En las últimas tres décadas, las arritmias y la fibrilación auricular por sí sola han duplicado su prevalencia hasta llegar a casi 60 millones de casos en todo el mundo en 2019. Estas anomalías se asocian con mayores riesgos de enfermedad cardiovascular, muerte súbita o discapacidad, por lo que es vital identificar los factores de riesgo que las producen y cómo combatirlas.
Un estudio publicado en la revista 'Heart' y realizado por investigadores de Australia, Chile y Reino Unido ha descubierto que caminar a paso rápido puede ayudar a reducir el riesgo de padecer arritmias, taquicardias (latidos cardíacos rápidos) o bricardias (latidos cardíacos lentos).
Tres tipos de velocidades
Los investigadores han analizado los resultados de diferentes velocidades a la vez que han estudiado factores metabólicos como la edad, el sexo, la obesidad, el consumo al alcohol, de tabaco o condiciones médicas preexistentes.
El estudio ha sido realizado a 420.925 personas del Biobanco del Reino Unido, cuya edad media era de 55 años, y que respondieron a un cuestionario. Además de las respuestas al cuestionario, se tenían datos de monitores de actividad, que son dispositivos que miden la cantidad de ejercicio o actividad física de una persona. En este caso, 81.956 personas tenían datos más específicos sobre el tiempo que pasaron caminando a diferentes ritmos, gracias a estos monitores.
El ritmo lento se fijó en menos de 4,8 kilómetros/hora; el ritmo constante entre 4,8 kilómetros/hora y 6,4 kilómetros/hora y el ritmo rápido en más de 6,4 kilómetros/hora. A los participantes se les estudió durante 13 años. El 6,5% de los participantes caminaban lento, el 53% informaron de un ritmo medio y el 41% monitorearon un rimo alto.
Solo un 5,03% desarrollaron arritmias
Los participantes que caminaban más rápido eran mayoritariamente hombres, vivían en zonas poco desfavorecidas y su estilo de vida era saludable. Además, presentaban niveles bajos de factores de riesgo metabólicos, menos enfermedades crónicas, su cintura era estrecha y pesaban pocos.
Por eso, tras tener en cuenta factores demográficos y de estilo de vida influyentes, un ritmo de caminata rápido se ha asociado, según el estudio, con riesgos significativamente menores de padecer anomalías del ritmo cardíaco en comparación con un ritmo de paseo lento.
De los 81.956 participantes conseguimiento de actividad, solo un 5,03% (4.117 personas) desarrollaron arritmias. Los que caminaban más rápido tendían a ser más jóvenes, más saludables y con un mejor estilo de vida. En general, caminar más rápido se ha relacionado con un 27% de menor riesgo de desarrollar anomalías del ritmo cardíaco, mientras que caminar a un ritmo lento no ha mostrado un impacto similar.
"Este estudio es el primero en explorar las vías que sustentan la asociación entre el ritmo de caminata y las arritmias, y en proporcionar evidencia de que los factores metabólicos e inflamatorios pueden tener un papel: caminar más rápido disminuyó el riesgo de obesidad e inflamación, lo que, a su vez, redujo el riesgo de arritmia", han expresado los autores.