VÍDEO del monólogo de Carlos Alsina en Más de uno 09/10/2018
Original no ha sido.Susana Díaz. Se ha copiado así misma el discurso de hace cuatro años. ¡Autoplagio!
La coartada para justificar que adelanta las elecciones un trimestre es la misma que utilizó en 2015. Revenida. Dice así: el socio parlamentario le ha dado, de repente, la espalda y como no tiene fuerza para sacar adelante los Presupuestos, disuelve el parlamento y a las urnas.
Entonces la culpa la tenía laradicalización de Izquierda Unida, ahora la culpa la tiene Ciudadanos, que se ha vuelto muy carca. El mismo sainete que interpretaron los dos socios de entonces —ay, que nos hemos enfadao— lo han interpretado este otoño los socios de ahora. Primero Ciudadanos rompe, después la presidenta convoca.
Por la estabilidad de Andalucía, ¿comprende usted? Por la bendita estabilidad andaluza que marca la diferencia con la política nacional española.
Ha entendido usted bien el argumentario: la presidenta que ha gobernado los últimos tres años y medio apoyándose en Ciudadanos y sin que los de Riverala hayan puesto en grandes apuros nunca, siente que la inestabilidad se cierne sobre Andalucía porque le faltan diputados para aprobar los Presupuestos. Le recuerdo que las elecciones tocaban en marzo y que en Andalucía todo el mundo sabía, desde antes del verano, que iban a celebrarse este año. Les recuerdo que, con la maniobra anticipatoria, la presidenta dribla a Sánchez (enredado en su propio calendario) y esquiva la salpicadura que pudieran producirle los casos judiciales abiertos (no tiene buena prensa, que le vamos a hacer, que el gerente de una Fundación de la Junta pagara con tarjeta oficial sus juergas en clubes de alterne, presuntamente). Pero que siga el cuento de la estabilidad andaluza. Que para eso nos lo ha querido contar Susana.
Una vez que, después de intentarlo muchísimo, llegó a la conclusión de que no puede contar ya con Ciudadanos, se resignó a anticipar y descolgó el teléfono para llamar a una persona. Adivine usted a quién. Dices: como es Andalucía, todo por Andalucía, llamaría a la presidenta del Parlamento autonómico. O a los líderes de los partidos andaluces. Llamaría a Canal Sur para decirles cómo enfocar la noticia. Nada de eso. A quien llamó es al secretario general de su partido.
Llamó al presidente no porque sea el presidente —a Rajoy no le habría llamado ni el primero ni el segundo ni el tercero— sino porque es el líder de su partido, porque han estado mirándose los dos de reojo a ver a quién le convenía, y a quien no, que las andaluzas y las generales coincidieran, y porque la receta Díaz para la estabilidad ya ha quedado claro cuál es —esto seguro que ella se lo explicó también a Pedro—: si no tienes apoyos para sacar adelante los Presupuestos, no los presentes siquiera. Pon las urnas para evitar la inestabilidad, ¿no era eso?
Ahí estamos: marcando diferencia. He aquí la baronesa que, antes de caer derrotada ella misma frente a Pedro en el PSOE, dejó esculpida aquella frase que decía: con ochenta y cinco diputados no se puede gobernar. Las cicatrices aún recientes. La animadversión que permanece. Pues en eso está Sánchez, en intentar gobernar no con ochenta y cinco sino con ochenta y cuatro. A sabiendas de quePuigdemont no le va a apoyar los Presupuestos del Estado y que su única opción será estirar y estirar y estirar.
Si a Pedro le acabara dando por hacerse un Susana tiene la coartada a huevo. Su único socio conocido,Podemos, le está poniendo pegas a la negociación de las cuentas.
Están en el no. Aunque el viernes pasado estaban en el optimismo sobre el sí. El Podemos dePablo Iglesiasjuega a presentarse como el guardián de las esencias de la izquierda que obliga a Pedro a comer de su mano mientras el Podemos de Teresa Rodríguez, Adelante Andalucía, va a la guerra total con el PSOE.
Las andaluzas serán las primeras elecciones dePablo Casado como líder del PP. Él tampoco ha sido original en su primera andanada. Los treinta y seis años que lleva gobernando el PSOE. Que son, en efecto, la prueba de que el PP ha sido incapaz de ganar ese pulso en treinta y seis años y que son, en efecto, la prueba de que uno sólo apela a la higiénica alternancia cuando no es él quien gobierna. No creo que al PP de Castilla y León le guste el argumento porque lleva gobernando la comunidad treinta años. Porque los votantes así lo han querido.
Rivera también cree que tantos de socialismo en Andalucía son demasiados. Aunque no consta que se haya comprometido Ciudadanos a no volver a investir a Susana.
Liderar ese cambio significa estar en condiciones de escoger con quién gobiernas. Y negociar consejerías (y poder) en un gobierno conjunto, porque ahora C's ya no le hace ascos a entrar en los gobiernos y repartirse los sillones.
Éstas son las dos carreras que están en marcha en Andalucía: cuánta distancia consigue recortarle Podemos al PSOE (sorpasso no reflejan las encuestas) y si Ciudadanos se pone por delante del PP por vez primera. La primera de Casado y la primera de Rivera.