Para el gerente del Instituto Aragonés de Servicios Sociales, Joaquín Santos, estos datos muestran que el impacto del COVID en los geriátricos está siendo “significativamente menor” que en abril o mayo, porque han aprendido de la experiencia y han habilitado las herramientas necesarias para hacer frente al virus. Santos cree que las familias aragonesas confían en la red de residencias para cuidar a sus mayores. De hecho, desde mayo han ingresado en esos centros 781 personas nuevas. Es necesario, eso sí, seguir mejorando la cualificación y el salario de los profesionales, e incrementar las plantillas. Para ello, Santos pide que el Gobierno de España aporte la financiación que le corresponde por ley, pero también que los grupos políticos aragoneses pacten un presupuesto adecuado.
En la primera ola de contagios, el Departamento de Sanidad notificó 130 brotes en las residencias y acumularon el 80% de las víctimas mortales. En esta segunda ola, el índice de mortalidad es inferior y se sitúa en el 40%. En una comparecencia en ese órgano parlamentario, el director general de Salud Pública, Francisco Javier Falo, señala que la incidencia no es tan virulenta porque los geriátricos están mejor preparados y la vía de contagio es diferente.
En esa comisión parlamentaria, también ha comparecido el director general de Asistencia Sanitaria, José María Abad, quien ha valorado las nuevas herramientas disponibles para mejorar la coordinación entre los centros de salud y las residencias de mayores. Por un lado, se ha iniciado un programa piloto de atenciones mediante videoconferencias. Por otro, ya hay 480 centros públicos y privados que se han adherido a la plataforma SIRCovid.