Eduardo Blanco, cliente habitual del restaurante “Burro Canaglia” que se incendió el viernes pasado en Madrid relata a EFE cómo ocurrió el accidente. Acudió ese mismo día con su mujer, que se quedó a “unos tres o cuatro metros” detrás de él, por lo que pensó que “no iba a llegar a salir” del restaurante en llamas.
Eduardo relata que vio pasar a un camarero con una pizza flambeada: “giré la cabeza, lo vi pasar y llegó a una columna decorada con dos plantas y en dos puntos las tocó”. Comenta que nadie pensó que la decoración fuera a arder a esa velocidad. “Yo me quedé mirando toda la evolución, me quedaba a un metro”, añade. Un trabajador del local intentó apagar el fuego con agua, pero no consiguió nada y después con un extintor que “o no sabía utilizarlo o estaba agotado”. Tras la “impresionante” propagación de las llamas, que “en unos segundos” llegó al techo, narra Eduardo que el empleado les dijo que salieran.
Lo más doloroso para él es recordar que había unas chicas celebrando un cumpleaños en frente de su mesa y son “unas de las más afectadas”. Se arrepiente además de no haber estado “más pendiente de estas chicas, podría haber hecho algo. Yo estaba pendiente de salvar mi vida y la de mi mujer.”
Varios clientes rompieron los cristales a base de patadas y golpes con la “base de un parasol”
La puerta del local quedó bloqueada en poco tiempo por la malla de alambre que sujetaba la decoración del techo y la intensidad de las llamas. Eduardo se percató de que su mujer estaba “a unos tres o cuatro metros” detrás de él y pensó que no conseguiría salir. Asimismo, asegura que “por lo menos había veinte personas después de ella y tras la humareda sólo saldrían cinco”.
Antes de que los bomberos llegaran a la plaza de Manuel Becerra, varios clientes rompieron los cristales a base de patadas y golpes con la “base de un parasol”. Desde la plaza escucharon un estallido que debió provocar la caída de la decoración artificial. Eduardo no entiende cómo la decoración del restaurante no podía tener “un tratamiento”. El foco de la investigación está ahora en esto adornos que puede ser que no fueran materiales ignífugos porque ardieron en cuestión de minutos. “Yo he trabajado en hostelería y sé que los locales pasan controles policiales y sanitarios, por lo que daba por hecho que las medidas estarían tomadas”, concluye Eduardo.