Con Miguel Venegas

Fútbol en la caída de Berlín

Mientras el ejército rojo tomaba la capital del III Reich, en Hamburgo se disputaba un último partido entre los escombros. Recordamos el fútbol durante los últimos días de la Batalla de Berlín.

Miguel Venegas

Madrid | 01.05.2021 14:59

El 30 de abril cayó Berlín. Aún quedaban unos días para la capitulación y el fin de la Guerra, y las portadas y los desfiles y los besos en Broadway. Pero aquel día Hitler se quitó la vida en el bunker junto a Eva Braun y la bandera soviética ondeó en la fachada principal del Reichtag, en la foto más icónica de cualquier 30 de abril de nuestra historia. Y una de las más retocadas también para la propaganda.

Con Hitler caía Alemania y caía la fe que los alemanes tenían en una milagrosa remontada final. Tanto es así que el Berlín trabajaba esos días Otto Nerz, oficial del partido nazi y una celebridad en el país. Ex futbolista y ex entrenador, Nerz había sido seleccionador de Alemania en los Juegos Olímpicos del 36, y su equipo había perdido frente a Noruega en el único partido que Hitler vio en toda su vida. Fue también su último partido como seleccionador, pero siguió trabajando para la Federación alemana hasta el día en que los soviéticos lo detuvieron tras la Batalla de Berlín. Fue recluido en un campo de concentración alemán, y allí murió de meningitis cuatro años después, antes de tener su juicio.

Muchos alemanes no cayeron luchando, sino viviendo casi como si no cayeran bombas. El 29 de abril, un día antes del izado soviético, en Hamburgo se vivía el último partido de fútbol del III Reich. Fue un amistoso entre el Hamburgo y el Altona; un derbi, por supuesto, porque sólo se podían jugar partidos locales, y sólo se podía jugar en el Rotherbaum Stadium, milagrosamente intacto en una ciudad que había sido destruida en un setenta por ciento por los bombardeos aliados. El Hamburgo ganó 4-2 y la rendición de la ciudad llegó cinco días después, coincidiendo con la de Berlín.

La capital se convirtió en protectorado de los aliados, pero Hamburgo recuperó cierta vida en tres meses, lo que tardaron en programar otro partido entre el Hamburgo y el Altona, el primero bajo ocupación extranjera. No hubo represalias en el fútbol de la ciudad. El presidente del Hamburgo, Emil Martens, tenía carné del partido, pero se le había señalado por tendencias homosexuales y se había sometido a castración, oficialmente de forma voluntaria.

El Bayern y el Dortmund habían visto a sus presidentes huir del país por ser judíos y pudieron reconstruir sus clubes. El Schalke quedó señalado como el equipo del régimen, así que cayó en desgracia. Y gran parte del país pasó página y empezó a construir a la mayor potencia del fútbol europeo.