No es una entrevista, o una declaración hecha con prisas y sin ganas en un pasillo. Lo que publica el periódico es lo que ha escrito el ministro. No hay posible error de interpretación del periodista que pregunta o que transcribe una respuesta. De Guindos empieza con esta afirmación: “conocemos (el gobierno) las razones por las que España ha alcanzado una tasa de paro del 22,9 % (la última oficial, que corresponde a noviembre), y como conocemos las causas, conocemos también qué medidas debemos adoptar urgentemente para que nuestra economía vuelva a crear empleo estable”. Alentador, ¿verdad?, si el gobierno sabe las medidas que tiene que tomar y sabe que ha de hacerlo con urgencia, dices genial, aprobarán hoy mismo esas medidas en la reunión del Consejo. Bueno, hay urgencia pero no tanta. Y el hecho de que el ministro diga que tiene claro lo que hay que hacer no significa, según se ha visto hoy, que los demás ministros compartan su recetario.
Cuando De Guindos explica qué entiende él que hay que hacer en el mercado de trabajo escribe lo siguiente: “En España tenemos ahora mismo cuarenta tipos de contrato distintos. Esto hay que simplificarlo. Un único contrato para los empleos a jornada completa y otro para los trabajos a tiempo parcial”. Se acabó. Bueno, “se acabó” lo digo yo, el artículo sigue. Hablando de la reforma del sector financiero (que esto sí es del negociado de de Guindos, la reforma laboral es del ministerio de Empleo) y subrayando la determinación de Rajoy para cumplir los compromisos de recorte del déficit. Pero lo que llamó la atención, hay motivo, es esta parte de los tipos de contrato en los que el ministro se expresa sin la menor ambigüedad: un contrato único. Como hasta ahora el gobierno no había concretado este punto -de hecho el gobierno no ha concretado aún casi nada sobre la reforma laboral-, se le preguntó a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría en la rueda de prensa de este viernes si acaso el gobierno ha decidido ya imitar los nuevos modelos de contrato a uno, el contrato De Guindos. Y la vicepresidenta dijo que...ni sí ni no, sino todo lo contrario. Que lo importante es que haya contratación -hasta ahí llegamos- y que, en efecto, habría que simplificar un poco. Un poco, ¿cuánto? Bueno, eso ya se verá cuando la reforma se presente.
Trabajo de portavoz: desautorizar lo que ha dicho un ministro sin tirarle de las orejas expresamente. Al menos se ha abstenido la vicepresidenta de decir que a De Guindos se le había interpretado mal, porque su artículo estará en inglés, pero lo del contrato único se entiende sin necesidad de saber idiomas. Cabe pensar que puertas adentro de Presidencia sí le habrán dado un toque al señor ministro. Sin hacer sangre, eh, con simpatía:
- Que no hables tanto, De Guindos, o aprendes a estar calladito o aprendes a hablar sin decir nada, que ahora eres político, hombre, no analista.
A Montoro no consta que tampoco le haya dicho nadie nada porque ya se encargó su ministerio de emitir una nota matizando al ministro.¿Tú también, Montoro, con la mili que tú tienes? ¿Se puede saber qué has dicho? Lo de Montoro no fue artículo, sino entrevista, y no en el Journal sino en el Financial Times alemán. A ver, no fue tan grave como lo del contrato único de de Guindos. Fue peor. A Soraya se lo contaron a media mañana y se le salieron los ojos de las órbitas:
- ¿Que el ministro ha dicho qué?
- Que no está claro que cumplamos este año el 4,4 por 100 de déficit público.
- ¿Cómo?
- Que lo pone en duda.
- ¿Montoro? ¿Pero cómo va a ponerlo en duda si su trabajo es conseguir que nadie lo dude?
Debió decir Soraya: ¡que me lo traigan! ¿Al ministro? No, el periódico ése en el que habla. Y allí estaba, la entrevista en alemán. Que aún parecía peor, porque en alemán todo suena más grave.
- Aquí está, mire vicepresidenta: “El objetivo del 4,4 % es deseable y sería bueno cumplirlo, pero como las previsiones para este año las hizo el gobierno anterior y están todas mal...”
