El post de radioestadio

El clásico: el corazón del culé y del madridista que andan en capilla

Edu García hace un repaso por las novedades del mundo del deporte.

Edu García

Madrid |

En estas horas de tanta Fe desbordada, quiero hablarle al corazón del culé y del madridista que andan en capilla. Todos seres latentes que profesan su credo, convencidos cada uno de su propio evangelio. Mañana el Clásico copero convocará a millones de fieles por todo el planeta, aunque algunos andan menos postrados a que el milagro pueda hacerse carne.

Si tuviera que darles motivos para creer tendría que esforzarme más con los discípulos de Bernabéu: “por los hechos los conoceréis”, pues los últimos no son gloriosos. Lo que pasa es que ese escudo cosido en camisola blanca es protector de esencias y suele infundir una energía extra que se califica de sobrenatural.

Ancelotti ya no es apóstol inmaculado y a Mbappé y a Vinicius se les ve terrenales… Por demás. Ahora se le reza a la estampita de Valverde… Aunque no es un fervor especialmente extendido.

Ancelotti ya no es apóstol inmaculado y a Mbappé y a Vinicius se les ve terrenales

Más reforzada está la creencia barcelonista y con más argumentos futboleros que pueden alcanzar el éxtasis. Victorias, sensaciones, hermanos de juego y gol con esa proyección sin fin que te da la edad y los grupos cohesionados y afinados. Se saben superiores y eso también puede ser un peligro. Cuando uno está obligado a algo… No suele dejar margen al descalabro.

Y a lo San Pedro, el recinto de la Cartuja engalanado como en las mejores fiestas de guardar, porque esta es una fecha para fieles, para viajes, para experiencias con familia, con amigos, con cuadrillas, con actividad previa, donde los 90 minutos de liturgia son casi hasta lo de menos… Dicho con perdón.

Y no, no son los réprobos de la historia la trouppe de árbitros que velarán por el buen desarrollo, pero ya sabemos todos, si lo hacen bien y no hay escarnio es que cumplen con su misión… Y si menean sus pulgares para arriba y para abajo serán objeto de azotes y latigazos sin remisión.

Pues eso, que pasará lo de siempre, como nunca.