Lo que se vivió este jueves en el WiZink Center en el segundo partido de los cuartos de final de la Euroliga entre Real Madrid y Partizan fue un bochorno. Después de la victoria de los serbios en el primer partido de la serie, este jueves no hubo color y Partizan estaba bailando al Real Madrid en la pista.
Cuando faltaba minuto y medio, con el partido prácticamente terminado y Partizan quince arriba, a Llull se le va la cabeza. Un jugador que tantas y tantas veces ha estado en el otro lado de la película, que ha ganado todo lo que puede ganar un jugador, no supo aceptar y asimilar la situación. No supo perder. Su conato de agresión fue lo que desencadenó todo.
Luego vimos una acción tremenda de Yabusele contra Exum que estuvo a punto de desgraciarlo completamente y a partir de ahí una serie de patadas voladoras, puñetazos... Participaron todos. De hecho los árbitros expulsaron a casi todos los jugadores. Fue una cosa tristísima que recordó a aquella final de la Copa de Europa de 1986 entre Zalgiris y Cibona.
Menos mal que terminaron poniendo un poco de cordura tanto Rudy Fernández como Obradovic. El madridista asumió la culpa, reconoció que no habían sabido perder e intentó mandar un mensaje conciliador. 20.000 personas esperan el próximo martes al Real Madrid en Belgrado y si Obradovic no templa las aguas aquello puede ser un aquelarre.
Ninguno de los dos equipos se merece jugar la Final Four de la Euroliga. No se puede admitir algo como lo que se vivió este jueves. Daña muchísimo a un deporte como el baloncesto.