“Se deduce que igual no cumplimos”. Eso es. Y como es el ministro de Hacienda el que lo sugiere, pues... Pues la hemos liado. ¡No es Montoro, es el capitán Schettino! Que nos tumba el barco. A última hora de la mañana difundió el ministerio de Hacienda una aclaración a la entrevista: digamos que el ministro se autoenmendaba. Para afirmar que “es verdad que la recesión complica mucho alcanzar los objetivos comprometidos, pero...el gobierno mantiene su determinación, no tira la toalla”. Ole por el gobierno, que no se arredra. Aunque su forma de decirlo sea tan desatinada. Hombre, que lograr recortar el déficit al 4,4% a final de año está cada vez más crudo es bastante cierto.
Lo hemos comentado ya alguna vez: todos los números para este año están hechos a partir de un cálculo que decía que este año la economía española crecería un 2,3 %. Pero lo probable es que este año, lejos de crecer, la economía decrezca por lo menos un 1 %. Tres puntos y pico de PIB no es cualquier cosa: menor actividad es más paro, más gasto en subsidio y menos ingresos para el Estado. Luego se antoja muy complicado mantener los compromisos anteriores, que tampoco eran voluntarios, nos fueron impuestos por nuestros socios europeos. No es marciano lo que dice el avatar alemán de Montoro, pero que salga el ministro de Hacienda un mes después de reconocer que el 6 % de 2011 ha acabado siendo más de un 8 % a sugerir que en 2012 tampoco cumpliremos muy oportuno no parece que sea.
Por eso le tocó a la vicepresidenta -segunda vez en el mismo día- desautorizar a un ministro. Sin citarle por su nombre pero insistiendo en que cumplir con el 4,4 es irrenunciable, se va a cumplir y punto. Oiga, ya veremos cómo. Fue una rueda de prensa curiosita la de este viernes. Hubo de dedicar tanto tiempo la vicepresidenta a corregir los mensajes equivocados de sus ministros que apenas le quedó margen para explicar qué decisiones, qué nuevas medidas urgentes, aprobó hoy el Consejo de Ministros. Ah, no, que hoy no aprobó nada relevante. Otro motivo para que destacara tanto lo otro.
Cuidado con el coro desarmónico porque el crédito de un gobierno (su credibilidad que dirían otros) es un valor altamente sensible y volátil. Perderlo es relativamente sencillo, basta con incurrir en mensajes confusos y contradictorios como estos de hoy tres o cuatro viernes más. Perderlo es fácil. Recuperarlo una vez perdido (bien lo sabe Zapatero) es misión casi casi imposible.
Cuando De Guindos explica qué entiende él que hay que hacer en el mercado de trabajo escribe lo siguiente: “En España tenemos ahora mismo cuarenta tipos de contrato distintos. Esto hay que simplificarlo. Un único contrato para los empleos a jornada completa y otro para los trabajos a tiempo parcial”. Se acabó. Bueno, “se acabó” lo digo yo, el artículo sigue. Hablando de la reforma del sector financiero (que esto sí es del negociado de de Guindos, la reforma laboral es del ministerio de Empleo) y subrayando la determinación de Rajoy para cumplir los compromisos de recorte del déficit. Pero lo que llamó la atención, hay motivo, es esta parte de los tipos de contrato en los que el ministro se expresa sin la menor ambigüedad: un contrato único. Como hasta ahora el gobierno no había concretado este punto -de hecho el gobierno no ha concretado aún casi nada sobre la reforma laboral-, se le preguntó a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría en la rueda de prensa de este viernes si acaso el gobierno ha decidido ya imitar los nuevos modelos de contrato a uno, el contrato De Guindos. Y la vicepresidenta dijo que...ni sí ni no, sino todo lo contrario. Que lo importante es que haya contratación -hasta ahí llegamos- y que, en efecto, habría que simplificar un poco. Un poco, ¿cuánto? Bueno, eso ya se verá cuando la reforma se presente.
