opinión

Monólogo de Alsina: "Sánchez pide achatarrar"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre el Plan Renove anunciado por Sánchez y sobre las declaraciones de Salvador Illa en las que afirma que todo el mundo subestimó el riesgo de que la pandemia nos golpeara.

- Ayudas del Gobierno para la compra de un coche nuevo: requisitos y cantidad de dinero del plan Pive 2020

Carlos Alsina

| 16.06.2020 08:25

La bicicleta está muy bien, para moverse por la ciudad. El transporte público está muy bien, para reducir los atascos y la contaminación. Pero ahora lo que urge es que usted se compre un coche.

O se venden los coches que se fabrican o dejan de fabricarse coches. Y como dijo aquí Garamendi, de la CEOE, hace un par de semanas, entre el turismo y la automoción suman casi la cuarta parte de toda la economía del país. Así que ahora toda lo que toca. Convencerle a usted para que pase unos días de vacaciones en algún destino nacional y animarle a usted a que cambie de coche. Para lo primero, Sánchez ejerce de asesor vacacional.

El jueves sabremos en qué consiste el plan de apoyo al turismo. Para lo segundo, lo de los coches, el instrumento elegido por el gobierno es el que siempre eligieron los gobiernos que le precedieron: Plan Renove. Un dinerito al comprador para que tenga que gastarse menos. Si usted tiene un coche de más de diez años –-primer requisito— y se anima a convertirlo en chatarra, Sánchez le entrega un dinerito para la compra del coche nuevo.

El achatarramiento nacional. Cuantos menos contaminante sea el coche que usted se compre (que viene a significar cuanto más caro salga) más dinero ofrece el gobierno. Ha fijado una horquilla de entre 400 euros y 4000. Los impuestos no se los baja, eso no forma parte del incentivo. Y a los fabricantes y los concesionarios les tocará rebajar el precio en la misma cuantía que la ayuda del gobierno. Lo ha dicho Sánchez: coches nuevos de cualquier tecnología. Es decir, que no es sólo para los eléctricos. Dirá usted: ¿pero no le habían declarado la guerra al motor de combustión? Pues sí, pero las circunstancias cambian.

Hoy el mensaje es que se compre usted lo que quiera pero que, por dios, se lo compre. El hoyo al que han caído las nuevas matriculaciones desde marzo es un hoyo tan hondo y el horizonte para lo que queda de año es tan malo, que con tal de que se vendan coches al gobierno le suena bien cualquier motor que tengan. La bicicleta es una gran idea pero no constituye la fabricación de bicicletas uno de los pilares de la economía nacional.

Al presidente le organizaron ayer un acto publicitario muy vistoso en la Moncloa, con su escenario, su pantallón detrás con letras muy gordas y un título interminable (Plan de impulso de la cadena de valor de la industria de la automoción hacia una movilidad sostenible y conectada, en dos palabras: compre, compre) y con la plana mayor de las patronales y los sindicatos del sector. Eso sí, ni una mascarilla en boca de los presentes. Recinto cerrado, veintinco personas allí reunidas, las sillas separadas metro y medio. Pero ni una mascarilla. Deben de pensar en Presidencia que el enmascarillamiento deslucía el acto. Si en lugar de la Moncloa fuera un aula de secundaria, la ministra Celaá les habría obligado a ponérse la mascarilla a todos. Porque ninguno de los presentes tenía menos de diez años.

Illa, el ministro, repitió ayer donde Ferreras este salmo responsorial del argumentario del gobierno que dice que todo el mundo, pero todo todo, subestimó el riesgo de que la epidemia nos golpeara.

‘Toda la comunidad científica’ es mucho decir, ministro. La comunidad científica es enorme. Hubo epidemiólogos en el Véneto que no infravaloraron el riesgo. Hubo médicos en China que tampoco. Ni siquiera la Organización Mundial de la Salud infravaloró lo que había. La OMS hizo lo que hace siempre: resistirse a criticar a China y emitir recomendaciones genéricas. ¡Haga usted acopio de mascarillas, revise cuántos respiradores tiene, actualice sus protocolos de detección de casos! Igual que el ECDC, el centro europeo de alertas, hace siempre: un cuadro interminable de posibles medidas para que los gobiernos valoren en qué escenario están y cuáles le corresponden. ¿Qué hicieron los gobiernos con las recomendaciones de la OMS y el ECDC? Pues tomárselas como ‘las recomendaciones de siempre’. Si total, el virus éste era una cosa de China que aquí era muy raro que pudiera llegar. Para qué íbamos a preocuparnos por las mascarillas.

Ayer escuchamos aquí al responsable de riesgos laborales de la policía nacional que en enero dio instrucciones para que los agentes llevaran mascarilla en las fronteras. Y el choque que tuvo con Sanidad porque él veía un riesgo donde Sanidad no lo veía.

La pregunta, por tanto, no es si todos los científicos del mundo –-como dice Illa-- subestimaron la epidemia. La pregunta en todo caso sería cómo pudieron subestimarla tanto y qué hay que cambiar para que no vuelva a suceder. Y trayéndonos la pregunta a España, cómo pudieron los científicos que asesoran al gobierno subestimarla tanto y qué hay que cambiar para que no vuelvan a equivocar tanto el diagnóstico. No se trata de cargar a nadie con la responsabilidad de la ceguera, se trata de aprender de lo ocurrido, de escarmentar, y de ponerse a la tarea de que los vigías no vuelvan a ser ciegos.

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