Álvaro Tuero escucha a Puerto y Ayuntamiento, pero no entiende a ninguno. Echa en falta que alguien explique el por qué de una cerrazón como esta. Nadie cede pero nadie explica por qué, cree Tuero, quien considera increíble lo que está pasando. Sería casi cómico, añade, si no fuese porque "es El Natahoyo el que paga el pato". Su barrio y los gijoneses, porque el ámbito que está en disputa "da pena verlo". Los vecinos exigen a las partes que lleguen a un acuerdo y advierten que no están dispuestos a aceptar ningún retraso por razones partidistas. Quieren ver máquinas trabajando ya.
Pero no parece que su deseo vaya a cumplirse. En la reunión con la Autoridad Portuaria su presidenta, Nieves Roqueñí, les ha dejado claro, dice Tuero, que no aceptarán ningún ultimátum y no cederán la parcela de 3.800 metros cuadrados "bajo ningún concepto". Les ha afirmado, nos afirma el presidente vecinal, que "es suya" y no la cederán. Si hay que ir a juicio, se irá, les habría transmitido Roqueñí. Es algo que no se entiende porque mientras el puerto dice esto "el ayuntamiento habla de trasteros". Los vecinos no quieren que se judicialice el asunto.
En el consejo social la alcaldesa, Carmen Moriyón, ha explicado que la pretensión de la Autoridad Portuaria va en contra de los planes urbanísticos y que su actitud puede retrasar el proyecto de Naval Azul de forma importante. No se trata únicamente de un incumplimiento de un contrato, afirma Moriyón.
La presidenta de la autoridad portuaria, Nieves Roqueñí, también ha dado su versión de la historia. Y es muy diferente. El puerto ofrece la cesión de uso de la parcela, hacerse cargo de la obra y abrirla al uso público este mismo año. Se ha mostrado enfadada con la deslealtad del ayuntamiento, afirma.
La federación vecinal ha propuesto que Ayuntamiento y El Musel se encierren en una sala y no salgan hasta que lleguen a un acuerdo.