Trabajo de portavoz: desautorizar lo que ha dicho un ministro sin tirarle de las orejas expresamente. Al menos se ha abstenido la vicepresidenta de decir que a De Guindos se le había interpretado mal, porque su artículo estará en inglés, pero lo del contrato único se entiende sin necesidad de saber idiomas. Cabe pensar que puertas adentro de Presidencia sí le habrán dado un toque al señor ministro. Sin hacer sangre, eh, con simpatía:
- Que no hables tanto, De Guindos, o aprendes a estar calladito o aprendes a hablar sin decir nada, que ahora eres político, hombre, no analista.
A Montoro no consta que tampoco le haya dicho nadie nada porque ya se encargó su ministerio de emitir una nota matizando al ministro.¿Tú también, Montoro, con la mili que tú tienes? ¿Se puede saber qué has dicho? Lo de Montoro no fue artículo, sino entrevista, y no en el Journal sino en el Financial Times alemán. A ver, no fue tan grave como lo del contrato único de de Guindos. Fue peor. A Soraya se lo contaron a media mañana y se le salieron los ojos de las órbitas:
- ¿Que el ministro ha dicho qué?
- Que no está claro que cumplamos este año el 4,4 por 100 de déficit público.
- ¿Cómo?
- Que lo pone en duda.
- ¿Montoro? ¿Pero cómo va a ponerlo en duda si su trabajo es conseguir que nadie lo dude?
Debió decir Soraya: ¡que me lo traigan! ¿Al ministro? No, el periódico ése en el que habla. Y allí estaba, la entrevista en alemán. Que aún parecía peor, porque en alemán todo suena más grave.
- Aquí está, mire vicepresidenta: “El objetivo del 4,4 % es deseable y sería bueno cumplirlo, pero como las previsiones para este año las hizo el gobierno anterior y están todas mal...”
“Se deduce que igual no cumplimos”. Eso es. Y como es el ministro de Hacienda el que lo sugiere, pues... Pues la hemos liado. ¡No es Montoro, es el capitán Schettino! Que nos tumba el barco. A última hora de la mañana difundió el ministerio de Hacienda una aclaración a la entrevista: digamos que el ministro se autoenmendaba. Para afirmar que “es verdad que la recesión complica mucho alcanzar los objetivos comprometidos, pero...el gobierno mantiene su determinación, no tira la toalla”. Ole por el gobierno, que no se arredra. Aunque su forma de decirlo sea tan desatinada. Hombre, que lograr recortar el déficit al 4,4% a final de año está cada vez más crudo es bastante cierto.
Lo hemos comentado ya alguna vez: todos los números para este año están hechos a partir de un cálculo que decía que este año la economía española crecería un 2,3 %. Pero lo probable es que este año, lejos de crecer, la economía decrezca por lo menos un 1 %. Tres puntos y pico de PIB no es cualquier cosa: menor actividad es más paro, más gasto en subsidio y menos ingresos para el Estado. Luego se antoja muy complicado mantener los compromisos anteriores, que tampoco eran voluntarios, nos fueron impuestos por nuestros socios europeos. No es marciano lo que dice el avatar alemán de Montoro, pero que salga el ministro de Hacienda un mes después de reconocer que el 6 % de 2011 ha acabado siendo más de un 8 % a sugerir que en 2012 tampoco cumpliremos muy oportuno no parece que sea.
Por eso le tocó a la vicepresidenta -segunda vez en el mismo día- desautorizar a un ministro. Sin citarle por su nombre pero insistiendo en que cumplir con el 4,4 es irrenunciable, se va a cumplir y punto. Oiga, ya veremos cómo. Fue una rueda de prensa curiosita la de este viernes. Hubo de dedicar tanto tiempo la vicepresidenta a corregir los mensajes equivocados de sus ministros que apenas le quedó margen para explicar qué decisiones, qué nuevas medidas urgentes, aprobó hoy el Consejo de Ministros. Ah, no, que hoy no aprobó nada relevante. Otro motivo para que destacara tanto lo otro.
Cuidado con el coro desarmónico porque el crédito de un gobierno (su credibilidad que dirían otros) es un valor altamente sensible y volátil. Perderlo es relativamente sencillo, basta con incurrir en mensajes confusos y contradictorios como estos de hoy tres o cuatro viernes más. Perderlo es fácil. Recuperarlo una vez perdido (bien lo sabe Zapatero) es misión casi casi imposible.