OPINIÓN

Monólogo de Alsina, sobre la campaña andaluza: "Mal asunto cuando pretendes dar un mítin y te acaba saliendo una monserga"

En inglés lo llamarían bullshit. En español podemos decir morralla.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 19.11.2018 07:49

Chatarra mitinera, palabrería vociferada, trucos de cuarta.

De la campaña electoral andaluza no había por qué esperar que fuera mejor a cualquiera de las otras campañas que hemos vivido, pero tampoco había por qué resignarse a que fuera peor. En su primer fin de semana, qué le vamos a hacer, el nivel ha sido bajo tirando a muy bajo. Grado sótano.

• Ejemplo primero: el mitinero Sánchez persuadiendo a su parroquia de que España vive en estado de alerta por el auge de la ultraderecha, oh cielos, y de que la causa de que Vox tenga cada vez más apoyo es que Casado y Rivera también se han vuelto extremistas.

El extremista Rivera es con quien pactó su plan para regenerar España hace dos años. El extremista Casado es con quien acaba de pactar el reparto de sillones en el Consejo del Poder Judicial. Si la extrema derecha crece (vamos a ver cuánto) es porque hay votantes que encuentran a la derecha no extrema poco combativa contra la inmigración y el estado autonómico. Antes se acusaba al PP de ser una fábrica de independentistas y ahora se le acusa de fabricar ultraderechistas. Esto está más visto que Verano Azul.

• Ejemplo segundo: el mitinero Pablo Casado persuadiendo a su parroquia de que quien gobierna España, hoy, es Arnaldo Otegi. Así, sin anestesia.

Otegi manda sobre el Gobierno de España. Pues hombre, no. Otegi es el líder de un partido que tiene dos diputados, dos, de los trescientos cincuenta del Congreso. No consta que Bildu esté detrás de ninguna de las iniciativas que hasta ahora ha presentado el gobierno. Ni siquiera hacían falta sus dos votos para que prosperara la moción de censura. De modo que no, Otegi no está gobernando España. Y decir que lo está es mentir. En el mítin, sí, en el fragor de la actuación y el dales caña, Pablo, dales caña. Pero es chatarra.

• Ejemplo tercero: el mitinero Albert Rivera. Que al cabo de cuatro años dando oxígeno al PSOE andaluz ha descubierto que los cuarenta años de gobierno socialista han sido un lastre para esta tierra.

Apúntese, de haber sido así, un diez por ciento de responsabilidad por el lastre porque los cuatro últimos le han tenido a él como escudero.

Reclama Rivera que el PP apoye a Juan Marín si éste queda primero (bueno, si queda por delante del PP). Dice que los populares han de recordar cuando él apoyó a Rajoy para que fuera investido en el Congreso. Cuando apoyamos a Rajoy. En realidad de lo que se están acordando en el PP estos días es de cuando Rivera apoyó a Sánchez, unos meses antes, para hacerle presidente aunque no hubiera ganado las elecciones generales.

Pablo Iglesias no ha mitineado este fin de semana. La campaña de Adelante Andalucía quiere ser muy andaluza y mucho andaluza, que diría Rajoy. Así que nos quedamos sin el ejemplo cuarto.

Poca brillantez demuestran los oradores cuando se les notan los trucos en la arenga. Mal asunto cuando pretendes dar un mítin y te acaba saliendo una monserga.

El presidente Sánchez se ha inventado un eslógan nuevo. Dice que él tiene cuerda para diez años.

'Ganar una década'. Y lo dice en Andalucía, donde su partido lleva gobernando cuatro.

Para ganar una década no le quedará más remedio al presidente que celebrar alguna vez elecciones generales, claro. Puede aguantar hasta 2020 porque nadie le va a ganar una moción de censura, pero a costa de gobernar parcheando a base de decretos su carencia, evidente ya, de apoyo parlamentario para un proyecto de gobierno que merezca tal nombre. De su viaje a Guatemala queda para la historia la nueva doctrina Sánchez (que deroga la de Simplemente Pedro, Just Peter) según la cual el Parlamento sólo merece que se le presente un proyecto de Presupuestos si antes garantiza que lo bendice.

Hace trampas el presidente. Apoyo para presentar los presupuestos no sólo lo tiene, sino que no hace falta que lo tenga porque es tan obligación suya, y sólo suya, como elegir la fecha de las elecciones. Para presentar los Presupuestos al Congreso no hace falta apoyo. Hace falta para aprobarlos al término de la tramitación, que es justo lo que él pretende hurtar a la cámara con la coartada ésta de no marear a los españoles.

Maréenos, presidente, maréenos. Que para eso están los procedimientos parlamentarios.

El Congreso tiene el derecho y la obligación de examinar, negociar y enmendar las cuentas que presenta el gobierno. Como tiene el derecho y la obligación de aprobarlas o rechazarlas.

Este nuevo procedimiento que se ha inventado Sánchez y que consiste en que primero se negocia fuera del Parlamento y sólo si te aseguran el apoyo lo presentas significa que el Parlamento, en la era Sánchez, ha de quedar reducido al papel de palmero del gobierno y sus decretos. Aquí tienes por mis reales decretos lo que toca hacer, si quieres me lo avalas y si no, ya te afeo yo que no lo hagas. Es apasionante ver al jefe del poder ejecutivo diciéndole al legislativo que su obligación es aprobarle cualquier cosa que le presente. Y que si amaga con no aprobársela, entonces ni se la presenta para no marear.

Que la habilidad del ilusionista moviendo sus pañuelos no le haga perder a usted de vista lo que está sucediendo en el escenario: el gobierno carece del apoyo del Parlamento para sacar adelante su proyecto político para el 2019 —la sociedad a la que representan los diputados hizo presidente a Sánchez hace seis meses pero no le apoya ahora su plan de gobierno— y él hace cuanto está en su mano para que eso no se note. Que no se note que me hicieron presidente porque a Iglesias, a Urkullu, a Puigdemont, a Junqueras, les gusta más Sánchez que Rajoy pero ni a Puigdemont ni a Junqueras les interesa ahora garantizarle unos Presupuestos, a Urkullu no le interesa retratarse con él en la derrota y a Iglesias le va interesando cada vez menos unir su suerte a un presidente que aspira a rentabilizar él las medidas económicas más populares a costa de reducir a Podemos a la condición de costalero. Podemos el avala-decretos.

Por más empeño que pongan Sánchez y su equipo de camufladores en quitarle importancia a que en 2019 no haya presupuestos nuevos y en rebautizar ahora los decretos como modificaciones presupuestarias para que parezca que, al final, tanto da una cosa como la otra, el elefante sigue estando aquí. El proyecto que pretendía Sánchez para 2019 no tiene el respaldo de la sociedad para la que gobierna (el Parlamento). Y el proyecto para la próxima década, a día de hoy, aún lo tiene menos. Mientras no haya urnas que lo examinen, seguiremos de parche en parche.