La imagen de la RFEF y los escándalos que se están sucediendo desde hace tiempo perjudica la imagen del fútbol español. No es la mejor carta de presentación para acudir a los grandes foros del fútbol. Estamos en boca de todos y no para bien.
Pero si algo tolera el fútbol y la FIFA son los casos de corrupción. Todos hemos visto cómo han sido los últimos años, con las elecciones de los Mundiales de Rusia y Qatar o cómo se va a elegir el Mundial de Arabia Saudí 2034.
Si hay algo que no va a suceder es que esto signifique realmente nada en términos de organización. La FIFA es más cuidadosa con sus interes particulares que con los intereses morales.
El fútbol español necesita lavar su imagen, pero también necesita lavarse por dentro para afrontar el futuro. Causa bastante pereza pensar que cada vez que España tiene que afrontar un desafío, en este caso organizativo, también tendrá que enfrentarse a acusaciones de mala gestión o corrupción.
Y quien lo paga no es solo el prestigio del fútbol, también la selección. Hace unos días España jugó contra Colombia y el partido pasó prácticamente inadvertido porque lo que ocupa es qué está sucediendo dentro de ese entramado. Como ocurrió en el Mundial femenino, que España lo ganó y la noticia estaba en las tropelías de Rubiales.
