Monólogo de Alsina

Monólogo de Alsina: "¿El PSOE va a mantener a la ministra Carmen Montón, alegando que "si te lo ponen fácil no es cosa tuya?"

Haber recibido un título de máster sin haber ido a clase, habiendo pagado la matrícula fuera de plazo, sin que los profesrores supieran nada de ti, haber recibido un máster en esas condiciones ¿te inhabilita o no para la actividad política¿¿te inhabilita o no siempre? La ministra de Sanidad, Carmen Montón, convoca a los medios de comunicación esta mañana para dar explicaciones sobre la información que publica eldiario.es y que dice que obtuvo un máster sobre estudios de género en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid "plagado de irregularidades" en el curso 2010/2011.

ondacero.es

Madrid | 10.09.2018 08:12

En esta información se añade que la ministra montón convocó a los periodistas del diario.es para que vieran toda la documnetación y lo que hace este medio es publicar una pieza sobre las "inverosímiles explicaciones de Carmen Montón".

Usted dirá que es una historia muy parecida a la de Pablo Casado. La ministra hasta este momento, un tema sobre el que se le preguntó en el Parlamento valenciado, ella siempre ha dicho que cumplió con los requisitos que se le exigieron en la universidad ¿qué hay de malo en ello? eso mismo le sucedió a Pablo Casado, si a él se lo ponen fácil.

Entonces, ¿El PSOE va a mantener a la ministra Montón y va a respaldar su continuidad alegando que si te lo ponen fácil no es culpa tuya? ¿o insistirá en que es Pablo Casado el que tiene que seguir explicando lo de su máster.

Hoy se libra Leonor. Hoy sólo le toca trabajar al padre.

La liturgia de cada año. Le llamamos —o le llaman— apertura del año judicial, pero es la forma ceremoniosa de recordarnos que el Estado no lo constituyen sólo el gobierno y las Cortes, el Estado es también el poder judicial. Con sus prerrogativas y sus obligaciones. Sus deberes. Jueces independientes sometidos sólo al imperio de la ley, como dice la Constitución. Y fiscales cuya misión es defender la legalidad y el interés público. Empezando, claro, por el Fiscal General del Estado, que en contra de lo que creen la mayoría de los dirigentes políticos y la plana mayor del independentismo, no es un ministro más del gobierno de turno. O ministra, porque la de ahora es una señora.

Esta mañana María José Segarra nos va a contar a todos cómo llevamos la actividad delictiva en España. Cuáles fueron los delitos más comunes en 2017, cuáles suben, cuáles bajan, y qué fenómenos preocupantes percibe la Fiscalía, que es quien tiene en su mano la mejor radiografía del delito en suelo patrio. Es tradición que el fiscal general advierta de tendencias que le inquietan —el año pasado fue la llegada de menores sin papeles, y a la vista está que no se equivocaba— y es tradición que sugiera también posibles reformas que ayudarían, en su opinión, a combatir más eficazmente el delito.

Pero nadie se engañe porque no es el informe de la Fiscalía (la memoria) lo que políticos y periodistas vamos a escrutar esta mañana. Hoy el asunto está en detectar alguna pista, algún indicio, alguna sugerencia de la fiscal general del Estado sobre lo que va a ocurrir en este año judicial que ahora se abre. Porque juicios va a haber tantos como todos los años pero hay uno que va a consumir más minutos de radio y de televisión que ningún otro. La madre de todos los juicios, o sea, el juicio al procés. O en rigor, el juicio a la insurrección liderada por el gobierno autonómico de Cataluña. Es decir, qué delitos cometieron —si es que cometieron alguno— los integrantes del gobierno autonómico catalán, y la presidenta del Parlamento, al desoir las resoluciones del Tribunal Constitucional, forzar el reglamento de la cámara, aprobar leyes manifiestamente inconstitucionales y celebrar un referéndum ilícito para dar apariencia de legalidad a la vulneración de la soberanía nacional y de la integridad territorial que la Constitución proclama.

La liturgia del año judicial se traduce este año en saber qué mensaje quiere emitir el poder judicial, el Estado, a quienes tratan de convertir el juicio de este otoño en una causa política para así debilitar, precisamente, al Estado.

