"UN DÍA HISTÓRICO"

WWDC 2020: Apple abandona a Intel para saltar al mañana de la informática

La Conferencia de Desarrolladores 2020 (WWDC) ha dejado toda una declaración de intenciones y un reto solo a la altura de compañías como Apple. Conoce aquí todos los detalles del evento de la mano de Juan Carlos Vélez.

Juan Carlos Vélez

Madrid |

Tim Cook, durante la WWDC 2020. | Efe

Tim Cook se guardó para el final de la presentación el gran anuncio de la jornada inaugural de esta extraña y no-presencial Conferencia de Desarrolladores 2020 (Worldwide Developers Conference 2020) y lo presentó como “un día histórico”. Tras el CEO de Apple aparecía en un pantallón de Steve Jobs Theater toda una declaración de intenciones y un reto sólo a la altura de compañías de acreditada solvencia en el sector como la de Cupertino: ‘a huge leap forward’ (un gran salto adelante).

Ordenadores con procesadores propios en su interior

Antes de final de este año, Apple pondrá a la venta para el público general los primeros ordenadores con procesadores propios en su interior, abandonando la dependencia de Intel. Una relación que ha sido, por momentos, tortuosa y que en los últimos meses y años ha sido responsable, en parte, del alto coste de venta de los productos estrella de la marca de la manzana.

Pero, ¿en qué se traduce para el público que Apple, y no Intel, firme el “cerebro” de sus ordenadores en el futuro? La clave está en un término inglés: ‘performance per watt’, que podemos traducir como “rendimiento por unidad de potencia”.

Los procesadores Intel son extraordinariamente capaces y potentes, ideales para la ejecución de las tareas más demandantes. Justo lo que necesitan los profesionales. Pero lo son a costa de de un elevado consumo energético y requisitos de potencia. Eso, que no es un gran problema en ordenadores de escritorio o incluso en ordenadores portátiles, era un escollo insalvable para el diseño y desarrollo de dispositivos móviles como el iPhone o el iPad, y sus respectivos sistemas operativos y universo de aplicaciones.

Por eso hace diez años Apple desarrolló su propio procesador A4 para el iPhone basado en la arquitectura ARM (Advance RISC Machine u “Ordenador con Conjunto Reducido de Instrucciones”). Este enfoque permite que los procesadores requieran una cantidad menor de transistores para llevar a cabo las mismas funciones, lo que se traduce en una reducción de costes, de emisión de calor y -esto es lo verdaderamente importante- de energía. Son capaces de hacer más con menos, mejor rendimiento por unidad de potencia, mejor ‘performance per watt’. Son ideales, por tanto, para poner en funcionamiento aplicaciones y sistemas operativos de baja potencia, en dispositivos con baterías mucho más pequeñas que en ordenadores portátiles tradicionales y que necesitamos que nos duren todo el día.

La evolución del iPhone desde 2010 en adelante no puede entenderse sin esta decisión estratégica, que ha permitido que el rendimiento del dispositivo más popular en nuestros bolsillos se haya ”multiplicado por 100” en la última década.

Dos años de transición por delante

La transición en el caso del iPhone fue más drástica que otras anteriores en la industria de la informática. Miles de aplicaciones dejaron de funcionar de una versión de iOS a la siguiente porque no fueron actualizadas y los desarrolladores necesitaron, en muchos casos, de múltiples versiones a lo largo de varias iteraciones del sistema operativo para refinar el diseño de su software.

La propia Apple ha transitado por varios procesos similares a lo largo de su historia. Por ejemplo cuando pasó de utilizar procesadores Motorola a utilizar los PowerPC. O cuando pasó de éstos a los procesadores Intel, una transición que llevó diez años culminar con éxito. Ahora existen muchas más herramientas a disposición de los desarrolladores (la propia Apple ha presentado varias de ellas como ‘Rosetta 2’ o ‘Universal’ durante la primera jornada de la WWDC2020, que servirán para traducir el lenguaje en el que están escritas las aplicaciones). La industria es más capaz, potente y versátil que hace una década y la comunidad de ‘developers’, mucho más amplia e interconectada. Todo esto va a contribuir, sin duda, a reducir extraordinariamente los plazos para este salto hacia adelante. Por eso Tim Cook estima que serán dos años, aproximadamente, los que Apple tardará en abandonar por completo los procesadores Intel, más potentes, más costosos, más exigentes en términos energéticos, por sus propios chips equivalentes en potencia, con menor coste de producción y significativamente más eficientes.

