en el mismo lugar.

Vivir en la calle acorta la vida y empeora la salud mental

Vivir y dormir en la calle tiene un efecto directo en la salud, que es notablemente peor que la del resto de la población. El sinhogarismo recorta la vida y quienes lo sufren tienen altas tasas de salud mental; la depresión les afecta 3,7 veces más que a la población general y también son más habituales son sentimientos de soledad y tristeza.

Casi ocho de cada diez personas sin hogar ha sufrido discriminación, sobre todo aporofobia (odio a la pobreza), pero también rechazo por origen, minoría étnica, edad, sexo o estado de salud. "Las discriminaciones más graves - puntualiza Cruz Roja- son llevadas a cabo por personas cercanas, pero también se suman las ejercidas por la administración pública o los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado con humillaciones y trato indigno".

Hubo un momento en que entre su vida y la nuestra no había diferencias

Salir de la calle no es fácil y el entorno no ayuda. Las personas sin hogar y sin empleo tratan de buscarlo para mejorar su situación cuando llevan menos de un año sin casa, pero a medida que continúan en la calle, abandonan las esperanzas y una de cada cuatro personas que vive en la calle durante 4 años abandona la búsqueda de empleo. "Consideran -dice Cruz Roja- que por su situación no les van a aceptar".

La crisis socieconómica, las políticas de austeridad y los recortes en la protección social hace que los perfiles de las personas sin hogar sean cada vez más diversos y hay quienes alternan la vida en la calle con estancias en viviendas ocupadas, recursos residenciales u hogares de conocidos.