A día de hoy, la acusación de rebelión para los integrantes de aquel gobierno autonómico se mantiene. Los fiscales del Tribunal Supremo, a diferencia del gobierno, no cambian de criterio de un día para otro. Se ilusionaron mucho los procesados cuando triunfó la moción de censura de Sánchez porque creyeron ver ahí el primer indicio de que la causa podía aguarse. El segundo lo quisieron ver en el nombramiento de una mujer progresista como Fiscal General del Estado. La señora Segarra. En la cabeza de Torra y compañía las cosas son así de simples: si uno es progresista, no puede ver presunta rebelión. Luego si el gobierno progresista nombra a una fiscal progresista, id preparando el petate, compañeros reclusos, que se anuncia la retirada.

Pues era que no. La Fiscalía no afloja porque más allá de que unos fiscales tiren más a la izquierda y otros tiren más a la derecha la tesis de que sí hubo violencia y sí hubo, por tanto, presunta rebelión la comparten todos los fiscales que se ocupan de esta causa. No era cosa sólo del difunto Maza.

Torra, Joaquim Torra. Presidente de la Generalitat de Cataluña. En su primera entrevista con un medio no catalán, le colocó anoche a Ana Pastor en cada respuesta la matraca de la movilización necesaria, de la represión de que han sido víctimas y de la existencia de presos políticos.

Era la entrevista imposible.

• ¿Va a ir usted al Congreso? Es que el uno de octubre hubo represión.

• ¿Acepta que la autodeterminación no tiene por qué ser un derecho? Es que hay presos políticos.

• ¿Acatará usted la sentencia que salga del juicio? Se ha invertido poco en cercanías.

• ¿Tiene usted hora? Lo que tengo es una misión.

Echaba mano de la colección de frases hechas, de salmos, para hacer ver que respondía a algo. Ni siquiera las preguntas sencillas, como ésta que dice: ¿irá usted al Congreso a decirle a los diputados todo esto que dice en las entrevistas?

No fue democrático votar el plan Ibarretce y tumbarlo en presencia de su artífice. Traducido: Torra sólo va a los sitios donde tiene las votaciones ganadas. O ni siquiera, porque el Parlamento catalán sigue cerrado.

Cómo va a responder a la pregunta, sencillita, de si irá al Congreso a debatir allí sobre la autodeterminación si todavía no sabe si le va a dejar ir. ¿Quién? Su jefe. El que le dice por el pinganillo cada día lo que tiene que decir y lo que puede o no puede hacer.

La mayor de las distorsiones que practica Torra es repetir que los hechos del año pasado ya se han juzgado fuera de nuestro país. No para de repetirlo. En su historia rescrita y manipulada, Puigdemont no se subió al coche y se largó a Bruselas cinco minutos antes de que le cayera una querella. Puigdemont se fue a buscar la justicia fuera. Y gracias a eso le han juzgado y le han absuelto ya en Alemania, a ver cómo te quedas.

El único juicio sobre lo que sucedió en Cataluña hace un año es el que se va a celebrar en el Tribunal Supremo. Porque sólo aquí, y conforme a la ley que rige aquí, se pueden juzgar los actos y los comportamientos que se realizaron aquí. Como bien sabe (bueno, digo yo que lo sabrá) el señor Torra.

A quien debemos esta deliciosa ironía que nos regaló anoche. Este llamamiento que hace a los españoles para que nos apoderemos de soberanía.

Empezaron con un no referendum en Areyns de Munt, porque aquello tampoco fue un referéndum. Tiene gracia (o igual no) que Torra le diga al pueblo español que se apodere de su soberanía cuando es justo eso lo que él se esfuerza en arrebatarle. El derecho a decidir todos los ciudadanos sobre dónde empieza y donde termina España.

Por cierto, lo que nunca explica Torra es por qué consiente que haya presos políticos en el territorio que él gobierna. Y en las cárceles que él dirige. Cómo puede dormir tranquilo teniendo en su mano la llave de esas prisiones y viendo cómo día tras día se comete tal injusticia. Anoche le preguntó Pastor si se plantea ir al Parlament a proponer la excarcelación y reaccionó como si le hubieran pisado un callo.

Él nunca ha dicho que vaya a excarcelar a nadie. Su compromiso con la justicia para los reprimidos presos políticos no llegan tan lejos como para abrirles la puerta del presidio.