EL BLOG DE ALSINA

La zona euro necesita un don Cicuta

Les voy a decir una cosa.

El mismo año en que Gustavo Pérez Puig, hoy fallecido, se consagró en la televisión única por su adaptación de “Doce hombres sin piedad” en el legendario “Estudio 1”, triunfaba en las pantallas españolas de blanco y negro un actor que por entonces sumaba ya setenta años y que había hecho carrera como secundario en el teatro, en películas como “La gran familia” “El verdugo”, y también en aquel “Estudio 1”, aunque su fama, arrolladora en aquel año 73, no se debía a nada de todo aquello, sino a su presencia semanal en un programa concurso creado por Ibáñez Serrador que se llamó “Un, dos, tres, responda otra vez”.

ondacero.es

Madrid | 26.06.2012 22:20

Don Cicuta
Don Cicuta | undostresweb

El actor en cuestión se llamaba Valentín Tornos y había nacido en Madrid a comienzos de siglo, pero toda España le conocería como don Cicuta, natural de Tacañón del Todo y cabeza visible de los tacañones. En aquel concurso se inventó una figura que hasta entonces no había existido: la de quien participa del programa no para jalear, animar y ayudar a los concursantes, sino para fiscalizarlos, abroncarlos y hacerles, en todo momento, la vida imposible. Don Cicuta aparecía en escena acompañado de sus dos subalternos, Remigio y Arnaldo Cicutilla, ataviados los tres con levita negra, sombrero alto y un reloj enorme para controlar que los concursantes hicieran sus deberes a tiempo.

Ellos ya eran los hombres de negro mucho antes de que apareciera Men in black y antes incluso de que Montoro hiciera bromas al respecto. Los tacañones se ponían de los nervios cuando el presentador, Kiko Ledgard, anunciaba que iba a pagar más por cada respuesta acertada -hacían aspavientos, ¡no, no puede ser!, exclamaban- y cuando él prometía que no volvería a hacerlo, don Cicuta le decía: “¡cumpla su palabra, señor, cumpla usted lo que prometió que haría!” Cuarenta años después de aquello, los gobiernos europeos han llegado a la conclusión de que lo que estamos necesitando para poner la zona euro en orden es ¡un don Cicuta!

Un señor cenizo, tacaño y que meta miedo, que nos lleve a todos tiesos como una vela. El supertacañón europeo, ésta es la gran novedad que podría salir de la cumbre europea (decisiva, por supuesto) de esta semana y que han empezado a negociar esta misma tarde los ministros de finanzas de los cuatro principales países del euro en París, hasta donde ha viajado el ubicuo Luis de Guindos después de explicar hoy en el Congreso que la asistencia financiera a los bancos, aunque parezca un rescate, funcione como un rescate y en inglés lo llamen rescate, en realidad no lo es. Pero vamos, que aunque lo fuera lo habríamos abrazado con las mismas ganas. En París, esta tarde, y ejerciendo de sherpas, o de rompehielos, los ministros de España, Francia, Italia y Alemania han empezado a pactar novedades interesantes -y relevantes- para la organización financiera de la zona euro que ya anticipó este fin de semana el colega alemán, señor Schauble.

Decíamos ayer que el ministro alemán, en su entrevista con Der Spiegel, explicó lo que él entiende por “más Europa”, por “avanzar hacia la integración fiscal y financiera”. Mencionó expresamente que debiera existir un órgano supervisor común para todos los bancos de la zona euro, un fondo común de garantía de depósitos alimentado por los bancos europeos para poder atender crisis puntuales de alguna de las entidades, y un ministro europeo de finanzas, o superministro, con poder para vetar los Presupuestos nacionales y para limitar las emisiones de deuda pública de los países indisciplinados. Si quieren lo llamamos superministro de finanzas de la zona euro, pero éste es el retrato robot de don Cicuta, los supertacañones. De la propuesta que hacía el señor Schauble para que al presidente de la Unión Europea lo elijamos directamente los ciudadanos en las urnas nadie ha dicho ni media palabra, nadie ha querido recoger ese guante.

Quizá porque para eso haría falta cambiar los tratados o quizá porque no a todo el mundo le parece una buena idea que exista una figura con poder ejecutivo y que esté por encima de los gobiernos y los Parlamentos nacionales. Dices: hombre, eso ya existe, se llama comisión europea. No del todo. La comisión europea ha ido ganando funciones y competencias, tiene capacidad para sancionar a los Estados que incumplan las normas, pero en la práctica baila al son que le marca el consejo europeo, los jefes de gobierno de la Unión, que son los que toman las decisiones en cumbres como la de pasado mañana. De hecho, va a ser interesante ver hasta dónde están dispuestos a llegar los gobiernos nacionales con esta nueva figura que plantean del superministro económico.

¿Van a atribuirle de verdad la capacidad de convertir en papel mojado los Presupuestos aprobados por un Parlamento teóricamente soberano? ¿Es técnicamente posible? ¿No equivale a convertir lo que hasta ahora era excepcional, la intervención de un país (la tutela de su política económica) en algo permanente? Algo de eso hay: si el superministerio de Finanzas europeo tiene que bendecir los Presupuestos del país, en la práctica va a ser él quien los diseñe; si tiene poder para poner tope a las emisiones de deuda de un Estado, en la práctica va a ser él quien decida cuánta deuda y en qué condiciones se puede asumir.

¿Resta eso margen de maniobra -llámelo “poder” al gobierno nacional de turno, a su ministro de Economía, a su presidente de gobierno-? Eso parece, ¿no? ¿Y don Cicuta ante quien responde, ante el Consejo Europeo, ante la comisión, ante el Parlamento? ¿Ante Alemania? Después de todo, esto es lo que venimos defendiendo desde España, o desde la Moncloa: más integración, órganos comunes, más convergencia para poder llegar cuanto antes a la deuda pública también común, los eurobonos. Cierto, sólo que España viene poniendo el acento en ésta última parte -estabilizar la deuda pública, garantizar que los estados podamos financiarnos (ésta es la parte que a España, hoy, más le preocupa)- mientras que Alemania viene poniendo el acento en lo otro: en el control de las decisiones nacionales, la cesión de soberanía, el poder estar encima de nosotros antes de abrir la puerta a los eurobonos, que no dejan de ser una forma de compartir riesgos.

Cesión de soberanía a cambio de poder financiarnos a mejor precio y con el aval de Alemania. El debate en el que llevamos embarcados desde hace dos años va llegando a puerto. Parece que, ahora sí, ha llegado el momento de dotar a este eslógan comodín del “más Europa” de contenido concreto. Si las novedades que se anuncian acaban confirmándose, se abre un terreno inédito en el que los dirigentes políticos, y los ciudadanos, tendremos que cambiar el chip. Ya no será la comisión europea la que nos “recomiende” subir el IVA, será el ministro europeo de finanzas el que nos diga que se haga y que se haga ¡ya! El gobierno no podrá seguir practicando este doble discurso que, por un lado, dice ¡más Europa! y, por otro, le hace una pedorreta a la comisión europea porque a ver quién es ella para decirnos cómo tenemos que cuadrar gastos e ingresos; por un lado le pedimos dinero a Europa y por otro presumimos de haber logrado que no nos pongan condiciones en política macroeconómica. ¿Qué se supone que va a hacer don Cicuta sino poner condiciones para bendecir nuestras cuentas?