Los rivales le tienen tomada la medida al Málaga. A poco que un equipo muestre más intensidad, los malaguistas carecen de capacidad de reacción. Con la calidad no es suficiente y en el equipo de Pellegrini, incluído éste, el acomodamiento le pasa factura y, por desgracia, no es la primera vez y nos tememos que no será la última que sucede lo de anoche en Granada. El chileno también adolece de lucidez y su lectura tardía sobre la marcha de los acontecimientos en el césped no resulta determinante pero sí un factor a favor de los rivales. Lo de Granada viene a ser un calco de lo sucedido en tantos y tantos encuentros a domicilio. Un ejemplo se produjo cuando desde la grada albiceleste se reclamaba a voces la retirada de un desfondado Maresca -agotado a la media hora de juego- por un refresco como Recio. El centro del campo estaba perdido y el chileno reaccionó tarde y a poco del final, sin margen de maniobra. Un desastre.
En el primer tiempo el Málaga gozó de más y mejores ocasiones para adelantarse en el marcador. Maresca al primer minuto, envió a las nubes un centro de Cazorla desde la derecha tras dejada de Seba. Rondón, poco después, obligó al portero rival a lucirse enviando el balón a córner a tiro cruzado y raso desde la izquierda. El Granada respondió con un cabezazo de Mikel Rico a centro de Jara que Caballero repelió a la esquina.
Desde este momento la posesión del balón pasó a ser del equipo entrenado por Abel. Pese a ello, el Málaga volvió a gozar de dos ocasiones en las figuras de Cazorla y Demichelis pero Julio César, de nuevo, desbarató con acierto las acometidas malaguistas. A partir de la media hora el juego decayó y el beneficiado fue el Granada. Su menor calidad y su propuesta de juego correoso buscaba llegar al descanso con el marcador inicial y a fe que lo consiguió.
En la segunda mitad el Granada inclinó la balanza de su lado gracias a la apatía de su oponente tanto en el césped como en el banquillo. Ighalo aprovecha un centro desde la izquierda para fusilar a Caballero con la defensa malaguista contemplando la Alhambra. No es menos cierto que el gol de Rondón en la mejor acción del Málaga abría las esperanzas al triunfo con más de 20 minutos por delante. Fue un espejismo. Pellegrini se atasca en los momentos claves y con él algunos jugadores se acomodan. Un ejemplo lo encontramos en Demichelis que, involuntariamente, contribuye en el segundo gol rojiblando (80') al habilitar a Iñigo López. El defensa sumado al ataque aprovecha un rechace de Caballero tras tiro de Martins. Caballero, como tantas veces, queda vendido, frustrado y su labor por los suelos.
Al final desbarajuste de todos los tipos, expulsión de Demichelis incluida excesiva, y nuevo tirón de orejas al acomodado Málaga y a su entrenador por parte de un humilde que puso en el campo más coraje para quedarse con los tres puntos. Europa, tendrá que esperar de momento y de seguir así definitivamente.