Fernando Ónega: "Si Sánchez se ha metido en este lío con ‘El Debate’ de Atresmedia, a él le corresponde resolverlo"

Primero, el debate, ese meteorito que cayó sobre la campaña, la agitó y la alteró. Situación actual, en lo que alcanzo a ver: o hay dos debates, en Atresmedia y Televisión Española, o, si Sánchez persiste en ir a solo a TVE, puede quedar su silla vacía en Atresmedia. ¿Si Sánchez se ha metido en este lío, a él le corresponde resolverlo, señores analistas? Es mi primera pregunta.

Este conflicto comenzó siendo de legalidad por la presencia de Vox, pasó a ser un conflicto mediático, ahora es un conflicto político por las diferencias entre partidos y me temo que empiece un asunto de orgullo, porque alguien tiene que ceder. Las siguientes preguntas son: ¿debe mantener TVE su oferta si Rivera, Casado e Iglesias tienen confirmada su presencia en esta casa? ¿Por qué el presidente dice que no está disponible el día 22, si no parece haber nada más importante? ¿Es una disculpa? ¿Y por qué los políticos invitados no hablan entre sí para algo tan sencillo como ponerse de acuerdo en una fecha, en dos fechas o en un plató?

Después de estos interrogantes, Isabel García Pagan hace asomar en La Vanguardia una perspectiva nueva: la derecha quiere dos debates para exprimir el conflicto catalán. Ayer se volvió a escuchar a Pablo Casado reclamar que Pedro Sánchez diga que no indultará a los presos, cuestión de la que el presidente se escabulló en todas las entrevistas; la última, la de Vallés y Golpe en Antena 3. ¿Es la cuestión catalana la que hace que Sánchez no acepte el cara a cara y ahora no tenga agenda?

Las realmente meritorias son la investigación y la eficacia policial. Se siguieron sus pasos, se descubrió su intención de inmolarse en medio de una procesión y se evitó una catástrofe. No tengo más aportación que felicitar y agradecer ese resultado.

Respecto a la campaña, mi impresión personal, no sé si com-partida por nuestros analistas, es que está todo el pescado vendi-do. Las frases de hoy serían estas. Ortúzar (PNV): “Votar Podemos es como votar al Fórum Filatélico o Afinsa”. Pedro Sánchez, por cierto, no cita a Podemos en sus discursos y ese silencio quizá merezca un comentario. Y Pablo Iglesias, Constitución en mano, pide el voto para luchar contra la oligarquía.

Y poco más. Pero llamo la atención sobre cuatro novedades. Albert Rivera declara a El Confidencial que “es más sensato un gobierno de Ciudadanos y PP que un tripartido de ocurrencias”. Golpe a Vox y mal anticipo para una coalición de derechas.

Segundo, Puigdemont. Se acabó su sueño. Si la Eurocámara sólo lo admitirá como eurodiputado si recoge su acta en el Con-greso, lo que le espera no es la inmunidad, sino la detención.

Tercero, Sánchez, que sigue diciendo que los líderes inde-pendentistas no son de fiar. Si eso así, ¿se puede mantener la bandera del diálogo?

Y cuarto, el voto de españoles en el exterior. Un auténtico fracaso. Fíjense en el dato que publica La Voz de Galicia: de medio millón de gallegos que hay en el extranjero, solo 21.000 solicita-ron el voto rogado. ¿Alguien hizo tan complicado el procedimien-to justamente para impedir ese voto?

En la economía, tenemos la exigencia de la Autoridad Fiscal Independiente de que se haga una revolución en los Servicios Pú-blos de Empleo. Es que es el organismo que menos gente coloca en España, siendo esa su función. Pregunta de todos los días: ¿está eso en algún programa electoral?

Atención a Alemania, que después de prever un crecimiento del 21,1, lo rebaja a un mísero 0,5. Parte de la prensa lo celebra, para echárselo en cara al gobierno español y su política de gasto.

Y en los nombres propios, este oficio nuestro dice adiós a un grande, a Manuel Alcántara, el comentarista de la escritura deliciosa.

El mundo se conmueve ante el suicidio de Alán García, que prefirió pegarse un tiro a pagar sus pecados de corrupción.

Y Anne Hidalgo, alcaldesa de París. Hoy dice en El País: “la historia y el patrimonio es lo que une a los franceses”. Se acaba de demostrar y este escribidor, querido Oscar Plaza, solo le pone un subrayado de dos palabras: ¡qué envidia!