Previsible y paradójicamente, los primeros modelos de ordenador en beneficiarse de esta nueva tecnología serán, en realidad, los de “entrada” o “gama baja” y no las joyas de la corona destinadas al usuario profesional. Ya hemos visto una primera pista durante la larga presentación de la WWDC, con el ‘developer kit’ que van a poner a disposición de los desarrolladores: un Mac mini con un procesador A12Z bionic, 16Gb de Ram, 512Gb SSD y el nuevo sistema operativo macOS Big Sur junto al software Xcode, que bien podría ser el primer modelo en llegar al público general durante el último trimestre de este año. Es previsible que se sumen a esta primera oleada los MacBook Air e incluso el iMac (que son los dispositivos de entrada en las gamas portátil y de escritorio). La lógica dicta que los usuarios profesionales, aquellos que necesitan las máximas garantías en el funcionamiento de sus aplicaciones para el desarrollo de su trabajo, sigan necesitando de estas, basadas en la arquitectura actual con procesadores Intel y que, por tanto, tarden más en dar el salto al ARM. Siguiendo esta lógica, los MacBook Pro, iMac Pro y Mac Pro serían los últimos en recibir los nuevos “cerebros” diseñados por Apple.

Dependerá, en gran medida, de los desarrolladores por un lado, y del flujo de trabajo de los profesionales por otro. Quienes ya trabajen mayoritariamente dentro del ecosistema de aplicaciones nativas de Apple, lo tendrán más fácil. Los directivos de Apple han insistido durante la presentación en que sus aplicaciones más potentes, como Final Cut Pro X, Xcode o Logic Pro X, así como las de terceros como Microsoft o Adobe estarán listas desde el primer día. Y esto ya abarca sobradamente las necesidades de un grandísimo número de profesionales, si no mayoritario.

Qué significa para los usuarios

Y, ¿para el usuario común? ¿Hacia dónde conduce el salto? Pensemos en la evolución del iPad durante los últimos años con el lanzamiento del iPad Pro. Un ordenador -que no es un ordenador- extraordinariamente capaz, cuyo refinamiento del sistema operativo y desarrollo de habilidades “multitarea” lo ha convertido en el dispositivo de elección para un gran número de usuarios. También para profesionales en ámbitos como el diseño (abandonando sistemas que se habían establecido casi como estándares durante año como las tabletas Waccom), o el vídeo. Un ejemplo: el iPad Pro 2020 es capaz de renderizar un vídeo en calidad 4K hasta un 30% más rápido que un Mac. Y esto es gracias al procesador ARM propio de Apple en su interior.

Si en su día muchos pensamos que el paso lógico era que Apple elevara el sistema operativo móvil de su tableta al nivel de un sistema operativo tradicional de escritorio, el futuro inmediato nos conduce ahora por el camino contrario: la convergencia de sistemas, que está cada vez más cerca, pasa por que el sistema operativo de los macs se parezca cada vez más al del iPad, que es el dispositivo que se ha demostrado verdaderamente a la vanguardia de la innovación. Esto será posible porque al compartir arquitectura, los desarrolladores podrán crear aplicaciones que funcionen en todos los dispositivos, compartiendo funcionalidad y lenguaje, facilitando la inmersión y el uso por parte del usuario.

En cuanto al diseño, la adopción de procesadores ARM permitiría a Apple, potencialmente, sacar al mercado ordenadores más finos, ligeros, con baterías más pequeñas pero aprovechadas de manera más eficiente y con menos problemas de calentamiento pese a estar alimentando pantallas cada vez más exigentes en sus portátiles. La fabricación de sus propios procesadores va a permitir a la compañía rebajar significativamente los costes de producción al librarse de la dependencia de Intel. Pero eso no significa que Apple tenga en mente una línea de MacBooks “baratos”. Simplemente le permitirá incorporar más y mejor tecnología en dispositivos más ligeros y eficientes sin que el precio de venta se dispare. El “Apple barato” nunca ha sido una estrategia de Cupertino, salvo alguna excepción como la del iPad actual, muy enfocado hacia la educación por un lado y al consumo de servicios por otro. Una ventana “accesible” a un mayor público desde la que asomarse a los servicios de streaming, música o videojuegos: es decir, a sus propios servicios (Apple TV+, Apple Music y Apple Arcade).

Habrá quien se haya quedado, después de ver la presentación inaugural de esta WWDC2020, con la sensación de que todo lo que se ha presentado como nuevo es la evolución de los distintos sistemas operativos, y nada de hardware. Pero lo cierto es que Apple ha tomado el impulso necesario para dar el próximo gran salto hacia el futuro de la industria informática.