CON RUBÉN AMÓN

Rubén Amón indulta a José Luis Pérez de Arteaga por instruirnos sin abusar del púlpito

Puede que muchos de nuestros oyentes, a bote pronto, no sepan quién es José Luis Pérez de Arteaga. O quien era, puesto que nuestro indultado de hoy lo es, desgraciadamente, a título póstumo.

ondacero.es

Madrid |

¿Quién es entonces José Luis Pérez de Arteaga? Igual podemos estimular la memoria. Y es tan fácil como evocar esta voz

Es en efecto la voz con la que hemos amanecido cada año desde la sala dorada del Musikverien de Viena. El templo del concierto de año nuevo. Y el lugar desde el que Pérez nos narraba el acontecimiento, cálido, prudente, erudito, a veces ampuloso.

Era su día de gloria anual, aunque su trabajo transcurría en los estudios de Radio Clásica. Un comunicador entrañable. Un divulgador que parecía haber adquirido la inmortalidad. O la intemporalidad.

Como las voces de los aeropuertos, pero más sofisticada en sus contenidos. Pues era Pérez, así lo llamábamos los amigos, un hombre sabio y polifacético. Cinéfilo. Lector inquieto. Orador brillante.

Es verdad que era bastante mayor cuando era joven, pero luego fue bastante joven cuando se hizo mayor. Físicamente, con su aspecto orondo de aristócrata prusiano y su perilla preconciliar. Y también en cuanto concierne a la ingenuidad, a la capacidad de sorpresa.

Pérez de Arteaga fue el funcionario menos funcionario de la historia de RTVE. Y el artífice de una época de la radio que no puede medirse en audiencia, pero sí en pedagogía y apostolado culturales.

Pérez nos instruyó sin abusar del púlpito. Un hombre con sentido del humor. Que usaba el verbo desternillarse. Un comunicador que sabía lo que decía y que decía lo que sabía. Por eso vamos e evocarlo no con una marcha fúnebre, sino com una marcha Radetzky.