Chus de Candeleda, en Ávila, nos habla del tasajo, que se hace con carne de cabra desecada y aderezada con pimentón: "Eso hay que probarlo, a mí no me lo pueden quitar", asegura.
Desde Santander nos llama Pilar, que se confiesa "bastante enfadada" con el informe de la OMS, y destaca que "deberían ayudar a erradicar el hambre en el mundo en lugar de sembrar inquietud". Destaca además que ella "jamás renunciaría a la carne de los valles de Cantabria, bendecidos con una climatología maravillosa". Y añade que el cerdo "constituye la despensa del invierno" de muchos pueblos de montaña.
Nos vamos a Badajoz para escuchar a Antonio, que lleva "toda la vida en el mundo de la carne". "Jamás renunciaría nunca ni al embutido, ni a ese lomito o ese morcón de Extremadura", dice, y resalta que el verdadero problema no está en la carne sino "en lo que le echan ahora al elaborarla". Señala además que aunque "seguro que se va a notar un bajón en el volumen de ventas", en España "hay una cultura de carne que no creo que se pierda".
Para Roberto, de León, sería imposible no comer lengua, cecina, botillo o cocido maragato. Y destaca que en León "tenemos una longevidad muy alta, puede que sea de toda la carne que comemos". "A los de la OMS les invitaba yo a un buen cocido maragato", sentencia.
Y Alba Luz, que nos llama desde Cádiz, es colombiana y comenta que la carne es "la base de nuestra alimentación" en latinoamérica. "Mi marido es alemán... ¡Cómo le digo yo que no coma salchichas!", bromea.