La juez considera probado el plan conjunto entre la madre y la abuela de la menor

Prisión permanente revisable para la madre de la niña Carolina

La jueza de la Audiencia Provincial ha condenado a prisión permanente revisable a Adriana Ugueto por el asesinato de Carolina, su hija de 5 años. La sentencia considera probado el plan conjunto de la condenada y su madre "para poner fin a sus vidas y además acabar con la vida de la menor con plena conformidad de ambas, aceptando cada una los actos de la otra”. Y afirma que en el momento de los hechos, la condenada "no padecía ningún trastorno que afectara a su conciencia y voluntad".

Onda Cero La Rioja

Logroño | 15.03.2022 06:00 (Publicado 31.01.2022 11:05)

El Policía Nacional responsable de la investigación afirma que existía un plan organizado, un pacto acordado entre la acusada y su madre para suicidarse ambas y llevarse con ellas a la pequeña Carolina. Un plan del que la acusada era plenamente consciente y participó activamente. La Policía da importancia al contenido de una declaración espontánea que realizó la acusada cuando acudieron a informarle de que se había encontrado el cuerpo de su madre. En esa declaración la acusada indica que fue la abuela quien mató a la niña, que luego le cortó a ella las venas y posteriormente fue a tirarse al rio Ebro.

Tanto la acusación particular (el padre de la niña) como la acusación popular (Asociación Clara Campoamor) se han unido a la petición fiscal de prisión permanente revisable por un delito de asesinato con alevosía sobre persona especialmente vulnerable.

La acusada niega haber asesinado a su propia hija argumentando que no recuerda prácticamente nada de lo sucedido en la habitación 404 del hotel más allá de que se despertó en la mañana del lunes en la bañera rodeada de sangre y con el cuerpo inerte de su hija sobre la cama, tras lo que intentó, sin éxito, lanzarse por la ventana. En su intervención final antes de clausurarse la vista oral, afirmó que "nunca atentaría contra la vida de mi hija porque un hijo es un tesoro".

La defensa considera que la acusada "es una víctima más del estado de locura de su madre" (abuela de la niña) por lo que debe atribuírsele a ésta la responsabilidad de los hechos.

La acusada grabó una serie de videos con el objetivo de que fueran proyectados tras su suicidio. En uno de ellos, grabado el día 25 de enero de 2020 (la víspera de entrar en el hotel) aparece la propia Carolina.

En los videos grabados por la acusada (con la intención de que fueran proyectados en el juicio tras su suicidio) relata su vivencia de los últimos años a partir del nacimiento de la pequeña Carolina, la posterior separación y el proceso judicial que acabó concediendo la custodia al padre de la niña, algo que ella no aceptó afirmando sentirse maltratada y desprotegida por el sistema judicial.

El padre de la niña Carolina afirma que su expareja buscaba limitarle el contacto con su hija y le acusaba de ser un mal padre por no proporcionarle los cuidados necesarios e incluso “malmetiendo” permanentemente a la propia niña en ese sentido a pesar de que una sentencia le había otorgado a él la custodia exclusiva. El padre reconoce que la acusada intensificó sus ataques hacia él a raíz de esa sentencia y, sobre todo, tras conocer que él tenía una nueva relación de pareja.

El psiquiatra que recibió a la acusada a su entrada en el Hospital San Pedro detectó un "cuadro intenso de ansiedad y angustia".

En los días posteriores, ya en la cárcel, la acusada fue atendida por otra psiquiatra del mismo hospital; su diagnóstico es que presentaba un trastorno adaptativo como consecuencia de los acontecimientos de esos días pero no un trastorno patológico, depresivo o maníaco, que evocaba de manera consciente y sin dificultad sus actos y sus consecuencias.

Esta psiquiatra también ha afirmado ante el tribunal que la acusada le confirmó en sus charlas que entre su madre y ella había un pacto de suicidio ampliado a la niña

Los forenses que levantaron el cadáver de la niña Carolina y participaron en su autopsia han confirmado que la pequeña, aunque en su cuerpo contenía restos de Noctamid, falleció por asfixia mecánica por presión. Además de hematomas en la zona de la boca y erosiones en el mentón, en la autopsia se detectó Noctamid (medicamento hipnótico basado en benzodiacepinas). Una sustancia presente en su estómago (fue ingerido en las últimas horas) pero también en sangre. De hecho, por el análisis de sus cabellos, los forenses concluyen que se le había suministrado en los 4 meses anteriores, lo que le produjo un “estado de profunda sedación” que contribuyó a su indefensión a la hora de la asfixia.

Los médicos que realizaron una valoración pericial psiquiátrica a la acusada afirman que la mujer tomaba antidepresivos y ansiolíticos (lorazepam) por las vivencias negativas relacionadas con la custodia de la hija y la relación con la expareja pero no presentaba alteración psicopatológica suficiente que le impidiera controlar su voluntad o sus actos.

Una psicóloga forense ha referido la existencia, en el padre de la niña Carolina, de un trastorno persistente de la personalidad derivado del trauma sufrido como consecuencia de la pérdida de su hija. Un malestar y dolor que se había iniciado años antes por las tensiones viviendas en la pareja pero que el asesinato de la niña multiplicó una serie de secuelas mentales y físicas más pronunciadas que le impiden llevar una vida normalizada.

La actual pareja del padre refiere un continuo acoso, amenazas e insultos por parte de la acusada que, según su versión, no soportaba la relación con su expareja ni sus cuidados hacia la pequeña.

El hermano de la acusada abunda en la tesis de que su madre, y abuela de la niña (cuyo cadáver apareció en el Ebro dos días después), sería la instigadora de los hechos dada la influencia que tenía sobre la acusada.

Relato del miembro de la Policía Nacional que entró en la habitación 404

Relato del Policía Nacional que custodió a la acusada en la habitación contigua a la 404

Empleados del hotel donde se produjeron los hechos han confirmado ante el tribunal que la acusada abandonó el establecimiento en la mañana de los hechos por espacio de una hora, con la niña inerte sobre la cama; un hecho que certifica la grabación de las cámaras de seguridad del hotel pero que niega reiteradamente la acusada.

La médico de cabecera que atendió a la acusada entre 2014 y 2018 ha confirmado que le recetó antidepresivos y ansiolíticos porque decía encontrarse abatida y frustrada por la pérdida de la custodia de su hija y obsesionada porque la pequeña no recibía un cuidado adecuado del padre aunque en ningún momento manifestó ideación suicida. La médico ha respondido afirmativamente cuando se le ha preguntado si considera que la acusada tenía un "afán de posesividad" sobre la niña.