Pedro Sánchez culmina su gira asiática con la visita al presidente chino Xi Jing Ping. No es una visita cualquiera. No es un momento cualquiera. El mandatario español es el primer líder mundial que visita al gigante asiático tras la guerra comercial que inició Donald Trump. Desde el Gobierno restan importancia al malestar de Estados Unidos y defienden firmemente que "hay que diversificar alianzas". Sin embargo, desde la administración estadounidense, el encuentro se interpreta como una decantación diplomática de España.
"Hay que diversificar"
Ni un paso atrás. Pese a la pausa de los aranceles recíprocos de Trump y la respuesta de la Unión Europea haciendo lo propio con las represalias, la visita de Sánchez a China puede pillarle a contrapié. Sin embargo, el Gobierno tiene claro que "hay que buscar nuevos mercados" y no enmarcan la visita en el contexto actual.
Desde Estados Unidos, la reacción ha sido rápida y contundente. Scott Bessent, secretario del Tesoro, no dudó en calificar el acercamiento como "una apuesta perdida", alertando de que elegir a China como aliado podría resultar "como cortarse el cuello". La Casa Blanca ha endurecido aún más su discurso con un nuevo incremento arancelario del 145% a productos chinos, sumando incluso un sobrecargo por la crisis del fentanilo. China, por su parte, ha respondido con aranceles del 84% a bienes estadounidenses y ha elogiado abiertamente la visita del presidente español.
El juego de la diplomacia
En este punto surge una pregunta: ¿Qué pesa más, agraviar a Donald Trump o a Xi Jinping? Desde La Moncloa, la justificación es clara: diversificación económica y búsqueda de nuevos mercados para las empresas españolas. "Nadie gana en una guerra comercial", ha repetido Sánchez durante su paso por Vietnam, y esa parece ser la premisa que guía sus pasos en Pekín.
Aunque la decisión ha sido criticada por figuras como el expresidente José María Aznar —quien la ha calificado de "error grave" por su potencial para "echar más leña al fuego"—, el Ejecutivo español insiste en que no se puede depender de un solo socio estratégico. La política exterior no puede ser únicamente reactiva; también debe ser proactiva.
Alianza estratégica
España puede establecer con China un puente estratégico en sectores clave como la automoción eléctrica, energías renovables y logística. Empresas chinas como Chery y CATL ya han comenzado a establecer operaciones en territorio español.
Sin embargo, el desequilibrio comercial entre ambos países sigue siendo notable: mientras China es el principal proveedor de España, las exportaciones españolas al gigante asiático aún no alcanzan un nivel equiparable y sectores como el agroalimentario o el farmacéutico podrían beneficiarse de los recientes acuerdos.
Un gesto de peso mundial
En política internacional, los gestos cuentan tanto como las palabras. La fotografía que Sánchez se tomará con Xi Jinping en Pekín, la primera de un líder occidental tras el estallido de la guerra arancelaria, será un potente mensaje al mundo. Y deja la sensación de que los próximos esfuerzos de diplomacia deben ir enfocados en mantener a Estados Unidos con una inquietud controlada.