Esto es justo lo que ya no está en manos del Partido Popular. La duda existe. Para muchos ciudadanos no sólo es duda sino convicción de que hubo trasiego de dinero oscuro, pero incluso para aquellos que están dispuestos a admitir que una denuncia de corrupción generalizada requiere, para ser demostrada, de pruebas más sólidas, incluso éstos tienen la duda. La duda de si todo esto que la dirección del PP presenta como una campaña de descrédito destinada a perjudicar al partido y construida sobre infundios y papeles falsos, no será, en realidad, tan cierta como acabaron siéndolas otras denuncias de escándalos en este y otros partidos que la dirección de turno desmintió, ante los que la dirección de turno se indignó, ante los que la dirección de turno anunció querellas y medidas legales de todo tipo, antes de que acabara probándose que todo era como se había publicado.
Lo tolere Cospedal o no, la duda está instalada. También entre la militancia del PP, que ni es monolítica ni ha sido consultada sobre este asunto, razón por la que tiene también poco sentido que la secretaria general dijera hablar hoy en nombre de los militantes para proclamar la falsedad de lo publicado y la integridad de todos los cargos del partido. Ésta es la postura, y el discurso, de la dirección; los militantes, cada uno de ellos, tendrá su propia opinión y su propio discurso. Para afirmar la mentira de una información periodística no hace falta ni invocar ni a los militantes del partido ni evocar la supuesta mejoría económica de España como argumento para sostener que se busca perjudicar a Rajoy justo ahora que la situación, según el partido del gobierno, está mejorando. Para afirmar la mentira de una información basta decir que es mentira.
Cuando El País ha publicado esta mañana lo que el diario presenta -y es él quien conoce su procedencia- como “los papeles secretos de Bárcenas”ha sido inevitable acordarse de aquellas nueve cajas de cartón de las que les hablé hace un par de semanas. Las nueve cajas que Bárcenas dijo haberse llevado de la sede del PP a comienzos de 2009, cuando se lamentaba de lo mal que le trataba la dirección y lo poco inteligente que era eso sabiendo todo lo que él sabía sobre las tripas financieras del partido. Si realmente se llevó nueve cajas con documentos comprometedores, debe de quedar mucho por difundir, porque hoy apenas se han publicado unos pocos folios de un cuaderno.
Lo interesante de estos papeles de hoy es que, por sí mismos, explican poco. Para entender el terremoto político que suponen hay que leer la información del periódico, porque es en la información donde se explica que las cantidades corresponden a aportaciones o cobros de las personas cuyo nombre aparece escrito. En rigor, es verdad, en los documentos reproducidos hoy no aparece la palabra “sobre”, o “sobresueldo” -aunque todos relacionemos estos apuntes contables de hoy con la historia de los sobres que publicó El Mundo bebiendo en fuentes distintas a las de hoy y con intereses también diferentes-; en el cuaderno de Bárcenas lo que hay es una lista de nombres a la izquierda y tres columnas a la derecha: ingresos, gastos y saldo. Cabe pensar, tiene sentido, que “ingresos” (o “entradas”) significa que esa persona aporta dinero al partido (suyo o recaudado por él), y que “gastos” (o “salidas”) significa que esa persona recibe un dinero al margen de la contabilidad oficial. Según va entrando dinero o saliendo dinero, el gerente (o quien haya llevado estas tablillas) va apuntando cómo va el saldo. ¿El saldo de qué? ¿De una caja que había allí, en el partido, de una cuenta que sólo manejaba el autor de las anotaciones? No se sabe.
Dado que no hay una columna que se llame “concepto” tampoco se ocupó de escribir el apuntador detalles sobre las circunstancias de los ingresos o el motivo de los gastos, sobre por qué unos reciben más que otros y por qué unas veces las sumas corresponden a trimestres y otras, a periodos arbitrarios como “de mayo a diciembre”. Sólo en contadas ocasiones considera oportuno el apuntador precisar entre paréntesis el motivo de la transacción. Por ejemplo, cuando anota que Pío García Escudero ha aportado un millón de pesetas que corresponde la “devolución de anticipo por atentado”. García Escudero ha confirmado hoy que pidió ayuda económica al partido (a Arenas) para arreglar su vivienda tras sufrir ésta un atentado y quedar inhabitable. Le dieron cinco millones de pesetas que devolvió en cinco pagos. Lo que abre una modalidad más de transacciones: el préstamo del partido al dirigente, una suerte de crédito interno para afrontar gastos imprevistos.
La explicación que ha dado Escudero a la presencia de su nombre en esa lista ha sido el bache más gordo con el que se ha encontrado Cospedal en su rueda de prensa. Ella empezó afirmando la completa falsedad de los papeles: “Le niego la veracidad completa”, dijo. Pero luego le preguntaron por el anticipo a García Escudero y tuvo que admitir que esa transacción en concreto podía ser cierta. “Que haya un dato verdadero no valida todo lo demás”, dijo, “y yo sé de datos concretos que aparecen ahí que son falsos”. Interesante este matiz. De “algunas” de las anotaciones que ahí aparecen ella puede afirmar su falsedad. Lo que supone que de otras anotaciones no puede.
Tal vez hubo otros anticipos a otros dirigentes -nada ilegal puesto que es su sueldo- de los que ella misma, hasta hoy, no tenía noticia. Y que figurarán en la contabilidad oficial del PP como operaciones corrientes, como figurará. ¿no? El anticipo a García Escudero, puesto que recibió el dinero por transferencia y así lo fue devolviendo. Si la transacción de Escudero fue transparente y consta en la contabilidad oficial, por qué el gerente la anotó en esta lista hecha a mano en un cuaderno. Cabe pensar que el PP ha hecho ya la tarea de comparar su contabilidad oficial con los ingresos y gastos que aparecen en estos papeles de autor anónimo antes de llegar a la conclusión de que las anotaciones no se corresponden con ingresos o pagos ciertos.
En el comunicado que Bárcenas ha difundido hoyno se pronuncia sobre el origen o la autoría de estos papeles (son suyos), lo que dice es que todas las cantidades que ingresó o pagó el partido estuvieron dentro de la normativa vigente y se recogieron en la única contabilidad existente en el PP, porque ni él ni nadie llevó nunca una contabilidad diferente de aquella.
La ministra de Empleo dijo aquí esta mañana -tampoco le falta razón- que es muy difícil demostrar que no has hecho algo que no has hecho. Pero una vez que la duda está instalada (y está instalada) la única opción eficaz que le queda al PP es averiguar (si es que aún no lo sabe) qué son, en realidad, estos papeles que hoy se han publicado, quién, para qué y en qué momento elaboró este cuaderno y qué es exactamente lo que ahí aparece reflejado. Si, como sugiere el PP, es una prueba falsa fabricada a propósito, su única salida es descubrir al falsificador y destaparlo ante la sociedad como tal: éste es el tipo que agarró unos folios en blanco y se puso a inventarse nombres y cantidades sólo para perjudicar a este partido.
Anunciar querellas, emitir desmentidos, prometer auditorías, son los recursos habituales que, en estos casos, se les ocurren a los partidos, pero que tienen, a estas alturas, bien poco efecto en la opinión pública. Seguramente porque la sociedad está escarmentada de tantas afirmaciones categóricas, tantos desmentidos tajantes y rotundos, que acabaron siendo arrollados por la fuerza de los hechos.